Reflexión del Pastor David Decena: «La alegría de Jesús»

Está científicamente comprobado que la alegría trae beneficios a nuestra salud física y mental, mejora rendimiento académico y laboral, disminuye el estrés, mejora el descanso, mejora el sistema autoinmune, da mayor fortaleza, mayor autoestima, incrementa el promedio de vida, bienestar emocional, etc. Jesús fue un hombre alegre, a nivel espiritual la alegría y la vida cristiana son inseparables.


Después de haber aprendido sobre el enojo y la tristeza de Jesús, llegamos a su alegría. La “alegría” es el “sentimiento grato y vivo que suele manifestarse con signos exteriores”. Está científicamente comprobado que la alegría trae beneficios a nuestra salud física y mental, mejora rendimiento académico y laboral, disminuye el estrés, mejora el descanso, mejora el sistema autoinmune, da mayor fortaleza, mayor autoestima, incrementa el promedio de vida, bienestar emocional, etc.

 

Jesús fue un hombre alegre. A nivel espiritual la alegría y la vida cristiana son inseparables.

En Gálatas 5:22 encontramos a la “alegría” en el segundo lugar de la lista que compone el fruto del Espíritu. En quien el Espíritu de Dios habita la alegría es desatada de manera natural. Entendiendo esta verdad, ¿podemos imaginar cómo era Jesús?

 

Él inició su ministerio afirmando que sobre su vida las palabras de Isaías 61 se habían cumplido: “El Espíritu del Señor está sobre mí…”. De esta manera, los evangelios describen a Jesús lleno del Espíritu Santo y ¡lleno de alegría! Hay dos cuestiones sobre la alegría que son importantes tomar en cuenta: muchas personas están atadas con amargura, y no le dan lugar a la alegría en sus corazones. Por otro lado, otras se alegran por cuestiones que no alegran para nada el corazón de Dios. Por eso, veamos tres aspectos de la vida de Jesús que muestran cómo la alegría era parte de su vida y qué podemos aprender de ello:

 

1 – Alegría como medio de comunicación

 

Para hablar sobre la alegría en Jesús, deberíamos arrancar mencionando que su manera de hablar contenía humor irónico. Es más, utilizaba este humor para enseñar, y de esta manera conectar con sus oyentes. En su denuncia a los fariseos, llegó a decirles: “¡Guías ciegos! Cuelan el mosquito, pero se tragan el camello.” Mateo 23:24 NVI

 

¿Es posible que alguien cuele un mosquito, pero se trague un camello? El solo hecho de imaginarlo es chistoso. El momento en que Jesús dijo esto debió desatar la risa de mucha gente presente. Otro ejemplo de humor en su enseñanza (Mateo 18:8-9 NTV) La imagen de arrancarse un pedazo del cuerpo para no pecar es fuerte, pero se entiende mejor en un contexto de humor. Siempre el humor irónico de Jesús escondió una verdad detrás.

 

No es casualidad que a sus tres discípulos más cercanos Él personalmente les pusiera apodos. Habló de Simón, a quien llamó “Pedro” que significa “roca” (Juan 1:42). ¿Es casualidad que le dijera “roca” al más cabeza dura de todos? Si alguno tiene dudas, basta ver a los hermanos Juan y a Santiago, a quienes apodó “Bonaerges”, que significa “los hijos del trueno”, por siempre querer mandarse alguna (por ejemplo, querer hacer caer fuego del cielo sobre una ciudad samaritana).

 

La revelación es que así Jesús logró conectar con otros, lo haremos nosotros si somos personas alegres. Siguiéndolo a Él todos tenemos algo para dar, pero si la amargura es parte de nuestro corazón, estamos delante de un problema que nos impedirá conectar con los demás.

 

Que nuestras conversaciones con los demás estén siempre llenas de alegría, aún cuando tenemos que dar algo que tiene seriedad. Cuando le damos lugar a la alegría en nuestras formas también alegramos a los demás, y esto les hace bien. ¿A quién no le hace bien reírse? No permitamos que nuestros malos momentos nos priven de dar a los demás con alegría. Miren si el cielo no estará interesado en esto, que llega a decir que “Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:7).

