Una nena pidió conocer al Papa antes de quedarse ciega y sorda

Elizabeth Nyers tiene cinco años y sufre una rara enfermedad genética. Francisco la recibirá hoy.

El Papa Francisco tendrá esta noche un encuentro especial: recibirá a una nena de cinco años que quedará ciega y sorda, y pidió conocerlo antes de que eso ocurra.

Elizabeth «Lizzy» Nyers padece una rara enfermedad genética que, inexorablemente, la hará perder sonidos, formas y colores para dar lugar al silencio y la oscuridad. La niña padece el síndrome de Usher de tipo 2, una rara enfermedad genética que priva progresivamente de vista y oído. Sólo le quedarán los recuerdos y las emociones. Y entre éstos podrá guardar el haber conocido al Papa.

En algunos años, el mundo de Lizzy (Elizabeth), de cinco años quien nació en el estado de Ohio,

Lizzy vive en Ohio, Estados Unidos. Steve y Christine Myers, sus padres, en los últimos meses habían hecho para ella una «lista de cosas que debía ver absolutamente», pero nunca pensaron que ésta pudiese incluir un viaje a Roma, más allá de sus posibilidades económicas. En cambio, el sueño se hizo realidad gracias a que el director general de la compañía aérea Turkish Airlines, conmovido por el destino de Lizzy, regaló a la familia Myers los pasajes de ida y vuelta para cualquier destino en el mundo.

La elección de los padres de Lizzy -la mamá es de origen italiana y ambos son católicos- fue la Ciudad Eterna. Y la pequeña añadió el deseo de poder ver al menos una vez al Pontífice. Toda la familia Myers -Lizzy, el papa, la mamá y la hermanita Kayla- estarán mañana en el Vaticano para el encuentro con Jorge Mario Bergoglio. La familia perdió la conexión áerea en Estados Unidos, lo que les impidió asistir a la audiencia de los miércoles en la plaza San Pedro, como estaba previsto inicialmente el encuentro tendrá lugar en la Casa de Santa Marta. Mañana los Myers serán recibidos en el Campidoglio, sede de la comuna romana.

«Hemos querido ayudar a una niña que nunca más tendrá la posibilidad de ver el mundo», declaró el benefactor turco de Lizzy, Tuncay Eminoglu, que supo el verano pasado de la historia gracias a una serie de artículos publicados en la prensa norteamericana.

El pronóstico de los médicos es drástico: a Lizzy, tras el diagnóstico de la enfermedad ocurrido en 2014, le quedan entre cinco y siete años para poder gozar de las maravillas terrestres. Por eso la valiente carrera contra el tiempo del matrimonio Myers, que quiere por sobre todas las cosas imprimir en la memoria la mayor cantidad de imágenes y emociones posibles en previsión de la sordera y de la ceguera que la esperan.

La campaña solidaria para hacerla viajar a Roma, entre otras cosas, no se detuvo en el billete aéreo. La Unitalsi (Unión italiana para el Transporte de Enfermos) de la capital se puso a disposición de la familia durante su estadía en Roma y la acompañará al Vaticano. La hospitalidad, en cambio, fue ofrecida por el Appia Antica Resort. «Una historia conmovedora –explicó Emanuele Trancalini, presidente de la Unitalsi– que nos implicó también emotivamente. Pusimos a disposición de la familia Myers nuestros medios para la reunión con el Pontífice y para hacer comprender a los padres de Lizzy que no están solos en la batalla contra esta terrible enfermedad».

«Con nuestro Proyecto Niños -agregó Trancalini- con frecuencia estamos al lado de las familias que deben afrontar el drama de la enfermedad de un hijo o para que éstos sepan que la primera cura para ellos es no dejarlos solos. Seguramente invitaremos a la familia Myers a Lourdes en ocasión de nuestro habitual peregrinaje de octubre, para hacer juntos un camino de esperanza y fe», completó

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