La casa de madera de Misiones con sello propio a la escena mundial

Los árboles y su madera figuran entre los más tempranos abrigos de la especie humana. También desde antes de homo sapiens, sirvieron las cuevas y otros refugios, pero la madera siempre estuvo ahí.

En Misiones, pura selva y arboleda en su origen, la vivienda del pueblo originario, criollos e inmigrantes se construyó de madera, ramas y hojas. Y venció el prejuicio de la precariedad de ese tipo de obras.

Un equipo de investigación de la Universidad Gastón Dachary, liderado por la arquitecta Vanessa Vargas Velázquez investigó a fondo el modo de pensar y construir las casas de maderas misioneras. Esta herencia de la arquitectura popular –aún vigente en Misiones- es una simbiosis con aportes de guaraníes, criollos e inmigrantes. Tiene sello propio que será presentado a nivel mundial en Chile dentro de tres meses.

Y la tecnología rural popular que se aplicó en la construcción de casas de madera, fue el fruto de una alianza solidaria entre los pueblos originarios y quienes llegaron de otros sitios de la Tierra. Este fenómeno es único, porque las maderas duras, de ley, que existen en Misiones, más la tecnología del inmigrante engendraron el milagro de una tradición arquitectónica.

Misiones le puso su sello a la arquitectura con madera. Y esos ejemplos, unas 30 casas típicas de la cultura local, serán presentados en el 24º Simposio Internacional IIWC, organizado por el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) en la isla de Chiloé, al sur de Chile, a fines de noviembre y principios de diciembre.

Es que, construir una casa de madera es tarea humana en cualquier sitio boscoso del mundo. Pero, en Misiones, con sus árboles magníficos, su clima de sol, de lluvia abundante, y también de frío intenso a fines de julio y en agosto antes de la primavera, pensar una vivienda familiar es toda una exigencia para un espíritu previsor.

La magister arquitecta Vanessa Vargas Velázquez y su equipo de la Universidad Gastón Dachary (UGD) y su equipo lo descubrieron al cabo de un trabajo de dos años, en los que relevaron 30 casas de madera en Misiones. ¿Cómo se hicieron, con qué materiales, qué técnicas se usaron? Fue esta una de las preguntas originales.

Casa de madera de Misiones
Parte del equipo del Dachary que realizó un pormenorizado estudio de las casas de madera en Misiones.

Y no incluyeron más casas porque el estudio cuenta con financiación limitada y ya deben prepararlo para llevarlo a Chiloé. Lo dejarán para una segunda etapa, confesó la arquitecta Vargas Velázquez. Y ya no se trata solo de preparar una presentación para un simposio, sino de la propuesta de una forma de protección de este acervo cultural misionero.

Fue un trabajo de dos años, duro, minucioso y revelador. Permitió reflejar los “rasgos constructivos transculturales” de la vivienda de madera de Misiones. Lo presentarán en el 24º Simposio Internacional IIWC, organizado por el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) en la isla de Chiloé, al sur de Chile, entre la última semana de noviembre y la primera de diciembre.

La arquitecta Vanessa Vargas Velázquez, titular del área de Historia y Teoría en la carrera de Arquitectura de la Universidad Gastón Dachary (UGD) de Posadas, investigó junto a sus colegas Agustina Basile y Juan Barón y a Ulises Quiroz, estudiante becado de la casa de altos estudios. Vargas Velázquez afirmó que esas casas relatan la historia productiva misionera y se requiere su conservación. Alientan además un producto industrial que no es precario, ni solo de uso turístico como las cabañas, pues muchas familias aún habitan construcciones de más de 100 años.

Casa de madera de Misiones
La arquitecta Vanessa Vargas Velázquez recorrió Misiones y descubrió una simbiosis entre lo guaraní, lo criollo y el aporte transcultural del inmigrante en los materiales y técnicas usadas para levantar casas de madera.

Tal vez te interese leer: La gerente social del IPRODHA negó que existan “gestores intermediarios” para la adquisición de viviendas

 

“A los misioneros, como en cualquier lugar del mundo, nos gusta mostrar cómo hacemos las cosas. Aquí, ahora y durante el fluir de nuestra historia. En el caso de las casas de madera hubo una rápida y temprana simbiosis entre los pueblos originarios y el inmigrante, además de los criollos que migraban de un punto a otro de lo que hoy es la Argentina”, señaló Vargas Velázquez.

