Por el fallo Cleveland, Misiones perdió hace 127 años la mitad del territorio y se redujo a un tercio su dimensión histórica

Un día como hoy, de hace 127 años, el entonces Territorio Nacional de Misiones fue amputado en unos 30.000 kilómetros cuadrados a manos de Brasil. Lo permitió el laudo de un presidente de EE.UU. al que se sometió la Argentina, con la firma de su canciller Estanislao Zeballos.

Habían pasado 90 días de negociaciones estériles –e intencionales, según la estrategia brasileña- cuando Stephen Grover Cleveland el jefe de la Casa Blanca, laudó en contra del reclamo argentino. “La sentencia, que no contiene ningún tipo de fundamento, adopta como solución la propuesta brasileña y establece como límite a los ríos Pepirí Guazú y San Antonio”, según la Academia Nacional de Historia.

 

No fue el primer mordisco de codicia que redujo nuestro suelo misionero. Antes, en 1881, Corrientes se quedó con “todo el territorio de la costa del Uruguay hasta el arroyo Chimiray donde los correntinos habían fundado hacía pocos años Paso de los Libres, Santo Tomé y La Cruz”. 

 

Así lo recordaron los historiadores Alba Etorena y José Carlos Freaza en su obra “Historia de Posadas”. El gobernador de Corrientes era Antonio B. Gallino, un ¡vecino de Posadas! El mismo que luego loteó la actual provincia de Misiones en parcelas de 25 leguas “que resultó un gran negociado entre el gobernador, sus hermanos, el Jefe del Regimiento 3 coronel Rudecindo Roca, Antonio Lezama y otros”, señalan los citados autores.

 

Con la federalización, señaló el periodista y escritor Alberto “Tito” Mónaca, “en sólo 14 años quedamos reducidos a un tercio de lo que fuimos”. El proyecto que convirtió a Misiones en territorio nacional también fue maleado en el Congreso, donde por cierto no había representantes misioneros, solo de Corrientes.

 

El historiador Guillermo Furlong, sacerdote jesuita, fue también citado por Mónaca al afirmar que Misiones “sólo es parte, algo más de un tercio de lo que era ella en la época de los jesuitas, ya que hacia el Sur se extendía entonces hasta Yapeyú, inclusive, y por el Nordeste no estaba limitada por los ríos de San Antonio Guazú y Pepirí Guazú, sino por los ríos San Antonio Miní y Bangala”.

Lo increíble es que el propio ministro de Relaciones Exteriores, Estanislao Zeballos, se humilló ante el laudo del presidente Cleveland: “El culto de la historia exige afirmar que el Brasil tenía razón en la cuestión de Misiones”. Otros demostraron algo de dignidad, como Miguel Cané, quien consideró “imbécil” la actitud diplomática argentina, según cita el sitio web Misiones Tiene Historia (MTH).

En el Congreso de la Nación, Emilio Ravignani develó que el brasileño Río Branco “se fundaba en el famoso falso mapa de las Cortes para establecer zonas de ríos que estaban realmente mal trazados en la defensa argentina. Cuando he estudiado el problema misionero he encontrado legajos de documentos preparados en el Archivo General de la Nación, que nos daban la razón, y que no habían sido abiertos (por el doctor Estanislao Zeballos, ni por los que lo asesoraban). Asomaron lágrimas a mis ojos de argentino al comprobar el abandono que se había hecho de la soberanía nacional”.

La memoria de Zeballos fue premiada con el nombre de una calle porteña. Y aunque parezca un chiste, el canciller brasileño adversario en el litigio fronterizo, le dio su nombre a una calle de Boedo, Quintino Bocayuva. Homenaje al que derrotó a la frágil diplomacia argentina.

Como expresó Miguel Cané, en carta a Miguel García Merou (cita MTH) aceptar el oprobioso fallo fue el «absurdo mayor de nuestra política», hasta ese 19 de febrero de 1895, claro. 

Y en su libro editado por Planeta, la Academia Nacional de la Historia coincide y agudiza dicha crítica. “La incoherencia y la discontinuidad, la desidia y la improvisación en el manejo de las relaciones exteriores son la causa de esta derrota sufrida por la diplomacia argentina que, pese a todo, acepta el laudo Cleveland que da por terminada la tan enojosa cuestión de Misiones”. Una lágrima más en el rostro de la Argentina.

 

*Por Patricio Downes

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