El ex dueño de Casa Fuentes afirmó que a la competitividad de la devaluación se la «comió» rápido la inflación

Antonio Fernández Espinoza, director general de la principal productora y exportadora de té de la Argentina, afirmó que a la competitividad que otorgó la devaluación de diciembre a las exportaciones de té se la «comió» rápido la inflación y, además, generó que los compradores internacionales presionaran buscando pagar precios aún más bajos por el producto.

Fernández Espinoza relató que hacia fin del año pasado, los compradores de té argentino (EE.UU. es uno de los principales importadores) estuvieron ofreciendo precios más bajos por el producto y esperando a ver si se producía la devaluación, que finalmente aconteció en diciembre con la salida del cepo. «Cuando finalmente entraron al mercado, fue a precios más bajos y por menores volúmenes, en algunos casos», señaló el empresario.

En general, a contramano de lo que se hubiera esperado, la devaluación no fue buen negocio para la industria tealera, según relata Espinoza. «Mientras que los compradores buscaron beneficiarse como lo que percibían como una reducción de costos (medida en dólares) la experiencia demostró que este beneficio fue rápidamente licuado por la inflación», expresó Espinoza en una carta publicada en la revista interna de la empresa inglesa Finlays.

Sus expresiones son más o menos parecidas a la de otros empresarios misioneros que exportan o exportaban y que tampoco vieron su competitividad incrementada por la devaluación de diciembre por el mismo motivo, como el caso de la industria maderera.

A diferencia de lo que ocurre con otras materias primas como la soja, trigo, etc., el precio del té no tiene un valor único y depende mucho de la negociación entre el importador y el vendedor, en una discusión donde entre otros factores se tiene en cuenta la calidad. El té argentino, que en su totalidad se produce en Misiones, no es vendido como un producto de alta calidad.

Mejora por la quita en las retenciones

En cambio, Fernández Espinoza si cita como un avance la eliminación de la retención del 5 por ciento a las exportaciones de te que se decidió en diciembre. «Nos permitirá en el futuro competir mejor con otros países productores que no tienen ese impuesto», expresó.

Más allá de las precisiones respecto del impacto (negativo) de la devaluación, el tono de la carta es optimista y Fernández Espinoza cierra la misiva aventurando «un futuro promisorio para la actividad».

El único que no es de origen misionero

Fernández Espinoza, uno de los cuatro grandes industriales del té y el único que no es de origen misionero, le vendió su empresa, la mayor productora y exportadora de té de la Argentina, a la multinacional inglesa Finlays en octubre de 2014. Como parte del acuerdo, Fernández Espinoza continúa al frente de la empresa con el rol de Director Ejecutivo.

A diferencia de los otros tres grandes industriales de te (Don Basilio, Urrutia y El Vasco) que tienen sus oficinas centrales en Misiones, Casa Fuentes tiene su sede principal en el barrio porteño de Palermo y las decisiones estratégicas se toman ahora en Londres. Aunque no hubo cambios significativos desde que los ingleses tomaron el control accionario de la empresa.

Finlays es un gigante de ultramar que se fundó en el 1700, pleno apogeo de Inglaterra y sus colonias donde se abastecía de materia prima. La empresa sigue siendo la principal productora de te y otros productos como caucho. Tiene plantaciones en India, Sri Lanka y Kenia, entre otros países.

Mejoras e inversiones

En esa carta a la revista Finlays Magazine, Fernández Espinoza también reporta algunas de las inversiones realizadas por Casa Fuentes en los últimos meses.

Entre otras mejoras, cita el nuevo equipamiento en la planta de Tabay, donde reemplazaron el fuego con leña por la biomasa que generará «ahorro de costos y menores riesgos de accidentes para los trabajadores». También se construyó un depósito para proteger a los chips de las condiciones climáticas adversas.

También se cambió el sistema de filtros de polvo e impurezas en la fábrica de Oberá y se completaron las oficinas administrativas en la Capital del Monte. Fernández Espinoza comenta que hay más espacio para agrandar el staff administrativo y «generar reportes más rápidos y precisos» a la casa matriz.

 

 

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