Maltrató y arrastró una perrita por mil metros

La historia de Poli, una perrita que fue maltratada y arrastrada más de mil metros.  Tuvo una lenta recuperación, y gracias al amor incondicional hoy vive en una finca de Montecaseros.

Un hombre de 45 años fue condenado a 6 meses de prisión en suspenso por maltrato animal. Además tendrá que entregar mensualmente 6 bolsas de alimento para perros a una asociación protectora, durante un año. La sentencia es la primera de este tipo dictada en la zona Este de Mendoza y una de las pocas en el país.

El fallo fue dictado por la Justicia correccional de San Martín en un juicio abreviado. La causa se originó en un episodio ocurrido cerca de las 9.30 del 4 de enero de 2013, en Palmira, y tuvo como protagonista a Poli –así se la bautizaría más tarde–, una perra mestiza marrón de unos dos años de edad, que vivía en las calles del barrio del IPV La Ferroviaria y que había quedado abandonada allí cuando se concluyó la construcción del complejo en noviembre de 2011.

El hombre que fue condenado relataría tiempo después, en su descargo, que la perra se mostraba agresiva y había intentado morder a algunas personas. Incluso la mañana del 4 de enero de 2013 había llegado a darle «un tarascón» a un niño. Sostuvo que para resolver la situación, intentó cargar a la perra en su camioneta Hyundai Galloper y como no lo consiguió, le pasó una soga por el cuello y ató el otro extremo al paragolpes de su vehículo, para sacarla del barrio. Así recorrió unos 1.000 metros, hasta llegar a la curva del barrio Colonia Tracción, sobre la Variante de Palmira. Las actuaciones indican que ese recorrido lo hizo a unos 50 kilómetros por hora y que, en ese trayecto, la perra por momentos corría detrás del vehículo y por otros se caía y era arrastrada.

En esa curva el imputado se detuvo, soltó a la perra, la dejó allí y abandonó el lugar.

Gracias a la denuncia de vecinos de la zona, un patrullero de la Comisaría 28 llegó poco después. Los policías levantaron al animal y lo trasladaron hasta una veterinaria de San Martín. Allí el veterinario Jorge Jury, que también trabaja para la Municipalidad de San Martín, realizó las primeras curaciones y certificó las heridas, que consistían en grandes y severos raspones producidos por el roce con el pavimento. Luego Inspección e Higiene de la Comuna solicitó la colaboración de la Asociación Mendocina de Protección, Ayuda y Refugio del Animal (Ampara), que llevó a la perra a su refugio y la hizo atender por el veterinario que trabaja para la entidad. Allí continuaron con las curaciones y la rehabilitación, luego procedieron a castrarla y finalmente lograron darla en adopción.

También por los aportes de testigos el dueño de la camioneta logró ser ubicado y luego imputado por la fiscal Florencia Díaz Peralta, quien le endilgó el delito encuadrado en la Ley Nacional 14.346 de Protección del Animal, incluido en el Código Penal, que establece pena de prisión de 15 días a un año a quien “infligiere malos tratos o actos de crueldad a los animales”. Además entendió que el imputado debía recibir pena de acuerdo con el inciso 7 del artículo 3º de esa misma legislación, que castiga por “lastimar o arrollar animales intencionalmente, causarles torturas o sufrimientos innecesarios, o matarlos por el sólo espíritu de perversidad”.

La asociación Ampara se constituyó como querellante gracias a que el abogado Francisco Biondolillo ofreció sus servicios en forma gratuita.

La denuncia prosperó y ayer, en un juicio abreviado, en donde el acusado reconoció su culpa, el Primer Juzgado Correccional, a cargo del conjuez Darío Alberto Dal Dosso, le impuso la pena de 6 meses de prisión en suspenso. Además, a pedido de la querella, y también aceptado por el imputado, se le impuso la obligación de entregarle a Ampara durante un año, 6 bolsas por mes de alimento balanceado para perros, “de buena calidad”, según se dejó constancia.

Fuerte repercusión

La sentencia tuvo una inmediata repercusión por las redes sociales. Celia García Castillo, una de las integrantes de la asociación, un día antes de la sentencia había convocado a través de su muro de Facebook a los vecinos de San Martín a tribunales para presenciar la sentencia.

Ayer García Castillo contó que en este caso “hubo gente comprometida y con un sentido de la justicia y piedad. Hoy, gracias a la Justicia… sí, dije bien, a la Justicia, no quedó el caso impune. Agradecemos al doctor Biondolillo, que totalmente ad honórem llevó el caso, a la Justicia y a mis amigas”.

En tanto el abogado que llevó el caso dijo que “yo tengo perros y no puedo entender la perversidad contra los animales”.

La noticia de la sentencia se replicó por las redes y despertó una mezcla de alegría y de indignación contra el acusado.

Sin embargo se aclaró que el hombre, que goza de un buen concepto vecinal, no tiene antecedentes penales anteriores y que reconoció su responsabilidad en el hecho.

Del refugio la llevaron a una finca

La perra que sufrió este salvaje trato fue bautizada en Ampara como Poli. “Le pusimos ese nombre porque la trajo la policía”, contó en su momento una de las mujeres que integran la asociación.

La recuperación de Poli fue lenta. Durante varios meses estuvo en el refugio de la asociación. “Al contrario de lo que dijo su dueño, de que había mordido a un niño, en el refugio jamás mostró agresividad ni siquiera con otros perros”, indicaron las proteccionistas.

Finalmente, unos meses después del hecho la perra fue adoptada por una familia de Montecaseros. “Ahora vive en una finca y mantenemos contacto con esa familia. Nos han contado que está muy bien y que es una buena perra que no ha tenido ningún comportamiento violento”, dijeron desde Ampara.

Intervino la Corte

No hay muchos antecedentes similares al de este caso; en Mendoza se recuerdan dos o tres. A nivel nacional hay una sentencia confirmada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en agosto de 2013, sobre un hombre de 77 años que fue condenado a 11 meses de prisión domiciliaria por maltratar a una perra.

El hecho había sido denunciado por un grupo de albañiles en 2009, cuando vieron que en un domicilio del barrio Lowe Che, de la localidad de Toay, en La Pampa, el imputado como parte de los maltratos sometía a prácticas de zoofilia al animal.

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