Una argentina llevó el mate alrededor del mundo a bordo del Barco de la Paz

El Peace Boat nació en Japón con el objetivo de recorrer el mundo para promover una cultura de paz. Ana Deveaux fue la única turista argentina a bordo y durante el viaje organizó encuentros para compartir la historia, los significados y la cultura de nuestra yerba mate.

El mate pasa de las manos de un japonés a un griego, quien lo prueba y pregunta si tiene algo que ver con té. Luego le toca el turno a una suiza quien, luego de dudar unos instantes, se suma a la ronda. El hilo conductor de la escena es Ana Deveaux, la aventurera argentina que realizó su segundo viaje a bordo del Peace Boat y aporovechó los talleres personales para compartir la cultura, la historia y los simbolismos de la yerba mate con personas de todo el mundo.

 

“La primera reacción de la gente ante el mate es de extrañeza, pero luego comprenden el espíritu y la cultura que promueve la bebida y la adoptan con gusto, entendiendo que muchos de los valores del mate –compartir, unir, intercambiar, encontrarse- son los de la cultura de la paz que promueve el Peace Boat”, comenta Ana Deveaux.

 

El Peace Boat (Barco de la Paz) es una ONG con base en Japón, cuya principal actividad es la organización de viajes de turismo con conciencia social en un crucero que da la vuelta al mundo. El objetivo de la ONG es promover una cultura de paz y en sus viajes se tratan temas sociopolíticos y aspectos culturales de acuerdo a los lugares que se visitan. Además, se genera concientización sobre el turismo responsable, la sustentabilidad y el respeto por el medio ambiente.

 

Ana Deveaux (30 años) fue la única argentina entre los pasajeros -hay dos compatriotas en la tripulación (ver recuadro La conexión argentina)- y ya va por su segundo viaje en el Peace Boat. “Mi primer viaje fue épico. Una experiencia imborrable. Ahora quiero renovar ese espíritu de diálogo, apertura e intercambio de experiencias con gente de todo el planeta”, cuenta Ana. Dentro del Peace Boat existen los Jishukikaku, eventos o talleres personales (en inglés “Self- Planned Event”) en los que cada uno de los pasajeros puede proponer un tema o capacitación y ofrecerlo a los otros. “Es un espacio abierto para ser usado por todos y en ese marco se me ocurrió dar charlas sobre el mate, pero no sólo acerca de cómo prepararlo y tomarlo sino también sobre su historia, tradición y significado. Creo que uno de nuestros ritos más cotidianos tiene mucho de la filosofía del Peace Boat donde todos están dispuestos a compartir”, agrega Deveaux.

 

La turista argentina se embarcó en el Voyage 71, que salió de Yokohama (Japón) el 25 de octubre de 2010 y regresó al mismo puerto el 19 de enero de 2011. A lo largo del viaje visitaron Hong Kong (China), Da Nand (Vietnam), Singapur, Colombo (Siri Lanka), Canal de Suez, Port Said (Egipto), Limassol (Chipre), Piraeus (Grecia), Sicilia (Italia), Túnez, Mónaco, Marsella (Francia), Barcelona (España), Las Palmas (Islas Canarias, España), Santo Domingo (República Dominicana), Cartagena (Colombia), Cristóbal (Panamá), Canal de Panamá, Manta (Ecuador), Rapa Nui (Isla de Pascua, Chile), Papeete (Tahití), Yokohama (Japón).

 

Ana Deveaux viajó como Peace Boat Volunteer. Su función fue enseñar español a los pasajeros, formando parte de un grupo internacional con otros 10 profesores de inglés, de Australia, Canadá, Estados Unidos, Gales, Inglaterra y Nueva Zelanda. “A través de la utilización de los espacios en el barco y el aprovechamiento de los talentos de todos los invitados, participantes y miembros de Peace Boat, el barco crea un ambiente especial en el que las personas pueden convivir, aprender e iniciar acciones positivas conjuntas”, concluye Ana Deveaux.

 

La conexión argentina

El día que Ana conoció a Juan, primero se hablaron en inglés, pero a los dos segundos largaron la carcajada y empezaron a hablar en ‘argentino’. “Uno no se da cuenta cómo sonamos, hasta que después de mucho tiempo entre otros idiomas, escucha el propio, con el acento inconfundible que tenemos. Nuestra forma de hablar es mucho más linda de lo que me acordaba”, cuenta Ana.

Y como si uno fuera poco, en el barco no hay uno sino dos argentinos. Juan Aragón es el Hotel Manager y  Carlos Rivero, alias “El turco”, es el Chief Engineer. Ellos también se conocieron a bordo, y habían ido al mismo Liceo Militar, pero en diferentes camadas.

“Al día siguiente del primer encuentro nos juntamos a tomar unos mates por la mañana. ¡Me recibieron con croissant! Lo más parecido a las medialunas, un detalle que no se le pasa a un argentino.  Como se imaginarán, el tiempo pasó volando. Nos quedaron muchos temas en el tintero, pero ya eran las 8.40 y cada uno tenía que continuar con sus actividades. Les pedí que me contaran la historia del barco, y algunas anécdotas. Mientras tanto, ellos ya tenían pensado organizar un asadito”, cuenta Ana.

 

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