Lo primero que apareció fue la simbiosis entre pueblo originarios e inmigrantes ante el uso de la materia prima, los árboles nativos de madera dura como el urunday o el lapacho, y la tecnología o forma de hacer las cosas para construir una vivienda. En dos años recorrieron la provincia y descubrieron tesoros ocultos, a la opinión pública, de casas de madera que son –todavía hoy- como castillos salidos de un cuento. Ella misma lo confiesa.

Ahora llegó el momento de sorprender con una historia única, no solo a extraños –en el caso de Chiloé- sino también en la propia Misiones donde se investigan sus tesoros ocultos. El estudio y análisis de una treintena de hogares asentados en esas casas aún firmes y en pie.

Este “hacer” misionero será presentado en noviembre ante especialistas de todo el mundo en Chiloé, a su vez el santuario chileno de edificios en madera, que aún admiran por su solidez y habitabilidad. Investigaron en toda Misiones y llegaron a un punto en que habían duplicado el número de casas de madera, algunas de más de un siglo, que debían preparar para el encuentro de Chiloé. Habrá una segunda etapa prometió entonces, la arquitecta y magister Vanessa Vargas Velázquez.

Casa de madera de Misiones
Imagen actual de la casa de la Colectividad de Rusia y Bielorrusia, con restauración de la arquitecta Okulovich. En su construcción no se usaron clavos, solo tarugos y encastres, con madera autóctona según el saber guaraní en su corte y secado. Imagen de Facebook.

¿Cómo fue la investigación?

Se hizo en dos años, en toda Misiones porque la propuesta fue indagar acerca de las tecnologías de estas viviendas de madera desde 1900. Es imposible abarcar a todas y observamos viviendas con ciertas características, como tiempo, cualidades, formas estilísticas, porque los inmigrantes propusieron y traían en su cabeza lo transcultural, con las ideas que traían de su país de origen. Encontrábamos viviendas que no tenían que ver con una propuesta local, sino que mezclaban un poco lo que traía el inmigrante, lo que proponía el criollo viviendo en Misiones y también la base constructiva nativa guaraní, en el uso de la madera. Todo se mezcla y produce un tipo de vivienda de madera única para nosotros. ¡Y toda esa mezcla es la historia de nuestra formación como provincia, nuestro sustrato guaraní, nuestra experiencia criolla, la propia, más lo que trae el inmigrante! Esa mezcla se pone de manifiesto en la arquitectura. Estas son las viviendas que pudimos encontrar y son las que trabajamos.

¿Qué aprendieron los europeos con su experiencia tecnológica, del criollo y del guaraní? ¿Y que pudieron aplicar estos, de los inmigrantes?

Sin duda esta pregunta podría ser la hipótesis. El título de la investigación es tecnología; y esa línea de la tecnología, para nosotros los arquitectos es el material, más la mano de obra y el cómo se hace. Ese conocimiento de tecnología que trae el inmigrante es algo intangible, que solo lo vemos al observar la construcción, porque no lo conocemos. Y a partir de la construcción, vamos a analizar y estudiar si eso es realmente nuestro o si es algo que el inmigrante trajo en su cabeza y lo recreó. El usaba también madera o sea que había una familiaridad con el material. El tema es hacerlo con las nuevas especies. La mayoría de estas viviendas que nosotros encontramos eran de madera dura, de las famosas maderas de ley, que en aquel momento nuestro bosque nativo era otro, no el de ahora. Son maderas como el Urunday o el Lapacho, maderas muy duras que permitieron que hoy vayamos y podamos ver una casa de madera que tiene prácticamente 100 años.

¿Cuáles eran esas maderas duras?

El urunday, el lapacho, son maderas de ley. El cedro es una semidura aunque a veces era usado, a lo mejor no para la parte estructural, pero sí para pisos o revestimientos. La cuestión acá es qué aprende el inmigrante. El guaraní tiene un gran conocimiento sobre la madera porque sabía hasta en qué fase de la luna tenía que cortar para que el árbol tuviera un tiempo suficiente de perder su savia, secarse correctamente.

¿En el cuarto creciente quizás?

Horacio Quiroga, cuando hace su cuento Techo de incienso, relata que los guaraníes de San Ignacio le ayudaron a elegir la madera y le enseñaron porque él había cortado el incienso para hacer las tejuelas de madera, los techos de tablitas, en una época incorrecta. Quiroga las cortó, las puso, y no las dejó secar. Entonces terminaron doblándose, quedando como una especie de escamas y los nativos le ayudaron y le contaron cuándo tenía que cortar, cómo hacerlo, y esto es un saber que lo tuvieron que aprender del hombre de aquí para tratar nuestras maderas.

