Reflexión del Pastor Guillermo Decena: «La chispa que enciende un fuego»

El Pastor Guillermo Decena expresó que "la semana pasada hablamos del tema de la codicia y la envidia, que están relacionados y habitualmente pasan inadvertidos en la vida de los cristianos. Hoy los invito a leer en la Biblia los pecados de la lengua, las palabras y todas las consecuencias que pueden desatar en nuestra vida".

«Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno…» (Santiago 3:4-8).

Hacemos bien en meditar en los pecados humanos que son sutiles y que pasan muchas veces desapercibidos. La semana pasada hablamos del tema de la codicia y la envidia, que están relacionados y que habitualmente pasan inadvertidos en la vida de los cristianos. Hoy los invito a leer en la Biblia los pecados de la lengua, que son las palabras, y todas las consecuencias que puede desatar en nuestra vida.

El Pastor Guillermo Decena enumeró algunos puntos:

I) Nuestras palabras forjan nuestro futuro.

«Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere» (Santiago 3:4).

Las grandes naves de la época del apóstol Santiago eran dirigidas por un pequeño sistema direccional comparado con el tamaño del barco: el timón. Así mismo, nuestra lengua es pequeña y aun casi oculta, pero puede dirigir nuestra vida a la derrota y llevarnos a perder el rumbo.

«La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos»(Proverbios 18:21).

Tenemos que tener cuidado con las palabras que escuchamos o leemos, debemos aprender a sanar nuestro corazón para hablar palabras sanas. Podemos decir que nuestro destino está forjado por nuestras palabras y las palabras que aceptamos.

Aceptemos pues la bendita Palabra de Dios, que nos llevará siempre de victoria en victoria, forjará una vida con propósito y nos guiará a la eternidad con Dios. Nunca nos olvidemos como Jacob declaró «que muera la persona que había sustraído los ídolos de su suegro», y lamentablemente él no sabía que era su amada Raquel la que había hecho eso, la cual murió prontamente.

Entienda que el creyente ha recibido autoridad en sus palabras y debe usarla con responsabilidad para edificación.

En Génesis 37, José el hijo de Jacob, soñó con once manojos de trigo, cada uno representando a uno de sus hermanos, que se inclinaban ante su manojo, es decir, ante él. A partir de allí sus hermanos lo odiaron, y su padre aún le retó por su aparente soberbia. Pero no era soberbia, sino era afirmar su destino, direccionar su vida porque, aunque provocó envidias y odios, su sueño se cumplió.

«Los que confían en Jehová son como el monte de Sion, Que no se mueve, sino que permanece para siempre. Como Jerusalén tiene montes alrededor de ella, Así Jehová está alrededor de su pueblo Desde ahora y para siempre» (Salmo 125:1-2).

Dirige el timón de tu destino. Lo que no se expresa, no ocurre, lo que expresas, acontecerá. “Te has enlazado con las palabras de tu boca” (Proverbios. 6:2).

Hablar el lenguaje del Reino de Dios es comenzar a caminar por nuevos caminos, y seguro que llegaremos a destinos de victoria.

Descarta tus “NO PUEDO”. Es quizás la frase negativa más común. Nos inculca falsas creencias. No abuses de las palabras “DIFICIL”, “IMPOSIBLE”, “FATAL”. Son mensajes negativos y de incapacidad que enviamos a nuestro cerebro y atan nuestras fuerzas.

¡Nunca digas nunca! ¡Haz que pase, haz que suceda declarando la victoria antes que la veas, antes que la vivas! ¡Tú decides! El poder está en tus manos ¡y en tu boca! Sé el cambio que quieres ver en ti y verás cómo cambia el mundo alrededor.

 

II) Chispas del infierno.

«Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!» (Santiago3:5-6).

Debemos tener cuidado al hablar sin control, esto sería espiritualmente muy peligroso. En las muchas palabras no falta pecado. «Más el que refrena sus labios es prudente» (Proverbios 10:19). Practiquemos el ayuno de lengua, esto es hablar lo justo y necesario y en el ámbito espiritual veremos la diferencia.

El chisme: «No andarás chismeando entre tu pueblo. No atentarás contra la vida de tu prójimo. Yo Jehová» (Levíticos 19:16).

El chisme se diferencia del compartir información en dos aspectos: Los chismosos generalmente tienen el objetivo de engrandecerse a sí mismos haciendo quedar mal a los demás y exaltándose a sí mismos como si fueran una especie de poseedores de conocimiento. Los chismosos hablan de los defectos y debilidades de los demás, o revelan detalles vergonzosos o que pueden resultar bochornosos sobre la vida de otras personas sin su conocimiento o aprobación. Aunque no tengan mala intención, siguen siendo chismes (Romanos 1:28-32).

Vemos en este pasaje lo grave que es el pecado del chisme, que es parte de los detractores y murmuradores, injuriosos y que caracteriza a los que están bajo la ira de Dios. La mente ociosa es el taller de Satanás, y Dios nos advierte que no permitamos que la ociosidad entre en nuestras vidas. «El que anda en chismes descubre el secreto; no te entremetas, pues, con el [ella] suelto de lengua» (Proverbios 20:19).

El que anda en chismes descubre el secreto; mas el de espíritu fiel lo guarda todo» (Proverbios 11:12-13). La Biblia nos dice que «el hombre perverso levanta contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos» (Proverbios 16:28).

Muchas amistades se han arruinado por un malentendido que empezó con un chisme. Tristemente, algunas personas prosperan en esto y buscan oportunidades para destruir a otros.

Y cuando se les confronta, niegan las acusaciones y responden poniendo excusas y argumentos. «El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias» (Proverbios 21:23).

Así que debemos guardar nuestras lenguas y abstenernos del acto pecaminoso del chisme (Proverbios 6:12-19).

 

III) La chispa de Dios. seamos llenos del Espíritu Santo.

«Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humano» (Santiago 3:7-8).

El ser humano ha recibido autoridad sobre la creación y sobre cada especie, y a través de la historia ha ejercido ese poder sobre el reino animal con autoridad. Pero algo que nunca ha podido domar el ser humano es su propia lengua, y necesita una fuerza superior para poder hacerlo.

«Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis» (1 Corintios 14:1-4).

La palabra de Dios en nuestra boca puede ser la chispa que enciende el fuego del poder de Dios en la humanidad. Los creyentes en Cristo debemos ser bautizados en el Espíritu Santo, hablando en lenguas para edificación propia y compartiendo el mensaje para edificación del prójimo y estas dos actividades espirituales es lo más sublime que podamos hacer con el don maravilloso que Dios nos ha dado: el poder hablar.

Por esto no seamos insensatos como cristianos hablando palabras ociosas, Jesús advierte de las consecuencias que tendremos: «Mas yo os digo que de toda palabra ociosa hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio» (Mateo 12:36).

Somos llamados a ser reyes y sacerdotes para Dios, nuestro corazón debe ser bueno para poder portar en nuestras bocas las palabras del Espíritu Santo, es por ello que Dios mira el corazón y no las apariencias.

«No se emborrachen con vino, que lleva al desenfreno. Al contrario, sean llenos del Espíritu. Anímense unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales. Canten y alaben al Señor con el corazón, dando siempre gracias a Dios el Padre por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo» (Efesios 5:18-21).

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor Guillermo Decena

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