Análisis semanal: Dolores de cabeza de una elección innecesaria

En un clima que oscila entre la bronca y la apatía, los argentinos votaremos hoy en unas elecciones en las que nadie resultará electo y cuya presencia en el calendario electoral agrega volatilidad a una economía frágil, tal como ocurrió en 2019 y en 2021. Los terribles asesinatos que se sucedieron en los últimos días sumaron incertidumbre a un panorama que de por sí era de difícil lectura.

Las elecciones de hoy plantean un nivel de incerteza que no se veía desde los tiempos convulsionados que siguieron a la megacrisis de 2001. Si el panorama ya era difícil de sondear en las semanas previas, con encuestas contradictorias y campañas que no concitaron respaldo popular, se volvió todavía más arduo de escrutar en los últimos días por la conmoción que generaron cuatro asesinatos y la muerte dudosa de un manifestante. Hechos aberrantes que se instalaron en un contexto de previsible inestabilidad económica preelectoral.

La atención estaba concentrada en el aumento del dólar blue y el recalentamiento de la inflación, efectos directos de la incertidumbre que siempre generan en Argentina las costosas e innecesarias elecciones denominadas PASO, pero el miércoles un evento siniestro sacudió la escena y provocó el cierre abrupto de las campañas: asesinaron a una niña de 11 años para robarle el celular y la mochila.

El crimen tuvo lugar en la provincia de Buenos Aires, donde gobierna el kirchnerismo, más concretamente en Morón, cuyo intendente milita en las filas de Juntos por el Cambio. Como era previsible, lo que siguió fue un descarado pase de facturas entre ambas fuerzas políticas que lo único que logró fue exacerbar aún más la indignación popular.

Sucesos posteriores dejaron en claro que la muerte de Morena no puede ser entendida como un caso aislado: el jueves dos motochorros mataron a tiros a Juan Carlos Cruz, jefe de Emergencias del Hospital Carrillo; horas después asesinaron a tiros en la puerta de su casa a un joven identificado como Francis Castillo y el viernes, también durante un robo, acribillaron a Nelson Peralta, un profesor de educación física jubilado.

Cinco asesinatos en tres días. Episodios de violencia absurda derramada en territorios arrasados del Gran Buenos Aires en los que resulta más fácil conseguir algunas de las drogas más destructivas del mundo que comprar alimentos.

Otra muerte que sacudió a la opinión pública fue la de Facundo Molares, que se produjo en el contexto de la represión policial a una manifestación desarrollada en pleno centro porteño, casi al pie del Obelisco. Desde sectores de la izquierda y el kirchnerismo responsabilizaron al intendente Horacio Rodríguez Larreta, quien como única respuesta salió a felicitar a la Policía Porteña por el operativo.

La ola de hechos de violencia desatada tan cerca del día de las elecciones dejó a los analistas y encuestadores sin tiempo para medir la incidencia que estos sucesos podrían tener en las urnas.

Hay quienes entienden que la vuelta al primer plano de la inseguridad como tema de agenda política favorece a los candidatos más extremistas de la mano dura, como Patricia Bullrich y Javier Milei. Otros sugieren que el efecto principal sería un incremento en la abstención y el voto en blanco, dado que ninguno de los candidatos tendría los atributos para capitalizar políticamente el descontento que produce la inseguridad que azota a Buenos Aires y otras grandes ciudades del país como Rosario.

Salvando las distancias, ocurre algo parecido con la economía. En condiciones normales una inflación anual por encima del 100 por ciento, con caída del poder adquisitivo de los salarios y volatilidad cambiaria garantizaría una derrota electoral del candidato del Gobierno nacional, sin importar su color político.

Pero ese no es el cuadro de situación que se presenta de cara a las PASO del domingo porque el electorado no ve en ninguna de las opciones opositoras la capacidad suficiente para revertir la crisis y el actual ministro de Economía, Sergio Massa, supo ganarse el respeto como piloto de tormentas después de estabilizar una situación de extrema volatilidad.

También porque Juntos por el Cambio ya tuvo su oportunidad en un contexto mucho más favorable al actual y fracasó rotundamente en el manejo de la economía y porque la alternativa que propone Javier Milei parece poco factible, por no decir impracticable.

