El técnico más ganador de la historia de River, el que estuvo “prohibido” en la gestión de José María Aguilar y no pudo volver por diez años, quebró en llanto como un chico, como un grande, al borde de la línea de cal.
River ya ganaba 4 a 0, Estudiantes, su escolta, perdía. La fiesta estaba preparada y Ramón miraba y disfrutaba el encuentro hasta que unas lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.
Y para hacer más acongojante la escena, en ese momento se acercó su hijo Emiliano, muy cuestionado por los hinchas, lo abrazó y profundizó la emoción de su padre.
Ramón llegó a los ocho títulos, acrecentó su idilio con los simpatizantes riverplatenses y desde anoche dejó en claro que a él también River lo emociona hasta las lágrimas.