Sal de gestos en vísperas de Navidad

Nos estamos acercando a la Navidad, la llegada de Jesús para cada uno de nosotros.

Así como la sal elimina la humedad de las cosas, los gestos sin duda evitan telarañas en las relaciones interpersonales y facilitan una vida feliz y en paz gracias a una mayor cercanía con el otro.

En la historia, la sal ha sido moneda de cambio y gracias a ella se construyeron caminos, canales, ciudades y se han afrontado hambrunas. Hoy los gestos conforman un estilo de vida que nunca se devaluará. Ambos preservan y son indispensables para una vida en armonía y paz que aleja toda índole de conflicto.

Han transcurrido 55 años de la primera sesión del Concilio Vaticano II, el mismo fué un punto de inflexión que aportó varios regalos para la humanidad como su carta Gaudium et Spes (Gozos y Esperanzas, GS) aprobada por el 97% de los obispos. Sesiones que resaltaron la situación de la familia, del hombre, su dignidad, cultura, vida económica y costo social imperante; así como la coexistencia de poderes económicos, hambre y miseria en una humanidad donde muchos no saben leer ni escribir.

“Toda acción bélica que tienda indiscriminadamente a la destrucción de ciudades o regiones habitadas, es un crimen contra Dios y la humanidad” enunciaron los padres conciliares del Vaticano II, y alertaron sobre una grave carrera armamentística que perjudica intolerablemente a los pobres y la necesidad de acuerdos firmes que depongan odios y enemistades a fin de alejarse de la “horrenda paz de la muerte”.

Indiferencia, egoísmo, ignorancia, egocentrismo y ostentación, son ladrillos de fríos muros de muerte social que incrementan miedos y generan sospechas, rencores y cerrazones que pueden llegar a perdurar por generaciones.

Con educación y enseñando a nuestros niños la importancia de herramientas como son el diálogo, los gestos y conductas de reconciliación, perseverancia y perdón, podremos generar cambios de tendencias en las futuras civilizaciones. Cambios hacia una bienaventurada y diestra juventud que pueda navegar en los bravíos mares de la vida eludiendo témpanos de depresión gracias a sus raíces, valores y sabios sentimientos de sus ancianos. Jóvenes con conciencia y remordimiento, lejos de los encandilamientos de las pantallas y de la “miseria de la ignorancia”,(GS 60).

Estamos protagonizando un nuevo hito en la historia de la humanidad llamado Francisco, con sus gestos de cercanía con eje en la familia, dando el primer paso luego de centurias de diferencias, resaltando las coincidencias, eliminando prejuicios, fomentando mutua comprensión, instando a la paz frente a cualquier potencial foco bélico en el mundo y actuando celeramente en defensa de las dignidades humanas, nos demuestra cotidianamente que aquello que tenemos en común es mucho más fuerte que cualquier motivo de división.

Cada vida como migrantes que somos, es una historia única, no tengamos miedo en esta navidad a correr riesgos dando el primer paso hacia los demás en busca de coincidencias e intentando dejar huellas de fraternidad.

El pasado no se puede cambiar, aunque si el presente transformarlo en puente hacia una convivencia en paz a pesar de las divergencias y discrepancias.

Que esta navidad nos ayude a construir más vías salarias, más caminos de la sal, más caminos de gestos por y para el prójimo en aras de “amar y servir al otro no solo de palabras, sino con obras” como aconsejó Francisco.

“Lo que el alma es en el cuerpo, esto han de ser los cristianos en el mundo“,(Lumen Gentium).

 

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