Una hora y siete minutos pasaron ayer desde el final del histórico Superclásico que Boca le ganó 4 a 2 a River en el estadio Monumental hasta el comienzo de la conferencia de prensa de Marcelo Gallardo, tiempo que el técnico Millonario necesitó para calmar a sus jugadores y recomponer su imagen, aquella que por primera vez los hinchas se permitieron poner en el foco de la crítica.
¿Lo perdió Gallardo al partido? ¿Por qué sacó a D’Alessandro en el mejor momento del Cabezón y, así, el de River? ¿Y si Alario convertía la que tuvo debajo del arco? ¿Fue su responsabilidad el grosero error del arquero Batalla? ¿Y a Driussi, por qué sacó a Driussi?
El hincha de River respeta a Marcelo Gallardo. Sabe que de su mano vivió los mejores momentos de la historia moderna que además de títulos históricos incluyeron dos eliminaciones a Boca en Copas continentales que luego ganó. El Muñeco está consagrado y por eso se sienten incómodos con el cuestionamiento pero hoy todo se preguntan por qué tomó las decisiones que tomó, que aisladas son discutibles pero que en el paquete terminaron por desencadenar una derrota de la que se hablará por mucho tiempo.
D’Alessandro era el dueño del partido. Luego de un comienzo dubitativo logró tomar el control, desarmó a Boca y con su fútbol River dio vuelta el partido que había empezado perdiendo. En su mejor momento escuchó su nombre desde el banco y el cartel indicaba que debía dejar el campo de juego: Gallardo lo sacó a los 14 minutos del segundo tiempo para permitir el ingreso de Iván Rossi. Había totalizado 60 minutos de juego, quedaban 30 pero allí terminó todo para River.
«Una de las alternativas era que Andrés jugara de 60 a 65 minutos porque el jueves volvíamos a tener una final. Hoy puse lo mejor que tenía pensando en que podía pasar lo que pasó: hacer una diferencia y después hacer cambios», explicó el DT. La estrategia se había cumplido a la perfección cuando decidió el cambio del Cabezón pero, claro, la diferencia era por la mínima y quedaba por delante más de media hora de juego, justo el tiempo en que Boca dio vuelta el partido y firmó uno de los triunfos más importantes en la historia del Superclásico.
Intentó Gallardo, con el ingreso de Rossi, tener un mediocampo con recuperación y tenencia de pelota. No pudo lograrlo con el ex Banfield. El cambio fue a los 59 con River ganando 2-1. Boca empató a los 62. Cierto es que la igualdad llegó tras el error de Batalla, sobre quien el Muñeco mencionó: «Hoy se recibió de arquero, está hecho de buena madera y de los errores se aprende».
De los que quedaban en el campo Pity Martínez y Sebastián Driussi eran de los más destacados. El primero salió a los a los 67 y el segundo a los 75. Boca convirtió el tercero a los 81 y remató a River a los 90.
«El primer cambio de Rossi por D’Alessandro el objetivo fue justamente hacernos un poquito más fuertes desde la recuperación de la pelota y que Andrés no sufra el desgaste para tenerlo bien para el jueves. Y los otros dos cambios fueron por molestias físicas, tanto de Martínez como de Driussi», dijo y agregó: «A mí siempre me gusta defenderme con la pelota y me han criticado mucho de por qué cuando vamos ganando no pongo gente para recuperar, me han criticado todo este tiempo por no haber cerrado partidos y a mí me gusta cerrar partidos con la pelota y los jugadores que tienen la pelota pero hoy había que tener en cuenta el desgaste, el calor y el partido del jueves, eso es lo que pensé. A veces te sale bien y a veces te sale mal, son las reglas del juego».
No le salió bien a Gallardo y a River. El error de Batalla quebró la confianza del equipo y ahí ya no estaba D’Alessandro para dársela, para pedirle ayuda. Además, claro, Boca tenía a Tevez, que jugó el mejor Superclásico de su carrera y resultó demasiado para los que quedaban.
El jueves, el River de Marcelo Gallardo jugará la final de la Copa Argentina contra Rosario Central. Además de un título (uno más), optará por la clasificación a la Copa Libertadores 2017. Si lo logra, esta dura derrota licuará el mucho del peso que hoy los jugadores y el Muñeco tienen sobre la espalda. Si no cumple el gran objetivo del segundo semestre, el futuro del técnico que al hincha le incomoda criticar habrá de ser examinado.