¿Y qué otras cosas enseñaron los guaraníes al inmigrante?

Luego, con un tipo constructivo o tipología que el inmigrante hizo como una vivienda extraída de un cuento, tenían galería.

Un lugar para tomar un mate o recibir visitas.

Porque esa es nuestra cultura. Nosotros en Misiones dividíamos dónde vamos a tomar nuestro mate, nuestro tereré, dónde vamos a recibir a la gente; es algo cultural, funcional. Entonces la galería es un aporte nuestro, propio, que también aparece en la vivienda. Luego, desde afuera, desde el inmigrante, un montón de formas constructivas totalmente novedosas que nosotros las podemos identificar en propuestas de cielorraso, novedades de revestimiento, encastres totalmente sin clavos. Las uniones no usaban clavos, usaban tarugos. Ahí hay un montón de nombres técnicos de cosas importadas y así nosotros podíamos identificar dónde estaba el aporte de los inmigrantes, dónde lo criollo, y todo eso se fusionaba.

¿Como la casa rusa que no tiene un solo clavo?

Exacto, esa casa de Bielorrusia, también está inventariada, trasladada desde su lugar original hacia el Parque de las Naciones, adaptada y reformada por la arquitecta Okulovich para que representara la casa de la comunidad de Bielorrusia. Esa casa fue armada solo con encastres. Ella contaba que se rompió un vidrio de una de las ventanas y tuvo que desarmar toda la ventana porque no había manera de volver a colocar el vidrio sin desarmar todo.

(N. de la R.) Perteneció a Basilio Mielnik, en Colonia Guaraní, durante los años 1932/1937, y sin desarmarla se trasladó al Parque de las Naciones.

Casa de Madera en Misiones
El antes de la casa de la Colectividad de Bielorrusia, en una chacra de Panambí, en una imagen de Milenico. Fue cargada en un camión, entera, y llevada al Parque de las Naciones en Oberá.

¿En cuanto a la economía de la construcción, de los materiales y de la mano de obra y del tiempo, qué arrojó esa simbiosis o mutua enseñanza, tanto del inmigrante cuanto de los criollos y guaraníes?

Los guaraníes van quedando atrás dentro de la historia porque, después de que se fueron los jesuitas, los poblados guaraníes se disolvieron. Aunque algunas quedaron y son nuestras localidades donde se asentaron los primeros inmigrantes. En cuanto al inmigrante, por lo general se agrupaban por colectividad. Porque primero se abría la picada, después se consolidaba la colonia, polaca, alemana, y muchos quedaron como colonia y otros se incorporaron a nuevas localidades como Guaraní, u otras cerquita de ciudades hoy mucho más grandes. Ellos trabajaban mucho comunitariamente, en la picada de la colonia alemana por ejemplo, trabajaban juntos para construir la casa de sus hermanos de patria. Juntos, las construían y a veces tardaban años en juntar la madera. Cuenta Albert Roth en uno de sus libros, que tardó como 12 años en juntar toda la madera necesaria para hacer su casa definitiva.

¿Se adaptó bien esa casa de madera, como en el uso de las tejuelas de madera; esa técnica la tenía el guaraní o la trajo el inmigrante?

Sí, pero se hacía ya antes aquí. No fue algo traído del guaraní porque en el último período jesuita o guaraní ya se usaban tejas cerámicas. Las de madera las usaba más el colono que la hacía a hacha; otra realidad cuando hablamos de tecnología. No existían los aserraderos; no era madera industrializada, era madera que había que cortar con las herramientas que se tuvieran.

¿Económicamente fue una solución o hubo otros habrán optado por la mampostería o el ladrillo?

Usaron lo que el medio o el entorno proveía en ese momento; y lo que el entorno proveía, era madera. Al llegar ya se hacían acreedores de grandes extensiones de tierra y tenían árboles, un recurso que estaba en su propiedad y no tenían que pagar por esa madera. El tema era que alguien te ayude a construir. Además, muchos inmigrantes, como los alemanes, antes de llegar a Misiones estuvieron en Brasil o Paraguay; de hecho la inmigración limítrofe es la primera que llega a Misiones. Esta mano de obra alemana que llegó emigrada de Paraguay o de Brasil, algunos pasaron antes por Buenos Aires, ya tenía un conocimiento previo. Entonces eran ellos los que trabajaban la madera que tenía en su propiedad y con esto construían. Ahora, la mejora de la vivienda de madera, estaba directamente relacionada con su producción. A medida que sus cultivos progresaban -en ese momento el Oro Verde, la yerba mate- estaban dispuestos a destinar parte de ese dinero a mejorar la calidad de su vivienda, pero no era una prioridad. El cultivo era la prioridad, no la vivienda.