 

PASO a la incertidumbre

Como ya ocurrió en 2019 y en 2021, las PASO vienen a agregar un componente de volatilidad a la economía, algo que en el contexto actual de fragilidad se traduce en un problema con efectos directos al bolsillo de la gente.

La pandemia, la guerra en Ucrania, la sequía y errores no forzados de la gestión de Alberto Fernández llevaron al país a una posición muy delicada especialmente por la escasez de reservas. En ese contexto, cualquier incremento en la demanda de dólares provoca desequilibrios muy difíciles de gestionar.

Cuando los que tienen algunos pesos en las manos (desde grandes inversores a pequeños ahorristas) avizoran la posibilidad de una corrida buscan adelantarse.

Las PASO han demostrado capacidad para generar corridas cada vez que los resultados electorales no son del gusto de ese colectivo incierto denominado “el mercado”.

Las PASO han demostrado capacidad para generar corridas cada vez que los resultados electorales no son del gusto de ese colectivo incierto denominado “el mercado”.

Y como por estos días nadie parece tener alguna noción de quién saldrá fortalecido de las elecciones del domingo, en realidad ni siquiera está muy en claro qué resultados agradarían al mercado y cuáles no, todos salieron a cubrirse por las dudas.

Eso hizo que en poco tiempo el parámetro del dólar blue pasara de los 500 a los 600 pesos en pocos días y que la inflación se recalentara.

La pregunta que más escucharon los analistas en los últimos días remite a la cotización que tendrían los dólares paralelos el lunes post PASO. Todos tienen en claro que la respuesta a esa pregunta dependerá del resultado que marquen las urnas, aunque las interpretaciones de los posibles resultados varían.

Hay quienes entienden que si Bullrich o Milei resultan bien posicionados, el dólar blue debería bajar porque ambos prometen eliminar el cepo rápidamente y nadie iría a comprar blue si en un futuro próximo tendría la posibilidad de comprar oficial.

Otros hacen una lectura inversa y argumentan que si se levantara el cepo rápidamente, la cotización del oficial se dispararía por encima de lo que vale el blue, tal como ocurrió cuando Macri levantó el cepo a inicios de su mandato. En consecuencia el resultado que alimentaría la corrida sería un triunfo de Bullrich o de Milei, y los mercados reaccionarían con más tranquilidad ante buenos resultados para Massa o Larreta, que proponen soluciones más progresivas.

Cualquiera sea el resultado electoral y cualquiera la reacción de los mercados, lo ocurrido hasta este punto revela que una vez más las PASO se convirtieron en un factor negativo para la economía y la gente lo terminó sintiendo en los precios.

Teniendo en cuenta que se trata de una elección innecesaria, en tanto no termina de definir a ningún ganador sino que se limita a resolver las internas en los frentes, cada corrida pre y post PASO termina reforzando los argumentos de quienes proponen desterrar las primarias del calendario electoral.

Otro efecto negativo de las primarias se produce cuando su resultado establece una tendencia irreversible en contra del gobierno de turno. Porque cuando eso ocurre se extiende innecesariamente el período de transición en el que conviven una gestión saliente que conserva el poder formal pero que ya perdió el poder real y un presidente electo que todavía no tiene las herramientas para ejercer la autoridad que ganó en las urnas.

 

Ausentismo creciente

La estructura de tercios que en algún momento caracterizó al escenario electoral nacional más allá de las variaciones que las encuestas fueron atribuyendo en los últimos meses a uno u otro de los tres espacios principales en disputa, se vio desdibujada en las últimas semanas por la irrupción de una cuarta fuerza: el ausentismo.

Las elecciones realizadas a lo largo del año en 15 provincias marcaron el pulso de una sociedad en la que crece el desánimo, lo que se tradujo en los niveles de abstención más altos desde el retorno de la democracia.

En las primarias presidenciales de 2019 votó el 76,4% de los empadronados. Luego, en octubre, la cifra alcanzó el 81,3%.

En Córdoba el 24 de junio se eligieron representantes provinciales y el ausentismo subió cuatro puntos respecto a 2019, votó el 68,2% del electorado. Un mes después, el 23 de julio, los habitantes de la capital cordobesa votaron a su nuevo intendente con una participación del 58% del padrón. 15 puntos menos que en 2019.

En la provincia de Chubut, durante la elección para gobernador fueron tres puntos menos que en 2019: 69,3%. Algo similar ocurrió en Salta que tuvo un 69,5% y Tierra del Fuego el 71,2%.

