Rescate contrarreloj: un chico sin nacionalidad, el vocero de los atrapados en la cueva en Tailandia

Adul Sam-on es uno de los 400.000 apátridas registrados en el mundo y el único del grupo que habla inglés. Su historia.

En medio de las horas decisivas para el rescate de los 12 chicos futbolistas y su entrenador en una cueva de Tham Luang Nang Non, en Tailandia, una historia atraviesa los 4 kilómetros de pasadizos y se asoma al mundo exterior.

Es la de Adul Sam-on, de 14 años, que se convirtió en el «vocero» de sus compañeros y el adulto, de 26 años, que hace casi dos semanas lucha para mantener la fortaleza. Es el único de los atrapados quehabla inglés y que pudo entender las palabras de los buzos que el 2 de julio los encontraron tras casi 10 días de absoluta oscuridad. Pero la mayor particularidad es que Adul no tiene nacionalidad. Como decenas de miles de niños en ese país del sudeste asiático, es un apátrida.

La cara de este adolescente, de pupilas deslumbradas por la linterna de los buzos que lo encontraron, dio  la vuelta al mundo.

«Me llamo Adul, estoy bien de salud», dice en tailandés el niño flaco haciendo el saludo tradicional «wai». «¿Qué día es hoy?», pregunta Adul en inglés, y explica a los socorristas que él y sus compañeros tienen hambre.

Nació en el Estado Wa, una región del este de Birmania, escenario de una guerrilla étnica, y recibió educación cristiana en Tailandia. Los profesores del colegio Ban Pa Moea alaban sus dotes lingüísticas, sobre todo, en inglés, en un país donde sólo un tercio de los habitantes lo hablan. Además de birmano, inglés y tailandés, Adu también habla chino.

Asiste al mismo colegio desde los tiene siete años, cuando fue enviado al norte de Tailandia para recibir una educación superior. Sus padres se quedaron en Birmania, pero lo visitan en la iglesia cristiana que lo acogió.

Los combates entre la etnia rebelde del Ejército Unido del Estado Wa (UWSA) y el ejército birmano provocaron el exilio de miles de habitantes de la zona, en busca de seguridad y de mejores condiciones de vida, sobre todo, a Tailandia.

Adul es una de las más de 400.000 personas registradas como apátridas, según la Agencia de Refugiados de la ONU. Algunas fuentes calculan sin embargo que habría 3,5 millones.

«Se hicieron progresos, pero algunos apátridas de Tailandia siguen teniendo que enfrentarse a desafíos para poder acceder a sus derechos fundamentales», explica Hannah Macdonald, una portavoz de la ONU.

Sin certificado de nacimiento ni documentos de identidad o pasaporte, Adul y los demás apátridas de Tailandia no pueden casarse legalmente, conseguir un empleo, abrir una cuenta bancaria, poseer bienes o sencillamente votar.

Los conocidos de Adul aseguran que el adolescente no se desanima. Además del fútbol, le gusta tocar el piano y la guitarra. «Es una maravilla», cuenta el director del colegio Phunawhit Thepsurin. «Es bueno tanto en los estudios como en el deporte».

Tailandia se comprometió a registrar a todos los apátridas antes de 2024.

Fuente: AFP

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