Un posadeño en el Vaticano, internado en el Hospital de los Papas

La imagen del papa San Juan Pablo II herido a balazos durante la audiencia masiva en la Plaza San Pedro, estremeció al mundo. Su rostro calmo, como si dormitara, impedía estimara la gravedad de su herida en el abdomen. Su “papamóvil” partió raudo hacia el Policlínico Agostino Gemelli, uno de los mejores hospitales de esta capital y de Europa, ligado a la Universidad Católica.

 

Karol Wojtyla había sido atacado en 1981 por el Mehmet Ali Ağca’s en un atentado fallido. Un área especial se destina al Santo Pedro. Y Juan Pablo II vivió allí 147 días durante su largo pontificado. Cuando lo baleó Agca y para otras operaciones donde le extirparon tramos de intestinos.

 

Allí fueron atendidos expacientes como los políticos Giulio Andreotti, Walter Veltroni y Francesco Cossiga, la Madre Teresa Nobel de la Paz, el físico Stephen Hawking, el padre Georg Ratzinger (hermano del Papa emérito Benedicto XVI), y futbolistas como Francesco Totti y Daniele De Rossi, entre otras personalidades. Ningún pontífice del último siglo ha fallecido allí.

 

Y, aunque no tiene una estatua en el frente como San Juan Pablo II, nuestro vecino posadeño “ité”, Julio González Piró. Cerca del récord papal con un par de meses en una de sus habitaciones enfermo de COVID-19 y convaleciente hasta el mes de junio de 2020. Atravesó 8 análisis positivos de coronavirus, hasta que a principios de Julio fue alojado en el Marriott que la Empresa Costa destinó a sus pasajeros.

 

Mejor sitio de internación no le podría haber tocado a Julio Piró, nuestro vecino de la capital misionera, y un ícono de la vida social de la ciudad. El Gemelli es el hospital más grande de Roma y el segundo de toda Italia. Además, es el hospital universitario de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica del Sacro Cuore.

 

Como se sabe, el Gemelli está en suelo romano, pero como muchos otros organismos de la Santa Sede es considerado territorio Vaticano según el concordado firmado en 1939 con el entonces primer ministro Benito Mussolini. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con el Santuario de Loreto, una ciudad sobre el mar Adriático, o con la residencia de descanso de los papas, en Castelgandolfo a unos 30 kms de Roma.

 

Julio, con ascendientes en una familia tradicional de Posadas, viajaba con su amiga Silvia Giacometti. Esta debió desembarcar en Grecia, enferma de COVID-19. El posadeño no pudo hacerlo porque no estaba infectado y recién lo bajaron del barco Costa Victoria al llegar a Roma. No tenía síntomas, pero tenía coronavirus en su organismo.

 

Al Policlínico, como a San Juan Pablo II lo habían internado tantas veces, incluso antes de fallecer en su habitación de El Vaticano, lo llamaron “el segundo hogar del Papa” polaco.

 

¿Cómo fue tu internación en el Gemelli?

 

El 3 de abril de 2020, me bajan del barco y me llevan en una ambulancia con una máscara porque el “bicho” me empezó a dejar con menos oxígeno en sangre. Llegué a las 10 de la mañana y a las 6 de la tarde, me llevaron a una habitación con una ventana a un lugar con árboles. A mi lado un señor de Filipinas, hemipléjico con el que nunca pude conversar.

 

El paseo de González Piró había comenzado en Posadas y, vía Dubai, tomaron el crucero en Las Islas Maldivas. Fueron 21 días con sus noches a Venecia. Y el viaje continuó alrededor de Italia.

 

¿Cómo fue la estadía?

 

Algo magnífico en cuanto la atención. Desde mi cama se veía el paisaje, incluso algo del Vaticano. El médico me vio un solo día y luego me llamaba por teléfono diariamente.

 

¿Recordaste algo de tu infancia, en un lugar quasi religioso?

 

Sí, por supuesto. Mi actividad de monaguillo de monseñor (Jorge) Kemerer en la misa de la Catedral, los domingos, con mi mamá Honorinda Piró, en la primera fila de bancos.

 

¿Te aburrías?

 

Vos sabés que lo que me dio tranquilidad fue tener un celular y el Ipad. Porque Silvia Beltrametti me preguntó ¿no vas a llevar ningún libro? Y yo nunca llevo celular, pero Silvia me convenció.

 

En el Policlínico no tenía conexión pero después en el hotel sí. No existe la casualidad, porque con el Ipad y el celu me contacté mucho. La televisión no existe para mí.

 

¿Amigo preocupados?

 

Sí, muchos, todos querían ayudarme, pero yo estaba bien con el seguro de Costa que me cubrió todo, pero todo. Hasta con 20 euros al día que podía gastar en lo que quisiera. César Cury, me llamó desde Miami, para lo que necesitara. Un amigo abogado me llamó para decirme que hasta el propio Francisco me podía ayudar, pues un posadeño se consagró cura y es cercano al Papa. A todos los agradecí, pero no necesité nada, hasta el día que volvía. “Vos avísame y puede cambiar tu suerte”, me dijo este abogado cuyo nombre me reservo. También lo llamó Jorge Litvin.

 

En los 106 días que pasó en Roma, Julio estuvo cubierto por la empresa naviera y su seguro. Pasó del Marriot a otro hotel de la compañía a un paso de la Plaza San Pedro, y al lado de la fortaleza en la que se refugiaban los Papas ante un peligro para sus vidas o libertad.

 

¿Y tu cumpleaños?

 

Fue el 16 de junio, de lo más feliz. En Roma vive la posadeña María Pacheco, quien me llamó y alentó. Me sentí acompañado. Y al día siguiente, el 17, salió mi viaje de repatriación a la Argentina. María Pacheco me habló desde el Aeropuerto y me contó que figuraba el vuelo con mi nombre. Mis amigos dicen que este fue mi gran regalo de mi cumpleaños. Ansiaba volver, estar en mi casa.

 

¿Y la diplomacia?

 

No alcanzo a agradecer a todos. El embajador me llamó los 106 días, el cónsul también, para saber de mi salud, como si yo fuera importante. Una chica que llamaba cada tanto. Lo que único es que la pasé encerrado, pero nunca solo, caminaba alrededor de mi cama porque María Cristina Varela, me avisó: ‘se te van a aflojar los músculos de las piernas’.

 

¿Hubo personas cerca?

 

Estuvieron cerca muchas personas, en especial amigas, de distintas religiones, católicas, judías, de todas las creencias. Los amigos, como siempre, con su fotos pornográficas, para que me riera. Fueron 1170 entre correos y llamadas que tuve en mi correo de Roma para mi cumpleaños.

 

Ya se sabe que esto pasó hace un año, cuando por estos días a Julio Piró le deban el alta en el Gemelli, uno de los más prestigiosos centros de salud de Europa. Lo notable es que este vecino de Posadas, casi un símbolo de varias épocas, décadas en el diario decano y su programa radial propio, haya tenido ese privilegio de ser atendido en el “Hospital de los Papás”.

 

Por Patricio Downes

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