¿Y al hacer rozados estaban obligados a la fuerza a hacer uso de la madera sobrante?

Contaba Roth en una de sus memorias, que había llamado a un vecino para que le ayude a solucionar el tema de un establo y que de un timbo sacó como mil tejas. Ese conocimiento, ese saber que no está escrito en ningún lado sino solo como memoria; esa era nuestra intención: rescatar cómo se hizo, cómo se transmitió, la vivienda es el objeto, y a la tecnología era donde nos interesaba llegar.

¿Qué llevan de nuevo desde Misiones a Chiloé, y al mundo, para decir así hacían las cosas nuestros inmigrantes y nuestros pueblos originarios juntos o separados?

Por supuesto que juntos; y creo que llevamos de Misiones esta parte de la historia que sintetiza en su arquitectura en su propuesta de vivienda, por sobre todo porque no son otro tipos de edificios, sino el mismo lugar donde habitaron familias y todas las intenciones de mostrar la historia de nuestra provincia. Esa síntesis, en esa casa de madera, es un poco nuestra historia como provincia. La hacemos presente allí. Es fantástico llevar esto porque además vamos a la cuna de la vivienda de madera, de la arquitectura, como es Chiloé. Es como presentar nuestra provincia ante todos, internacionalmente.

Ellos tienen una madera dura y a la vez plástica para hacer casitas de como de ensueño.

Sí, es bellísimo; Chiloé, tiene unas iglesias que todavía conservan como un patrimonio que cuenta con su apoyo. A mis alumnos les digo que si uno no conoce lo que tiene difícilmente lo cuide, lo respete o trate de preservarlo. Porque si no me identifico con algo, parte de mi historia, parte de mi cultura, no puedo pedir a nadie que lo cuide o lo reconozca.

¿Tomando esa tradición de viviendas de madera, es posible continuar y hacerlo económicamente hoy en la provincia?

Seguramente que sí, ahora, no sé quién estaría dispuesto a hacerlo. Sucede que, culturalmente, hay una asociación del uso de la madera en viviendas a un concepto de precariedad. La madera se considera un material precario socialmente, culturalmente. Esa imagen es difícil de erradicar, incluso hasta con el mismo inmigrante, porque en algún momento quiere mejorar su vivienda. Y mejorar su vivienda es reemplazar la madera por el ladrillo. Difícil de erradicar, pese a que hoy si bien no tenemos nuestra madera de bosques nativos como antes, existen tratamientos de impregnación, sin necesidad de estacionar por largo tiempo. Y sin embargo a la gente le cuesta elegir ese material por sobre el ladrillo. Y hacer estas viviendas como las que nosotros encontramos amerita un trabajo artesanal, es decir, un tiempo que hoy en día creo que económicamente para un constructor o para un propietario no sería rentable; es lo que veo y mi opinión personal. Ojalá se pudiera, pero la realidad hoy muestra algo distinto.

¿Será posible superar ese prejuicio?

No lo sé, yo lo quisiera, pero pareciera que la madera solo se asocia con cabañas turísticas, emprendimientos que exigen que sean de madera, “tienen que ser de madera” dicen, pero si tuvieran que elegir hacerse su casa difícilmente la usen.

Otros países las tienen incorporadas a su cultura.

Totalmente, incluso son casas de catálogo, en el que podés elegir el tipo de vivienda que quieras. A raíz de la investigación la gente se comunicó con nosotros y nos informó. Para nosotros tiene un interés histórico, pero habrá que ver cómo hace una familia para sostener una vivienda así, sin los medios para renovarla, restaurarla. Hay mucho por hacer todavía, esto es como un diagnóstico, ahora decidir qué vamos a hacer y cómo podemos hacer que estas viviendas se reconozcan a nivel provincial, es otro tema. Cómo podemos ayudar a los propietarios a la gente propietaria a sostenerlas y no terminar demoliéndolas porque se produce más un gasto que un beneficio. El primer paso es este, queremos seguir con este trabajo.

Casa de madera de Misiones

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas