El crecimiento en el liderazgo

Por Marcelo Alejandro Pedroza, escritor. Magíster en Educación.

 

El sabio camina con lentitud, en paz. Mira el horizonte y disfruta del telón completamente verde que reina a su alrededor. Respira y contempla la inmensidad del cielo. Se acerca hacia su confidente, el coach lo espera con una sonrisa, pareciera que hace años que se conocen. A unos metros de distancia, el sabio extiende los brazos hacia arriba y le dice, no tenemos techo. La expresión va más allá de la descripción del escenario superior, de color celeste, que los cobija. Los líderes no tienen límites para crecer.

La creencia es creadora del hecho real, ahí radica la semilla de todas las acciones de superación en el ser humano. No hay parámetros ni luces de stop para quienes anhelan ser mejores. Anhelar es desear fervientemente, es querer alcanzar el desafío propuesto, es pedirle al universo que conspire para brillar en su mundo, es solicitarle al Todopoderoso su bendición. Los líderes no tienen límites para crecer.

El desempeño personal se alimenta del pensamiento audaz y flexible para descubrir, desarrollar y producir rendimientos superlativos.  Todo resultado es consecuencia del convencimiento interior del que lo vive. Nada es casualidad en la vida de los líderes, si pura causalidad.

Oscar Anzorena, autor del libro Maestría Personal, escribe “nuestras creencias forman parte esencial de nuestros modelos mentales y son éstos los que  establecen los límites de nuestras posibilidades”. Y agrega que “de acuerdo a cómo observamos y valoramos nuestro entorno, conforme a cómo nos percibimos y evaluamos a nosotros mismos, se nos abren o cierran posibilidades”.

La influencia de los líderes es contagiosa, si piensan en que no tienen techo para crecer, transmiten eso y el entorno vive en constante avance. Los grupos humanos son testimonio de sus integrantes, de lo que creen, de lo que anhelan. De lo que son y de lo que quieren ser.

No hay edad para crecer, hay incontables ejemplos de hombres y mujeres exitosos que han conquistado sus más grandes logros al final de sus vidas. Por otra parte, los jóvenes líderes tienen en sus manos el gran compromiso interior de construir un imperio de victorias. Y como dice el sabio, trabajar y trabajar. Vivir con alegría y ser humildes. Creer en nosotros y disfrutar del proceso constante de crecimiento.

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