Reflexión dominical de Monseñor Juan Martinez Obispo de Posadas

En este domingo concluimos con la última reflexión sobre la misión discipular que nos propusimos asumir en nuestras “orientaciones pastorales” del Sínodo Diocesano. El texto reflexiona sobre el cambio épocal en el que estamos inmersos: al mensaje de los obispos argentinos “Jesucristo, Señor de la Historia”, señala: “El comienzo del año 2000 encuentra a la humanidad en un momento muy significativo. Algunas décadas atrás la Iglesia hablaba del amanecer de una nueva época de la historia humana, caracterizada, sobre todo, por profundas transformaciones. Pero ese amanecer no ha concluido. Más aún, aquellas situaciones nuevas se han vuelto más complejas todavía.

Por eso podemos percibir qué es lo que termina, pero no descubrimos con la misma claridad aquello que está comenzando. Frente a esta novedad se entrecruzan la perplejidad y la fascinación, la desorientación y el deseo de futuro” (J.S.H. 3).

Esta cuestión de situaciones difíciles que tendremos que encarar, implica nuestros tres temas elegidos en el Sínodo: el laico y la santidad en el mundo; cómo evangelizar a los jóvenes y cómo evangelizar a la familia. De hecho esto lo experimentamos cada día, una sucesión ininterrumpida de cambios, con los cuales nos enfrentamos. No bien digerimos algunos de estos cambios ya aparecen otros nuevos. Deberemos tomar conciencia que el pluralismo social, está instalado de hecho en la realidad y carece de sentido, en nuestra pastoral, vivir enojados o frustrados por lo que nos toca.

Muchas veces encontraremos que esta realidad contradice nuestros criterios, y es cierto que no tendremos que ceder a nuestra identidad, desde ya que no, por eso tenemos que ser discípulos misioneros, es decir, tenemos que ser testigos de Cristo en esta realidad, pero si nos equivocamos de realidad y la idealizamos, no la podremos evangelizar.

Con esta realidad convivimos en nuestra pastoral, con posturas diferentes, con rutinas, en la inestabilidad, con la ausencia de la visión de conjunto, con una cultura fragmentada, con una cultura que vive en contacto permanente con lo efímero y con lo descartable. Los agentes de pastoral muchas veces, no encontramos cómo comunicar el Evangelio en este contexto cultural cambiante. Esto nos pasa sobre todo en la pastoral de los jóvenes, como con la pastoral de familia. Si no partimos de una verdadera comprensión de la realidad, difícilmente podremos llegar a nuestros jóvenes y a nuestras familias.

Los temas frente a lo nuevo pueden provocar, también, en nuestros agentes de pastoral, actitudes regresivas hacia lo tradicional, peleándose desde una realidad que ya no existe, con discursos rígidos, y no pudiendo encontrar respuestas que lleven a asumir los desafíos de la nueva realidad, que permitan anunciar a Cristo, el Señor. En este contexto deberemos evangelizar nuestra cultura, interpretar sus códigos, corregirlas, plenificarlas.

Seguro hay muchas otras observaciones generales a realizar, solo quiero subrayar el número 79 de Navega Mar Adentro, hay algo muy importante, una observación que tendremos que tener en cuenta cuando pensemos las acciones pastorales de la temática sinodal. Dice, cuando habla del itinerario formativo que será una clave para pensar nuestra acción pastoral y cómo tenemos que evangelizar, “Insistimos en la necesidad de una auténtica pedagogía de la santidad, que la presente como un ideal atractivo, posible con la ayuda de la gracia, en cada momento de la existencia personal. Así se promoverá un itinerario de formación permanente en la maduración de la fe. Al proponer este ideal queremos estar atentos a las situaciones y a los procesos de las personas y las comunidades”…. Los principios morales han de ser siempre propuestos y defendidos con claridad, sin olvidar que el crecimiento espiritual y el desarrollo de la conciencia moral, son procesos graduales, generalmente lentos, en los que la gracia de Dios trabaja con la libertad débil del hombre sin violentarla”.

Esto es importante porque tendremos que tener paciencia, la pastoral exige paciencia en estos procesos de evangelización. Cuando pretendemos ser eficientistas o exitosos en la pastoral, o ir demasiado rápido, corremos el riesgo de violentar el camino discipular”.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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