River igualó ante un Arsenal austero en Sarandí

Terminaron 1-1. La visita se puso en ventaja con un cabezazo de Maidana, pero enseguida Obolo igualó para el local. Fue el equipo de Jota Jota el que buscó la victoria en el segundo tiempo, ante un rival que se defendió y apostó por la contra.

El riesgo de conducir un Fórmula Uno es creer que para llegar a la meta basta con pisar el acelerador. River, que desde siempre es una gran escudería, corre, corre y corre. Le mete un ritmo vertiginoso a esa carrera por la permanencia en Primera División. Pero lo que no tiene afinado es el motor del juego. Pierde puntos en la ruta y el camino se le vuelve complicado. Anoche, en Sarandí, fue de banquina en banquina: lo pudo ganar pero también lo pudo perder. Sumó un punto. Y un punto resta más que lo que suma en la tabla de los promedios.

River buscó la victoria durante todo el partido, pero más aún en el segundo tiempo, cuando Arsenal se retrasó y le ofreció el dominio territorial. Pero River sigue siendo un equipo que genera muy poco fútbol. Y entonces todo se le vuelve demasiado cuesta arriba.

Este River moderno de Jota Jota, con siete hombres más aptos para defender que para atacar y tres de características puramente ofensivas, tiene muchas dificultades para crear fútbol del bueno. Y por eso, claro, le cuesta generar situaciones de gol, más allá de esa entrada de esa chance clarísima que tuvo en el descuento, primero con Roberto Pereyra y después con Erik Lamela, su hombre más peligroso y punzante al margen de algunas intermitencias.

Ayer se puso en ventaja a través de una pelota parada. Y logró romper el estigma de no poder convertir en los primeros tiempos. Fue a los 13, cuando Lamela mandó un córner desde la derecha y Jonatan Maidana lo conectó con un cabezazo impecable, letal.

Pero River apenas sostuvo la victoria parcial durante tres minutos. Juan Krupoviesa habilitó en profundidad a Mauro Obolo y el delantero la punteó ante Matías Almeyda y la puso contra un palo ante el estatismo de un Juan Pablo Carrizo que no tuvo nada que hacer. Sobre el cierre del partido, las manos de Carrizo salvaron a River de un traspié: le tapó un remate franco a Obolo.

Cuando tuvo que volver a buscar, sus problemas en la elaboración quedaron nuevamente expuestos. Los ataques de River nacen casi siempre en los pies de Walter Acevedo, quien casi siempre arranca desde muy atrás y además no logra darle regularidad a su juego. Y como Manuel Lanzini y Lamela no están para armar juego sino para intentar desequilibrar a partir de tres cuartos de cancha, las trepadas de JuanManuel Díaz se transformaron en una de las principales armas de ataque en el primer tiempo. Del otro lado, PauloFerrari estuvo en una suerte de nebulosa ya que no inquietó nunca en ataque.

Así y todo, en el primer tiempo River estuvo cerca con un centro de Almeyda que Adalberto Román no llegó a empujar en la boca del arco y con un tiro de Lamela atajado por Campestrini.

Siempre tratando de mantenerse ordenado y de no regalar espacios, Arsenal esperó agazapado para lastimar. Y lo hizo con un disparo lejano de Iván Marcone que contuvo Carriza y con una gran atajada del arquero ante Obolo.

El equipo de Sarandí eligió la espalda del uruguayo Díaz para complicar a River con las escaladas de Martín Aguirre. Y como Jorge Ortiz y Marcone armaron un aceitado doble cinco, hubo lapsos del primer tiempo en que Arsenal lo controló bien.

Además, cierta impericia propia y la peligrosidad constante de Obolo y Leguizamón, hicieron que la tarde-noche de los defensores de River resultara bastante agitada.

En el segundo tiempo, Arsenal se replegó y River se adelantó unos metros. Empujado por el coraje de Almeyda, River fue y fue pero sin claridad. Los caminos se despejaron al final, cuando los dos pudieron ganarlo y perderlo al mismo tiempo.

 

Fuente: Clarin

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