Conservación | La familia Waidelich protege un gigante árbol de Palo Rosa de más de 300 años en su chacra en Andresito

El propietario de la chacra, Ricardo Waidelich, postuló al imponente ejemplar de Palo rosa para competir en el concurso internacional "Colosos de la Tierra", que impulsa la ONG A Todo Pulmón de Paraguay. El árbol tiene más de 6 metros de circunferencia. “Desde que mis abuelos adquirieron esas tierras, este árbol ya estaba allí”, dice Verónica Waidelich.

La familia misionera, en forma voluntaria, resguarda unas 61 hectáreas –de una propiedad de 150 hectáreas de superficie en total en la que conviven con producción de yerba mate y araucarias- de uno de los ecosistemas mixtos más amenazados de América del Sur, el Bosque Atlántico o Selva Paranaense.

 

 

La familia de Ricardo Waidelich tiene en el municipio de Comandante Andresito -al norte de la provincia de Misiones y en la frontera con Brasil-, está destinada a la producción de yerba mate y araucarias, y en forma voluntaria conservan unas 61 hectáreas de bosques nativos.

Waidelich tene un pequeñito rincón de selva, pero valiosísimo para la conservación de la especie, ya que conserva bosque nativo entre varias chacras de productores vecinos que profundizan la fragmentación del área. De hecho, el productor también destina áreas a la producción de yerba mate, araucarias  y pasturas para el ganado, pero tiene un legado familiar y decidió resguardar estas 61 hectáreas de selva donde estiman deben albergar a más de un centenar de árboles de Palo rosa, una especie declarada Monumento Natural de Misiones y que se encuentra en peligro de extinción.

En la chacra hay un ejemplar de Palo rosa gigante, imponente, que sobresale del resto, y muy adentrado en la selva entre palmitos y chachi bravo, y otras tantas especies de orquídeas que fueron relevadas.

“La propiedad es una herencia de mis abuelos. Cuando adquirieron las tierras, el árbol de Palo Rosa ya estaba allí. Tiene un poco más de 6 metros de diámetros, y de altura se estima supera los 30 metros. Tiene más de 300 años de vida”, señala orgullosa Verónica Waidelich en la entrevista realizada durante la visita a su chacra y recorrida de ArgentinaForestal.com desde Caraguatay hasta Andresito, en busca de conocer a este majestuoso árbol de la Selva Misionera que será uno de los postulados desde Misiones, Argentina, al concurso internacional “Colosos de la Tierra”.

 

 

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Es que la existencia de este árbol marca la conservación de un valioso ecosistema de selva mixta de Palo Rosa y palmito, la selva en galería y un refugio de innumerables especies de flora y fauna endémica, que solo se encuentran en la zona, amenazadas como el yaguareté, el tapir, los monos, los pumas, entre otras especies. Es un ejemplar digno de darse a conocer al mundo.

 

El ejemplar añoso fue medido el pasado fin de semana por el propietario para ser postulado en el certamen internacional “Colosos de la Tierra” que promueve la ONG A Todo Pulmón de Paraguay y que busca visibilizar las historias de ejemplares nativos en  conservación en su país y la región.

¿Por qué decidieron participar y postular el árbol? La familia Waidelich entiende que es compatible la producción en la chacra con la conservación. “Mi padre, siendo misionero, aún está sorprendido de la posibilidad de ser propietario de un ejemplar de este porte, y tener aún en vida  un centenar de estos árboles que son monumentos naturales de la provincia. Es algo que esta bueno dar a conocer y compartir con todos que se puede conservar, que no solamente los humanos somos los reyes de este mundo, sino que hay otras especies iguales de importantes. Ya sean mamíferos o vegetales, hay que cuidar la selva para todos. Somos un ecosistema que debería estar siempre en armonía. Es importante que estos árboles centenarios se sigan viendo de pie”, fue el mensaje de Verónica.

 

Una familia arraigada a la tierra colorada

Ricardo Waidelich es productor e intendente de Caraguatay, donde vive con su familia y trabajan en una chacra de más de 500 hectáreas junto a otros hermanos. Tienen plantaciones forestales, yerba mate y otros cultivos, un aserradero de madera de pino que gerencia su hijo Johanes y un poco de ganadería, entre otras actividades.

Su propiedad se  ubica a unos cinco kilómetros del centro de Caraguatay, en la colonia Tarumá, y el recorrido es por caminos terrados en buenas condiciones, rodeado de plantaciones de pinos.

Su hija Verónica es emprendedora y naturalista. Se ocupa de la comercialización de productos de Madera y reventa de Yerba Mate, y también de fomentar el turismo rural y recibir las visitas de huéspedes, sean turistas o investigadores interesados en la zona, en lo que llamaron “El Refugio del Cerro Caraguatay”, un lugar muy especial para descansar y desconectarse, por el entorno natural en el que se ubica.

En un futuro proyectan un emprendimiento  turístico o como espacio recreativo para visitas que puedan quedarse unos días, y para ello tienen preparada la casona que fuera de Johanes Waidelich, su abuelo y reconocido pionero de la localidad. Un lugar para tener contacto con la naturaleza, principalmente el avistaje de aves y hermosas garzas que recorren el lago o dique que se formó en la zona previo al cerro.

Detrás del cerro mantienen un área la  conservación de bosques nativos en forma voluntaria, sin intervención productiva. Tienen ejemplares de árboles nativos y una alta biodiversidad en aves, siendo un lugar atractivo para los observadores e investigadores.  El sueño de Verónica es lograr que en un futuro “sea declarada una reserva natural privada, donar ese lugar a alguna organización que pueda cuidar y mantener en conservación por siempre”, expresó.

 

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Por Patricia Escobar 

@argentinaforest 

 

 

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