Banco Central Europeo anunció el fin de la deflación

El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, sorprendió esta semana a los mercados al asegurar que su política monetaria ha logrado una victoria contra la deflación, en lo que se ha leído como un anticipo de un progresivo abandono de la política de flexiblización monetaria extrema vigente desde 2015

 

La afirmación de Draghi, formulada el pasado jueves después que el BCE mantuvo sin cambios la tasa de interés, provocó una subida de las Bolsas que continuó en la jornada bursátil del viernes y una disparada del euro que cerró ayer en sus máximos en tres semanas frente al dólar, a casi 1,07 dólares por unidad.

Los analistas estiman que el titular del BCE ha cedido ante las fuertes y sostenidas presiones que vienen ejerciendo desde hace un años los halcones del Bundesbank (banco central alemán), quienes se opusieron siempre a la política de flexibilización monetaria que Draghi puso en marcha para luchar contra el proceso de deflación.

Sin embargo, el presidente del ente monetario del Viejo Continente fue precavido al definir la situación ya que si bien señaló que «los riesgos de deflación han desaparecido», aseguró, al mismo tiempo, que «no se debe cantar victoria en el frente inflacionario».

En este sentido, Draghi manifestó que la única manera en la que se puede asegurar la derrota definitiva de la deflación es incrementar significativamente los salarios en el conjunto de la Eurozona, una posibilidad que no se avizora, al menos en el corto plazo.

«El crecimiento de los salarios es la clave de un aumento auto-sostenido de la inflación….Esta es la cuestión clave», dijo Draghi.
Pero el aumento de los precios se ha ido produciendo en los últimos trimestres hasta acercarse al objetivo del 2% trazado por el BCE, ya que actualmente el IPC anual ronda el 1,7%, empujado fundamentalmente por la suba de los precios de la energía.

Durante su comparecencia ante la prensa en Frankfurt, sede del BCE, Draghi realizó una encendida defensa de su política de flexibilidad monetaria extrema copiada del «quantitative easing» de la Reserva Federal estadounidense.

Así, subrayó el firme crecimiento que ha tenido la economía europea en cada trimestre desde el año 2015, así como una caída del desempleo a sus menores niveles desde 2009, con una tendencia boyante de la economía como no se veía desde 2011, al menos.

Así y todo, el titular del BCE y sus colegas del directorio de la entidad hacen gala de una prudencia extrema a la hora de instrumentar sus políticas monetarias, tal como lo demuestra el mantenimiento de una tasa de interés del 0% y también de la tasa negativa del 0,4% para los depósitos que realizan los bancos en los bancos centrales de la región.

La pregunta que ahora se formulan los banqueros y los inversores del Viejo Continente es cuándo llegará el momento en el que el BCE comenzará a reducir el monto de 60.000 millones de euros mensuales que destina al programa de compra de bonos y que es el eje de su política monetaria contra la deflación.

El interrogante es fundamental ya que el banco central siempre ha dicho que sólo comenzará a subir la tasa de interés de referencia después de poner punto final a la política de compra masiva de bonos, una manera de inyectar liquidez al mercado.

En cualquier caso, el programa de compra de bonos estará vigente al menos hasta finales de diciembre próximo, por lo cual el mercado no cree que esté cercano un período de ascenso de la tasa de interés, si bien parece pensar que lo que sí está próximo a agotarse es la política de inyección de liquidez a través del programa de compra de bonos.

Y mientras este indicio de un cambio de fase en la política monetaria toma forma, los líderes europeos comienzan a discutir un rediseño de la Europa post-Brexit, con una abierta declaración en favor de una Unión Europea (UE) de «varias velocidades», esto es, un bloque unificado en el cual algunos países marchen todos juntos con mayor velocidad en determinados objetivos, mientras que otros siguen en la Unión aunque sin participar en determinados proyectos.

Esta es la idea que plantearon en la semana que acaba de finalizar los líderes de Alemania, Francia, Italia y España, durante una importante reunión que tuvo lugar el martes pasado en el Palacio de Versalles, cerca de París.

Si bien esta idea ha desatado una fuerte reacción crítica por parte de los líderes de naciones de Europa del Este como Polonia, Hungría, Eslovaquia y la República Checa, los impulsores de esta iniciativa creen que el reconocimiento de las diferencias de desarrollo y de posibilidades es la única vía para sostener la unidad del bloque europeo y de evitar su desintegración.

Habrá que esperar ahora, a la luz de los anuncios de Draghi, de qué manera impacta este viraje de la política monetaria en cada uno de los Estados de la Unión y cómo se engarza este cambio con las tendencias centrífugas que se manifiestan al interior de la Eurozona y de la UE.

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