Una productora de San Pedro siguió el legado familiar haciéndose cargo de la secadora de yerba mate de su padre y la potenció

Susana Kazimirow, reconocida productora de yerba mate de San Pedro realizó un recorrido por el secadero del cual actualmente está al frente. Allí, donde también contó porque debió hacerse cargo de este, cómo es la situación de la producción de la yerba mate actual y mencionó que el precio del kilo de hoja verde ronda los $65. 

Kazimirow se vio enfrentada con la posibilidad de dirigir la secadora de su padre cuando este enfermó repentinamente. La mujer oriunda de San Pedro, eventualmente aceptó el reto, y hoy se destaca por su labor relacionada a la producción de yerba mate.

“Mis padres me enseñaron cómo se trabaja con la yerba”, recordó Kazimirow. Su padre tuvo que someterse a una operación de corazón, lo que evitó que pueda volver a San Pedro a trabajar. “Entonces me tocó llevar adelante lo que es la parte contable, junto con mi hermana, que vive en Oberá”, agregó.

La transición no fue fluida. “Me costó bastante porque siempre mi papá estaba al frente. Si bien él sigue estando al frente, yo estoy a cargo del secadero de San Pedro y mi hermana está con el secadero de Oberá”, explicó. Su padre, dijo, todavía le ofrece consejos y guías para realizar su trabajo correctamente.

Su rutina varía cada día, influenciada por las idas y venidas propias del sector. “Todos los días es una cosa nueva. Viene gente que trae la yerba, hay colonos que tienen problemas. Hay días en los que se trabaja bien y otros en donde se rompe el secadero y hay que buscar repuestos”, contó.


Los días que llaman a conseguir repuestos son difíciles porque estos no suelen conseguirse en San Pedro, por lo que Kazimirow es obligada a ordenarlos desde afuera. El futuro, sin embargo, luce más prometedor. “Dentro de todo, San Pedro se está agrandando y está trayendo más insumos para lo que es la parte de industria”, afirmó la productora.

“Es una experiencia muy linda, porque se sale por la calle y algunos dicen ‘mirá, ahí va la patrona’. Yo les digo que no soy patrona, pero ellos dicen que sí”, manifestó Kazimirow. Su corta edad no impide que la reconozcan como tal, pero sí que amerita, a veces, un título diferente. “A veces me dicen ‘la patronita’, porque generalmente en las empresas hay gente mayor”, expresó.

La familia Kazimirow sentó cabeza en la zona hace dieciocho años. Tanta trayectoria les valió un reconocimiento local del que todavía disfrutan. “Nos conocen muchos. Apostamos a San Pedro, a levantar un pueblo, y vemos el crecimiento y la mano de obra que hay acá”, expresó.

Refiriéndose a la cosecha de este año, advirtió sobre las consecuencias de las sequías. “No llovió mucho en diciembre y enero, y eso mermó la producción. Bajó un 30% con respecto al año pasado”, analizó. Actualmente, el precio del kilo de hoja verde ronda los $65. “Es un buen precio, dentro de todo”, agregó Kazimirow.

Sin embargo, la productora ve algunos aumentos en el horizonte. “Los insumos están todos dolarizados, entonces sube todo y el precio de la yerba queda atrás”, manifestó. La incertidumbre económica también hace difícil planear a futuro. “Lo poco que se gana se invierte en infraestructura, pero planificar hoy es complicado, porque cada día se modifican los precios”.

Señaló que estas dificultades se ven plasmadas en algunas transacciones que, por la situación económica, se tornan imposibles. “Hay molinos que te compran y otros días dicen ‘esta vez ya no más’, y hay que salir a buscar otras salidas. Hay que palear la situación día a día”, contó Kazimirow.

En este sentido, relató que la escasez de gasoil dificultó aún más el proceso. “Las máquinas que trabajan con gasoil consumen 200 litros por semana, y sólo nos daban 50 litros. Había que volver, descargar eso, y volver a hacer la cola. En la semana hacíamos cuatro veces la cola de dos horas. Antes se iba y se cargaba en media hora”, afirmó.

 

 

“No podíamos parar. Teníamos que sí o sí cosechar la yerba y conseguir el combustible”, dijo, recordando como ella misma muchas veces debía esperar a conseguirlo. El esfuerzo, sin embargo, vale la pena. “Los que me animan son mis hijos. No quiero que ellos dependan de otras personas; siempre les enseño que tienen que trabajar para poder lograr algo”, concluyó.

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