Se presentó el libro «Historia del Montoya» en el aula magna del instituto

En el marco del aniversario número 42 de la fundación del Instituto Montoya, el Centro de Investigaciones históricas «Guillermo Furlong» presentó el libro que cuenta los hechos que marcaron la historia de la institución. [su_note note_color=»#cdcdcd»]El libro se organiza en tres partes bien definidas, cada una de las cuales narra los hitos más relevantes que hicieron a la historia del Montoya.[/su_note]La presentación del libro «Historia del Montoya» se realizó en el marco de los festejos por los 42 años que cumplió el Instituto al servicio de la educación. El aula magna «Monseñor Jorge Kemerer» del instituto se vistió de fiesta para recibir a las historiadoras María Angélica Amable y Carina Döhmann, autoras de la obra, que brindaron una interesante charla en la que explicaron los contenidos desarrollados en el libro. «El objetivo de este libro es acompañar y fortalecer el nuevo proyecto educativo, rescatando la tradición para lograr de este modo contribuir al desarrollo de la cultura»,señaló Amable, coordinadora del Centro del «GuillermoFurlong». El libro se organiza en tres partes bien definidas, cada una de las cuales narra los hitos más relevantes que hicieron a la historia del Montoya. La primera parte refiere a la etapa fundacional del instituto en la década del `60,cuando se instituyen las primeras carreras y el establecimiento se inserta en la sociedad misionera como el primer instituto de formación docente para profesores de nivel medio en Misiones. La segunda parte, narra la etapa de expansión de la institución que se ubica entre los años ’70 y ’90, época en que se registra un notable incremento de alumnos, de carreras y de los sectores internos del instituto. Esta etapa es considerada por la comunidad educativa del Montoya como la más importante, puesto que marca un «florecimiento interno y externo de la institución, en la que contamos con el acompañamiento de Monseñor Kemerer que se encontraba aquel entonces al frente del rectorado», explicó Amable. Finalmente, la tercera parte del libro relata los cambios que realizó la institución con el fin de adaptarse a las necesidades de la comunidad en el marco de la sanción de la Ley Federal de Educación. Por otra parte, el libro cuenta con 3 secciones especiales, la primera, dedicada a su fundador, Monseñor Kemerer, la segunda, se refiere padre jesuíta «Antonio Ruíz de Montoya» y la tercera hace una breve referencia a la editorial Ediciones Montoya. Por último, la obra posee con un apartado que cuenta el contexto en el que fue creado el instituto. El Instituto «Antonio Ruíz de Montoya» nace en el año 1960, dos años después de la sanción de la Constitución de la provincia de Misiones. Por aquel entonces la provincia contaba solamente con el 40 % de profesores con título. Por lo que, el instituto surge en respuesta a la necesidad de formar educadores para el nivel medio. En el año 1963 se compra el terreno que está en la esquina de, donde actualmente funciona la institución. En 1967 se coloca la piedra fundacional y en 1970 comienzan a funcionar las primeras carreras en la sede de Rioja y Ayacucho, aunque sin terminarse las obras. Monseñor Jorge Kemerer realizó todas las gestiones necesarias para que el instituto fuera creado. Con la ayuda de la comunidad misionera y de instituciones europeas logró concretar su proyecto. El instituto funcionó en sus comienzos en una casa vieja de la calle Buenos Aires que pertenecía al Colegio Santa María y también en algunas de las aulas del Colegio Roque González. Jalhil Baltazar Cura fue el primer rector que tuvo la institución. Al que luego le siguió Monseñor Kemerer, con la compañía de María Luisa Micolis en el vicerrectorado. En esta etapa el Montoya vive una profunda crisis institucional, en la que muchos docentes renuncian y otros son separados de su cargo, por no adecuarse a los cambios que se planteaban a del Concilio Vaticano II. Dentro de las tareas que realizó el instituto para beneficio de la comunidad, sin duda una obra para rescatar es el trabajo que llevó a cabo la comunidad docente del instituto y los alumnos en el interior de la provincia, durante diez años, con comunidades aborígenes de Fracán y Perutí. Siguiendo de este modo la línea que hubiera elegido como ideal de trabajo Monseñor Kemerer, al tomar como modelo al padre jesuita «Antonio Ruíz de Montoya», ferviente defensor y promotor de los derechos de los aborígenes. «Quiero que recuerden todos los días que la tarea de enseñar y aprender que llevan a cabo en el instituto Montoya es valorada por la Iglesia porque la ve como labor comprometida para transformar el mundo, liberar al pueblo de sus limitaciones y promover todo aquello que en una perspectiva cristiana hace a la felicidad del hombre sobre la tierra y la encamina a su destino trascendente» (Monseñor Kemerer).

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