El presidente de El Salvador Nayib Bukele cumple cuatro años en el poder, marcado por la popularidad y cuestionamientos por su lucha contra las maras

Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, ha comenzado su último año de gobierno en medio de una gestión controvertida que ha estado marcada por su lucha frontal contra las "maras" o pandillas que han dominado el país desde el final de la guerra civil en los años 90.

Desde que asumió el cargo el 1 de junio de 2019, Bukele ha sido tildado de «populista» y ahora se encamina hacia una virtual reelección, habilitada en medio de una enorme polémica debido a una Corte Constitucional que la oposición considera cooptada por el gobierno.

 

A sus 41 años, el mandatario goza de una enorme popularidad que, según algunas encuestas, alcanza el 90%. ¿Cuál es la causa de esto? El desmantelamiento casi total del poder de acción de las mafias criminales, con más de 65,000 arrestos de presuntos pandilleros en el último año. Sin embargo, este rotundo éxito en la lucha contra las «maras» se enfrenta a reiteradas denuncias de violaciones a los derechos humanos, arrestos arbitrarios y acusaciones de «totalitarismo» por parte de la oposición tradicional que ha sido arrasada del mapa político.

«En estos casos, una verdad no excluye a la otra. Son hechos complementarios. Por un lado, Bukele ha construido una enorme popularidad por su guerra contra las maras y su ruptura con la política tradicional, pero por otro lado, es la única autoridad del país. Controla los tres poderes del Estado. Obtuvo una mayoría legislativa en 2021, destituyó al fiscal general de la República (Raúl Melara) y removió a un tercio de los 690 jueces y a los miembros de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, la instancia judicial más alta del país, a quienes reemplazó con magistrados afines», afirmó el periodista salvadoreño Carlos Martínez, especializado en la cobertura del fenómeno de las pandillas en América Central y miembro del Foro Centroamericano de Periodismo.

 

La gestión de Bukele ha sido un doble filo. Por un lado, ha logrado resultados positivos en el combate contra las pandillas, algo que ha sido valorado y aplaudido por la población que anhelaba un país más seguro y libre de violencia. Sin embargo, por otro lado, su forma de gobernar ha despertado preocupación tanto a nivel nacional como internacional. El hecho de que controle prácticamente todos los poderes del Estado y haya destituido a funcionarios claves del sistema judicial ha generado críticas y acusaciones de autoritarismo.

 

El gobierno de Bukele ha sido descrito como un fenómeno político sin precedentes en El Salvador. Su popularidad y su estilo de liderazgo han captado la atención de la población, pero también han generado incertidumbre sobre el futuro de la democracia en el país. Mientras algunos lo ven como un héroe que ha logrado enfrentar a las pandillas y renovar la política tradicional, otros lo ven como un tirano que ha concentrado demasiado poder en sus manos.

 

El Ascenso y los Cuestionamientos a la Popularidad de Nayib Bukele en El Salvador

 

A pesar de surgir del tradicional y izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), heredero de la guerrilla salvadoreña, Bukele llegó a la presidencia a través del pequeño partido de derecha Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA). Su discurso antisistema y su promesa de romper con la política local fueron clave para atraer a un electorado que buscaba un cambio pragmático. Además, supo aprovechar de manera inteligente las redes sociales para conectar con los salvadoreños.

 

En sus primeros meses de gobierno, Bukele estableció acuerdos con las tres principales pandillas del país: la Mara Salvatrucha 13 y las dos facciones de Barrio 18. El objetivo era reducir la violencia y mantener el apoyo electoral. Sin embargo, estos acuerdos generaron presiones por parte de Estados Unidos, lo que llevó a Bukele a cambiar su estrategia y optar por una demostración de fuerza. Una ola de arrestos de pandilleros se llevó a cabo, lo que desató una brutal respuesta de las pandillas, resultando en más de 80 asesinatos al azar en un solo fin de semana en marzo de 2022.

 

Ante esta situación, Bukele declaró el estado de excepción en todo el país y comenzó una guerra sin precedentes contra las pandillas. Según el presidente, más de 65,000 pandilleros fueron detenidos en los últimos 14 meses en los que se mantuvo vigente esta medida constitucional. El impacto fue notable: El Salvador experimentó un cambio radical en su seguridad, con la gente recuperando las calles que antes eran dominadas por las mafias criminales. Los homicidios disminuyeron drásticamente en comparación con años anteriores, según datos oficiales.

 

Sin embargo, a pesar de los logros en materia de seguridad, surgieron preocupaciones sobre el respeto a los derechos humanos durante esta lucha contra las pandillas. Bukele construyó una megacárcel con capacidad para 40,000 presos, considerada la más grande de América. Organizaciones de derechos humanos han denunciado torturas y detenciones sin pruebas a miles de personas en esta prisión. La ONG Cristosal informó que hasta abril, 153 reclusos habían fallecido «bajo custodia del Estado». Estas denuncias se suman a las acusaciones de arrestos arbitrarios y violaciones a los derechos humanos planteadas anteriormente.

 

A pesar de estas denuncias, la popularidad de Bukele no se ha visto afectada significativamente. La mayoría de los salvadoreños percibe una mejora en la seguridad del país y considera a los detenidos como sospechosos que, de alguna manera, han estado involucrados en actividades criminales. Esto ha sido posible gracias al control que el gobierno ejerce sobre la información.

 

Nayib Bukele: En busca de la reelección a pesar de las limitaciones constitucionales

 

Nayib Bukele, presidente de El Salvador, se encuentra actualmente contemplando la posibilidad de buscar la reelección en las próximas elecciones programadas para marzo de 2024, a pesar de que la Constitución del país prohíbe expresamente la reelección presidencial. La corte constitucional ha habilitado a Bukele para postularse nuevamente, generando así una enorme polémica en el ámbito político.

 

El mandatario, quien ha sido descrito como un líder con un poder absoluto, ha construido una imagen en torno a su figura, convirtiéndose en el único rostro visible y en una especie de mesías para muchos. Se presenta públicamente como el vencedor de los políticos tradicionales, el hombre capaz de derrotar a las pandillas con mano firme y astucia, aquel que humilla a sus opositores y ha transformado al país en un lugar próspero y seguro. Sin embargo, estas afirmaciones han sido objeto de ironía y crítica por parte de algunos sectores de la sociedad.

 

Con altos índices de popularidad que respaldan su gestión, algunas encuestas revelan que el apoyo a Bukele alcanza hasta el 90% de los salvadoreños. Esto le proporciona una base sólida de seguidores y crea una situación propicia para su posible reelección.

 

No obstante, la habilitación de Bukele para buscar otro período de gobierno ha generado un intenso debate, especialmente por parte de la oposición y de aquellos que consideran que la corte constitucional está cooptada por el gobierno. La polémica radica en la supuesta violación de los principios democráticos y en la consolidación de un poder excesivo en manos del presidente.

 

A pesar de los cuestionamientos y las limitaciones constitucionales, el futuro político de Nayib Bukele se presenta como una posibilidad concreta. El panorama electoral y la opinión pública respaldan su gestión, lo que le otorga una ventaja significativa de cara a una virtual reelección. Con información de TN.

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