Chaco, por su parte, tuvo el 62,9% y en las provinciales de 2019, sin PASO, fue a votar el 72%. Lo mismo sucedió con Santa Fe con 62,7%.

Un alto nivel de ausentismo para las elecciones del domingo es una posibilidad que preocupa a todos los partidos y haría que los resultados de las PASO fueran todavía más difíciles de transpolar a las generales, con los cual estas primarias no servirían ni siquiera como una gran encuesta.

La novedad que introduce esta primaria con relación a las anteriores es la presencia de una interna (la de JxC) cuya virulencia llevó a una división del electorado de esta fuerza que difícilmente se podrá volver a encolumnar detrás de quien resulte ganador en esa puja.

Convencidos de que el futuro presidente no podría salir de otro lugar que no fuera JxC, Bullrich y Larreta entendieron que la elección más importante que tenían frente a ellos era la interna.

Bajo esa lógica llevaron adelante sus campañas con el objetivo principal de destruir al rival interno. Ambos terminaron perdiendo votos propios y cedieron terreno para el crecimiento de Massa y de Milei, pero lo más importante, dividieron al electorado de JxC y así se privaron de la posibilidad de atraer a los votantes de su rival en la interna.

Con lo cual habrá un porcentaje importante de votos (los del perdedor de la interna Larreta -Bullrich) que tendrán destino incierto en las generales. Si eso se suma un nivel de ausentismo que supere los 35 puntos, no sería descabellado pensar en un escenario post PASO en el que más de la mitad del padrón no haya votado por ninguno de los candidatos en carrera.

no sería descabellado pensar en un escenario post PASO en el que más de la mitad del padrón no haya votado por ninguno de los candidatos en carrera.

Bajo esas circunstancias, habrá que barajar y dar de nuevo para las elecciones generales de octubre que se presentarán como un proceso completamente diferente para el que el antecedente de las PASO no resultará determinante.

 

Panorama provincial

En sus elecciones provinciales Misiones se destacó por ser una de las únicas provincias que registró un nivel de participación que está en línea con el promedio observado en los comicios que se celebraron desde la recuperación de la democracia.

En buena medida eso responde a que el Gobierno provincial, que fue masivamente respaldado en esas elecciones, siempre se cuidó de no caer en la grieta que proponen los dos grandes espacios nacionales como modelo político al que adhieren muchos de los delegados de esos dos espacios en Misiones.

El escenario plantea una elección entre espacios que proponen un alineamiento a algún espacio político de alcance nacional, Juntos por el Cambio por ejemplo, y el Frente Renovador de Innovación Federal que lleva una propuesta propia y cultiva una relación de cercanía con el actual  ministro de Economía a cargo de la gestión del Gobierno nacional y candidato a presidente por el oficialismo, Sergio Massa.

Desde el Gobierno provincial argumentan que esa cercanía con Massa aporta a sus legisladores nacionales un canal de diálogo más fluido para gestionar y que tener un mayor número de legisladores nacionales propios le daría a la Provincia más peso para negociar beneficios para los misioneros.

Las buenas relaciones en la política son muy importantes, sobre todo cuando se construyen con varios años de trayectoria, cumpliendo los compromisos asumidos, honrando la palabra empeñada y actuando de cara a la gente. Y las coincidencias ideológicas también tienen gran peso a la hora de encontrar respuestas más rápidas a los pedidos que pueden salir de la provincia o de los municipios.

En ese sentido, es claro que Misiones tiene un candidato más cercano, que se comprometió con los pedidos de los últimos años, dio respuestas y se jugó por la provincia. Los otros candidatos manejan propuestas poco atractivas para la provincia, como Larreta que propuso desregular el mercado yerbatero o Bullrich cuya plataforma de campaña se basa en la represión de la protesta social y el ajuste. “A Misiones nada de eso le sirve”, argumentan desde el Gobierno provincial.

Atendiendo a esa convicción, el Frente Renovador decidió dejar de lado la boleta corta con la que compitió en las últimas elecciones nacionales y eligió apoyar con fuerza la candidatura de Sergio Massa, incluso a pesar de que no hay un resultado claro por la paridad que muestran las encuestas.

“No especulamos con los resultados sino que decidimos en base a lo que más le conviene a los misioneros”, argumentaron desde La Rosadita.

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