Las infinitas posibilidades y discursos de la danza

Pasó el Ciclo de Danza Contemporánea, con buen marco de público para las obras El Escondido y Parto. Hoy inicia seminario.

El Teatro Lírico y su calidez fueron elegidos por un público numeroso, en medio de jornadas de ola polar, para ser partícipes del Ciclo de Danza Contemporánea, que instaló frente a ellos las obras El Escondido, de Silvia Grinberg, y Parto, del colombiano Luis Garay. Tuvieron escenario el sábado y domingo, respectivamente.

Anoche, dos músicos, un batero y un guitarrista, más la sumatoria de pistas grabadas, entregaron en vivo la banda sonora en la que se apoyaron los bailarines de Parto. Jorge Grela (batería) y Eitan Abelson (cuerdas) produjeron los acordes y notas sobre las que viajaron Luis Garay y Pablo Castronovo, en una pieza que mezcla, además, multimedia y muchísimo despliegue físico. Pero también miradas muy ácidas y humorísticas hacia el mundo del arte, como el final en el cual se autoentrevista Garay y empieza a enhebrar frases hechas, tópicos y lugares comunes, mientras lo entrevista un hombre perro. Las coreografías llevaron al límite la resistencia física de los dos intérpretes, que expusieron una sincronicidad increíble.

La coreógrafa Silvina Grinberg elogió tanto las instalaciones del Centro del Conocimiento, como la apuesta desde la dirección del Teatro, de este tipo de puestas y contenidos. “El CC está increíble, toda esta estructura al servicio de actividades culturales para el pueblo. Ojalá se dé pronto la Ley Nacional de Danza, para facilitar los viajes de diferentes compañías de todo el país hacia todo el país”.

 

El Escondido

Tres personajes, un jardín “de los de antes”, tres historias sencillas -casi mínimas-, y una catarata de sensaciones, es lo que dejó el paso de la compañía de la bailarina y coreógrafa Silvina Grinberg en la primera jornada de este Ciclo de Danza Contemporánea.

“No busco mucho eso de que la gente entienda lo que hago, lo realizo desde un lugar muy íntimo” relató Grinberg, al finalizar la puesta en escena de El Escondido. Un espacio físico muy acotado y rodeado de plantas que, sin embargo, permitió el vuelo hacia la expansión espiritual producto de esas sensaciones muchas veces presas del recuerdo de un estilo de vida que cada vez se aleja más de la naturaleza. “Este mundo natural (que ya tiene nueve años en escena) me da la pauta de que por acá es. Una especie de regreso a lo natural, una especie de resistencia ante la moda y el posmodernismo. Me hago muchas preguntas hacia mí misma, no busco discursar”.

Pero el discurso está. Difícil no sentirse parte de esa atmósfera intimista en la que los personajes relatan con el cuerpo, con la palabra y con los sonidos, esas pequeñas historias que son las que terminan conformando los grandes momentos de la vida. Y por más que la obra ya tenga nueve años de su nacimiento (volvió al ruedo específicamente para este Ciclo de Danza Contemporánea), tiene por destino volverse cada vez más actual debido, justamente, al alejamiento de la sociedad hacia planos cada vez más masivos y faltos de identidad.

“El Escondido nació del jardín de mi abuelo, su refugio. En esa época estaba estudiando Chi Kung (una variación del Tai Chi), y me pareció muy saludable incorporar esas enseñanzas de paz, relajación y respiración a la técnica de la danza. Cada movimiento se asemeja al de una vara de bambú, a un mono, etc. Así surgieron estos tres personajes, como atravesados por la naturaleza”. Lo urbano mediado por la naturaleza, la solución de Silvina Grinberg a la vorágine diaria posmodernista.

 

Hoy inicia el Seminario

Según Grinberg, el seminario a dictarse desde hoy y hasta el miércoles, será una mezcla de técnicas de danza, como el flying y el entrenamiento corporal, para luego abordar un poco de improvisación y búsqueda de un lenguaje. Mucho de juego para encontrar lugares propios y de relaciones.

 

 

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