Después de tres meses de agonía, murió la mujer trans brutalmente golpeada en Salta

Mirna Antonella Di Marzo había sido atacada a la salida de un boliche. Su asesino, que está detenido, ya había cumplido una condena por otro crimen. La titular del Área de Diversidad sostiene que «fue un femicidio» y que tiene miedo.

Murió Mirna Antonella Di Marzo, la mujer trans de 30 años que había sido atacada por un exconvicto cuando salía a las 5 de la mañana del boliche bailable Caribe de la ciuda de Güemes, adonde iba con sus amigas, en octubre pasado. Mirna caminaba en busca de su motocicleta cuando fue agredida por José Gareca de 44 años. Todo quedó registrado en las cámaras del lugar.

La encontraron en la calle, semidesnuda, con graves traumatismos en la cabeza. Llegó inconsciente al hospital Joaquín Castellanos, donde permaneció internada en terapia intensiva.

Gareca está detenido, hasta el momento, imputado por intento de homicidio agravado por violencia de género. Se organizaron varias marchas para pedir justicia en el caso.

El velatorio de Mirna contó con la presencia de activistas del colectivo LGBTI, además de vecinos, familiares y amigos. Victoria Liendro, activista trans a cargo del Área de Diversidad Sexual de la provincia, fue una de las concurrentes.

«Es un femicidio, sin dudas. Un crimen de odio. Vamos a pelear para que se cambie de inmediato la carátula y se haga justicia. Hubo alevosía por la identidad femenina de Mirna. Gareca ya había cumplido condena por otro crimen y salió en abril pasado. En estos meses ya había hostigado seguramente a otras mujeres», sostiene Liendro. «Hoy lo hablamos con la familia: vamos a hacer lo imposible para que este caso no pierda estado público», se comprometió.

«Se tienen que afirmar políticas públicas que prevengan la violencia y promocionen la ampliación de derechos. Hay que implementar la Educación Sexual Integral en las aulas, para evitar que crezcan los discursos de odio, que calan especialmente en regiones conservadoras, donde también tienen mucho peso las religiones. Cuando abrís la puerta a expresiones homofóbicas o xenófobas, cuando nadie dice que eso está mal, le abrís paso a la violencia», expresa.

Liendro tiene una formación académica y mucha exposición pública, pero admite que incluso a ella hechos como el femicidio de Mirna la hacen sentir miedo. «Hace mucho, pero mucho tiempo que no sentía este temor. Una empieza a pensar qué decir. No pasa solo acá, es una ola regional y mundial», advierte. (TN)

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