Antecedentes

A principios de diciembre del 2004, investigadores de la Policía obereña sacaron de circulación a una pandilla de ladrones que había sembrado el terror en los barrios Tres Esquinas, Villa Martos y Loma Porá.
Los integrantes de la banda tenían entre 15 y 17 años. Los chicos fueron aprehendidos luego de un raid que protagonizaron poco antes. En medio de la seguidilla de golpes, hasta le llegaron a exhibir un arma a un vecino que quiso interceder para que no robaran en la casa de su yerno.
El grupo se dedicaba a saquear viviendas, de donde se alzaba con ropa, garrafas, dinero y cuanto elemento que creía valioso hallaba a su paso.
Todos los adolescentes, informó entonces la Policía, habían empezado a robar desde muy chicos. Sus padres ya no tenían control sobre ellos; es más, los habían dejado a la buena de Dios.
Ya este año, en la segunda semana de enero, la Policía desarticuló otra pandilla. Alejandro (16), Carlos (19), Julián (20) y Orlando (25) cayeron en el barrio San Miguel.
Los muchachos llevaban encima dos cuchillos, dos trozos de hierros con la punta achatada, destornilladores, un sable bayoneta y una linterna.
Por lo que se sabe, estaban especializados en la sustracción de autoestéros; aunque si se presentaba la posibilidad de otro tipo de golpe, no lo desaprovechaban.
La semana pasada, Armando (18), Daniel (19) y Julio César (21), terminaron presos luego de un trabajo de investigación y vigilancia que hizo el Comando. Habían llevado a cabo una saga de robos.
Cuando los atraparon, merodeaban los barrios Villa Sapucay y Villa Gunther. Tenían encima un ciclomotor robado. Además, partes de autoestéreos, radios, pasacasetes y centros musicales, relojes y trofeos varios (presuntamente propiedad la Escuela de fútbol Complejo Oberá). También portaba un puñal y escopeta recortada de 16 milímetros cargada.
El Daniel arrestado no era otro que Daniel «Chaparro» Núñez, procesado por el crimen de María Elena Bárbaro y que había sido excarcelado en diciembre.