 

Uno puede pensar que estoy descontextualizando, pero más allá de que el pasaje se refiera a ofrendar y darle a Dios, detrás el principio es el mismo. Si Dios ama que le demos a Él con Alegría, sin importar qué sea, lo mismo espera para con los demás. Porque el que da con alegría a una persona, a Dios se lo está dando: Mateo 25:35-40 NVI.

 

2 – Alegría por colaborar con Dios

“Cuando los setenta y dos regresaron, dijeron contentos: —Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre. —Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo —respondió él—. Sí, les he dado autoridad a ustedes para pisotear serpientes y escorpiones y vencer todo el poder del enemigo; nada les podrá hacer daño.

 

Sin embargo, no se alegren de que puedan someter a los espíritus, sino alégrense de que sus nombres están escritos en el cielo. En aquel momento Jesús, lleno de alegría por el Espíritu Santo, dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo escondido estas cosas de los sabios e instruidos, se las has revelado a los que son como niños. Sí, Padre, porque esa fue tu buena voluntad.” Lucas 10:17-21 NVI.

 

Jesús había enviado a 72 (o 70 según la versión) de sus seguidores para que prepararan el camino en varios pueblos y aldeas antes que Él llegara a ellos. Cuando este grupo regresó de su viaje misionero, y empezó a relatarle a Jesús todo lo que Dios había hecho a través de ellos, Él se puso “lleno de alegría por el Espíritu Santo”. ¿Cómo es la alegría que da el Espíritu Santo? Primero se refiere a una alegría de inspiración divina, “yo me alegro como Dios se está alegrando por esto”. En segundo lugar, el motivo de la alegría divina de Jesús era que gente de una fe sencilla, sin mucha formación e instrucción humana, era un instrumento de la voluntad de Dios.

 

Pero, además, ver cómo otros pueden ser usados por el Padre. Muchos cristianos se ponen mal cuando Dios levanta más a otro. Esta amargura nace por la envidia, ¡pero deberíamos alegrarnos de que existan más obreros! No solo debemos orar para que Dios envíe más, debemos alegrarnos por no estar solos en esta tarea titánica de destruir las obras del enemigo.

 

 

3 – Alegría por obedecer la voluntad de Dios

“» Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa. Y este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos” Juan 15:9-13 NVI.

 

Hay dos conceptos importantes en estas palabras: amor y obediencia. Ambas nos van a ayudar a entender otro aspecto de la alegría de Jesús. El amor que Jesús dio a los suyos era del mismo tipo que Él había experimentado del Padre. Un amor dispuesto a dar la vida por los demás, totalmente entregado, y desinteresado. La única manera de permanecer en ese amor es mediante la obediencia de la voluntad de Dios.

 

La única manera de amar como Dios ama es por medio de la obediencia, y solo de este modo, podemos tener la alegría de Jesús y, por lo tanto, tener completa nuestra alegría. Su alegría, era obedecer la voluntad del Padre. Él encontraba paz, plenitud y alegría en eso. Y los frutos de esa obediencia, era un amor que desataba transformación en la vida de los demás. Una persona con la alegría de Jesús es la que lleva a otros a obedecer la voluntad de Dios.

 

¿De qué manera? Enseñando, cuál es la voluntad del Padre. Solo en la obediencia tenemos completa nuestra alegría, esto significa que todo lo que nos alegre fuera de la voluntad del Padre, lo más probable es que tarde o temprano nos traiga dolor de cabeza y tristeza. Porque esa alegría no trae plenitud. Pero la alegría de la obediencia, que también aparece en Lucas 15:4 al 7, nos completa:

 

“Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido”. Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse” Lucas 15:4-7 NVI.

 

Esta alegría que sucede en el cielo es la alegría por los que se arrepienten, dejando de hacer su propia voluntad, para hacer la voluntad del Padre. ¿Nos alegramos por los que tienen un cambio de estilo de vida? ¿Somos como Jesús, de ir a buscar al perdido para que rinda su vida a la voluntad del Padre? ¡Este es nuestro desafío!

 

Que Dios te bendiga, te guarde todo de mal y tengas una semana de completa victoria!

 

Pastor David Decena

Centro Familiar Cristiano Eldorado

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas