Especialista asegura que no hay pruebas suficientes de los beneficios del cannabis medicinal

La Directora nacional del Observatorio Argentino de Drogas, Maria Veronica Brasesco, aseguró que si bien la política de Estado debe basarse en una impronta sanitaria que garantice la salud colectiva, nadie discute que resulta imprescindible avanzar con celeridad en la búsqueda de evidencia científica válida en consideración de aquellas personas que padecen enfermedades factibles de ser tratadas con cannabinoides.

El padecimiento de los padres de niños con epilepsias refractarias o de los pacientes mismos además de conmovernos, despierta en la población la búsqueda de certezas curativas en recetas con canabinoides a los cuales se les adjudican cualidades atractivas e inclusive extraordinarias dentro de los de su género, generando la ilusión de haber encontrado “la panacea” para la cura de diversos males.

Dentro de las plantas que pertenecen al género cannabis, la marihuana es una droga que estimula el sistema nervioso central mediante la alteración de la percepción de la realidad mientras que, el término Cannabis medicinal hace referencia al uso como terapia médica para tratar enfermedades o aliviar los síntomas.

En el marco de buscar confirmar el efecto “panacea” de los cannabinoides, en numerosos medios de comunicación masivos se hace referencia a miles de estudios que confirman la curación de diversas enfermedades. Cuando se realiza una seria revisión de los mismos, se encuentra que aquellos en los que se encontró evidencia científica válida, son minúsculos estudios pilotos realizados en grupos pequeños (de seis a 54 casos) en los cuales, o bien falta finalizar los estadios finales de investigación, o bien replicarlos con una casuística clínicamente válida para hacer extensivos y transferibles sus resultados a otros casos. El resto de los “miles” de estudios referidos dan cuenta de graves fallas metodológicas, resultados con falta de adecuada comprobación clínica (no se pueden transferir en forma inmediata a los seres humanos los resultados hallados en roedores o en tejidos estudiados in vitro), sin evidencia estadística significativa y/o datos que no son constantes, o realizados  con canabinoides específicos, purificados o sintéticos irrelevantes en lo que hace al potencial terapéutico de la marihuana  que contiene miles de otros compuestos, algunos de ellos tóxicos. En conclusión, se trata de estudios clínicos sin evidencia de calidad.

A partir de enunciado, podemos considerar, al menos como irresponsable, la transferencia de «supuestos resultados positivos basados en estudios inacabados y/o de baja calidad» a una población de enfermos de tan diversas patologías como lo son los Trastornos del sueño, el Síndrome de Tourette, las epilepsias refractarias, las náuseas y vómitos en pacientes en quimioterapia, el aumento de peso en pacientes con VIH/SIDA, el dolor crónico, la Esclerosis Múltiple y el Glaucoma, entre otros.

Cabe destacar además, que en los miles de estudios donde se enumeran los efectos panaceicos de los cannabinoides, no se hace mención a los múltiples efectos adversos por los cuales los tratamientos han debido ser abandonados por parte de la casuística estudiada. Ellos son, entre otros: desarrollo de adicción (síntomas de abstinencia entre 24 y 48 horas de suspender medicamentos); sedación, somnolencia y letargo; pérdida de atención y memoria, desorientación, sensación de embriaguez y alteración en la coordinación motora; alteración del sentido del gusto y de la vista; taquicardia e hipotensión ortostática; ginecomastia, disminución de la fertilidad; disminución de la inmunidad; náuseas, vómitos, sequedad y úlceras bucales, dolor de lengua, diarrea, estreñimiento, estomatitis y decoloración de dientes; disociación, estado de euforia, alucinaciones, delirios, paranoia e ideación suicida; fatiga, aumento del apetito y sed.

Y, tal vez lo más importante, no existen estudios que evalúen las dosificaciones ni el efecto del uso de cannabinoides a largo plazo. Más aún, resulta preocupante que estén ausentes en el debate los efectos de intoxicación agudos y acumulativos crónicos demostrados en una vasta y rigurosa literatura científica, resultando los preadolescentes y adolescentes la población más vulnerable a los mismos. Y por favor, no confundir aplicaciones terapéuticas de los cannabinoides con la aprobación del consumo recreativo de la marihuana.

Directora nacional del Observatorio Argentino de Drogas, Maria Veronica Brasesco. (Fuente: Perfil)

 

 

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