Misionero antártico: El carpintero de la base Decepción

Saúl Crispín Pérez es posadeño y lleva 33 años de servicio en la Armada Argentina como personal civil especializado. Hace pocos días regresó al país y cuenta su experiencia antártica, por haber formado parte de la dotación como carpintero de la base naval Decepción, en la isla homónima.

Entre las actividades desarrolladas durante la última Campaña Antártica de Verano, está la relacionada con la apertura de la base temporaria Decepción que funciona hace 64 años.

 

El transporte ARA “Canal Beagle” trasladó la dotación de 15 personas a la isla, quienes permanecieron durante los meses de verano: los científicos realizando estudios y el personal de la Armada –militar y civil– manteniendo las instalaciones y dando apoyo a ese trabajo.

 

Saúl está destinado en el Liceo Naval Almirante Storni situado en Posadas desde su ingreso a la Armada en agosto de 1979; y allí retornó luego de su viaje antártico. En su función de carpintero, es el único civil del liceo que hace por segunda vez una campaña antártica.

 

“En el 2005-2006 fui a la base Cámara donde realicé trabajos de pintura, construcción y carpintería. Es un orgullo para mí tener la oportunidad de volver a la Antártida y nunca dudé en ser voluntario otra vez. Es algo especial lo que siento, no lo puedo explicar, pienso que te tiene que gustar y hacer el trabajo con cariño y dedicación”, relató Crispín Pérez.

 

La isla Decepción se ubica en el archipiélago de las islas Shetland del Sur. Es una gran herradura de hielo y piedra, donde se encuentra uno de los pocos volcanes activos de la Antártida.

 

En el interior está la base temporaria argentina Decepción, instalaciones que facilitan logísticamente el trabajo científico en el lugar, muy diverso debido a que –por las anomalías térmicas de la isla– proliferan especies de flora y fauna únicas en el mundo. Los científicos también investigan las capas congeladas debajo de la superficie de la isla.

 

La base Decepción brinda alojamiento, comida, transporte y soporte logístico en las tomas de muestras, observaciones y trabajos del personal científico de la Dirección Nacional del Antártico y la Armada Argentina destaca buques que trasladan personal, víveres, material y equipos.

 

Informar y orientar a quienes visitan la isla son otras de sus funciones. Gente de todo el mundo llega para conocer las pingüineras de la especie barbijo, los nidales de petreles gigantes y skúas, los asentamientos de lobos marinos y focas de Weddel. También la isla contiene aguas termales y fumarolas, de vapor de azufre; y glaciares de colores rojo, verde, negro y azul.

 

“Aunque no sea personal militar siento que hago soberanía”

 

Antes de ingresar a la Armada, Saúl ya había aprendido carpintería en el Instituto Politécnico Hernando Alliance, la escuela secundaria a la que iba. Como tenía una noción de la Armada Argentina se interesó en la inscripción y desde entonces nunca la dejó. Y tanto ama la carpintería que en sus tardes libres talla la madera como una forma de entretenimiento.

 

Crispín Pérez nació y vivió toda su vida en Posadas, en el barrio Santa Rita, e hizo su escuela primaria en la N°53 Bartolomé Mitre. Hoy vive con su señora y tiene cuatro hijos: Gustavo de 29 años, Diego de 26, Daiana de 22 y Gastón de 19.

 

“Mi señora y toda la familia me apoyan, eso es lo más importante, sino no podría haber vuelto a la Antártida. Y de la misma manera todos apoyamos a mi hijo Diego quien ingresó a la Armada Argentina y es cabo primero”, adelantó.

 

“De alguna manera yo le inculqué ese amor por la Patria, le gustó y ya tuvo la oportunidad de conocer la Antártida también, a bordo del transporte ARA ‘Canal Beagle’”, expresó con orgullo.

 

El hermano menor de Crispín, Humberto, hizo la primera promoción en el Storni y fue guardiamarina de reserva. Por ellos, por su hermano Humberto y por su hijo Diego –y por su trabajo cotidiano– Saúl Crispín Pérez está convencido de que la Armada Argentina es su familia, “pertenecer a la institución es un orgullo y aunque no sea personal militar siento que en cada viaje antártico también hago soberanía”, concluyó el posadeño.

 

108 años en la Antártida

 

La presencia ininterrumpida de la Argentina en el continente blanco data de 1904, hace 108 años, los mismos que cumplió este verano la base Orcadas. La Armada Argentina realiza soberanía a través de sus bases permanentes y transitorias con el fin de prestar apoyo a las actividades científicas; ayudar a la protección del medioambiente y salvaguardar la vida humana en esas latitudes.

 

Las actividades más importantes en la Antártida son las relacionadas con la ciencia. El ente que regula las actividades científicas es la Dirección Nacional del Antártico y las Fuerzas Armadas efectúan el apoyo logístico para que puedan realizarse las tareas.

 

En la Campaña Antártica de Verano 2011/2012 participaron más de 400 efectivos de la Armada Argentina que trabajaron conjuntamente con unidades y personal de la Fuerza Aérea y el Ejército Argentino.

 

En este marco, tuvieron un rol fundamental el buque transporte ARA “Canal Beagle”, el aviso ARA “Suboficial Castillo” y el buque oceanográfico ARA “Puerto Deseado”.

 

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