Apresan a «inventor» por supuesta estafa millonaria a varios empresarios

Se trata de Pablo Antonio, titular de Geneargen, quien prometía motores de energía contínua y otros descubrimientos a cambio de fuertes sumas de dinero para financiar la producción. Su hija está prófuga con pedido de captura.

Engañados. Dos de los denunciantes, junto a los abogados Noguera que investigaron para que el juez ordene la captura.

Engañados. Dos de los denunciantes, junto a los abogados Noguera que investigaron para que el juez ordene la captura.

La historia parece sacada del guión de una película de policiales de Hollywood, aunque con ribetes más fantásticos. Al igual que Atrápame si puedes, protagonizada por Tom Hanks y Leonardo Di Caprio, finalmente el presunto estafador está entre rejas. Se trata de Pablo Antonio, quien desde hace algunos años habría embaucado a empresarios conocidos y algunos políticos para que financien supuestos inventos que iban a revolucionar el mercado energético mundial. Salvo que su auto de energía continua y su sistema de ahorro de electricidad nunca funcionaron más allá de las custodiadas oficinas de la empresa.

Pablo Antonio fue apresado ayer por efectivos de la Brigada de Investigaciones que lo vigilaban por orden del juez Horacio Gallardo, quien lleva adelante la investigación por presunta estafa y asociación ilícita. Antonio salía en su camioneta Eco Sport de su mansión en Garupá, oculta por un murallón de seis metros de altura, presuntamente para huir del acoso judicial. Su hija Tatiana estaba hasta anoche prófuga con pedido de captura como organizadora de la asociación ilícita y su hijo Santiago como partícipe, se sospecha que escondido en Paraguay.

Antonio, propietario de la empresa Geneargen, que prometía a sus «socios» multiplicar ganancias con revolucionarios inventos a cambio de sus inversiones, había sido denunciado hace casi dos semanas por Aníbal Giménez y Daniel Hedman, dos de los desprevenidos inversores que perdieron mucho dinero y buscan reparación. Pero no serían los únicos. Los abogados Sebastián y Javier Noguera, patrocinantes de los afectados, estiman que la estafa llegaría a ocho millones de pesos en Posadas, con más de 70 inversores engañados, entre los que se encuentran algunos políticos que habrían llegado a poner hasta 500 mil pesos por ser los abanderados de la energía eterna.

El modus operandi de Antonio y de su hija arrancó en 2003 y según los denunciantes, no dejaba cabo suelto: presentaba los supuestos inventos a cambio de que sean financiados y fabricados por sus socios con la promesa de iniciar los trámites para patentarlos. El primero de los inventos fue un cargador de baterías inteligente, por el que Hedman puso cien mil pesos. Otro, un microsoldador eléctrico por arco, por el que consiguió 300 mil y finalmente, un reductor de corriente eléctrica, que le reportó 200 mil de entrega más otros 200 mil para la fabricación. Según admiten los propios socios, nunca se pudo comprobar la validez de los inventos, porque Antonio ponía condiciones imposibles de cumplir para que sean probados fuera de su empresa.

Cuando Hedman se sintió estafado y comenzó a presionar para recuperar su dinero, recibió un cheque trucho por 200 mil dólares.

Aníbal Giménez, como socio «oculto» de Geneargen puso otros 140 mil pesos. La empresa instalada en el ex edificio de LIFE sobre la avenida Lavalle casi Almirante Brown de Posadas, hoy está vacía y con un cartel de «en venta».

Cuando los «socios» comenzaban a impacientarse, Antonio padre desaparecía de la escena y entraba a jugar su hija, Tatiana, de apenas 25 años, quien se encargaba de «ablandar» a los desconfiados inversores y prometía agilizar los trámites a cambio de más dinero.

Ya con la denuncia penal en marcha, para frenar todo, Tatiana firmó un cheque por dos millones de pesos para calmar a los inversores. Solo que el cheque estaba en una cuenta cerrada cuatro días antes. Después, llegó a decir que los cheques fueron firmados, pero tirados desde un auto por su hijo.

Tatiana permanecía prófuga, pero su abogado ya presentó un pedido de eximición de prisión. Su padre, en cambio, pretendió estar enfermo de diabetes y con tres by pass, para ser internado en un sanatorio. A ambos podría caberles la pena de cuatro a quince años de prisión si se comprueba la estafa. Noguera asegura que no deberían ser excarcelados ya que ambos podrían fugarse y obstaculizar la investigación.

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