Los héroes anónimos de Tailandia: sacrificaron sus arrozales para ayudar en el rescate de los chicos

Son campesinos que aceptaron inundar sus campos para drenar el lugar donde están atrapados.

Las inundaciones arruinaron su cosecha y mataron a sus animales, pero Lek y otros campesinos están satisfechos al sacrificarse por una buena causa. Es el agua drenada de la cueva de Tailandia de donde los socorristas intentan sacar a 12 niños y a su entrenador.

«Los lugareños están felices de sacrificarse y de dejar que el agua vaya a los campos. Es por los niños», explica Lek Lapdaungpoin, un agricultor con tierras cerca de la cueva de Tham Luang.

Los equipos de rescate bombean el agua de la cueva para sacar a los niños y evitar que se vean obligados a recorrer buceando una larga distancia.

«Hay tanta agua (…) Es imposible calcular cuánta», con precisión, dijo a la AFP Shigeki Miyake, uno de los ingenieros de la Agencia japonesa de cooperación internacional que colabora en las operaciones de rescate.

«Hemos reducido los cultivos y dejado los arrozales inundados», afirma el granjero Lek, mostrando sus campos a la agencia AFP.

«Nos preguntaron si queríamos una compensación por los arrozales, dijimos que no», asegura, refiriéndose al plan de indemnización mencionado por el gobierno para los agricultores perjudicados por las inundaciones provocadas por la operación de rescate.

El granjero Lek lo siente más por los animales muertos, «sobre todo por las ranas, los peces, los patos».

«Hemos perdido más de 10.000 bahts», o sea casi 260 euros o 303 dólares, explica este agricultor.

El sistema de drenaje instalado reduce un centímetro por hora el nivel del agua en esta cueva de 10 kilómetros de largo.

Las autoridades aseguran que casi 130 millones de litros fueron extraídos de la red subterránea, lo que equivale a 50 piscinas olímpicas.

«Bombear un monzón no es cosa fácil», afirmó Bill Whitehouse, vicepresidente del Consejo británico de rescate en espeleología, preguntado por la BBC.

A esto cabe añadir que es una zona recóndita, perdida en un bosque tropical en los confines de Tailandia y Birmania.

«El problema es que no tenemos suficiente electricidad para hacer funcionar muchas bombas de agua al mismo tiempo», explica el bombero Poonshak Wonjsangiam, miembro del equipo de socorro que moviliza a cientos de personas.

También se puso en marcha un sistema de canalización para el agua que discurre por la montaña en la que se encuentra la cueva.

Las autoridades aplauden el estoicismo de los agricultores de la región, pero les advierten que no deben aventurarse como socorristas aficionados.

El jefe de la célula de crisis, Narongsak Osotthanakorn, arremetió el jueves contra una iniciativa de socorristas no registrados en la célula de crisis que vertieron accidentalmente agua en la cueva.

Fuente: AFP

 

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