12 años de Cromañón: cómo pasa sus días Patricio Fontanet en el penal de Ezeiza

 

El ex líder de Callejeros se encuentra alojado en el área de Prisma, el programa especial psiquiátrico de la cárcel bonaerense. Hoy habrá actos conmemorativos y pedidos de Justicia.

 

Este viernes se cumplen doce años del incendio del boliche Cromañón en el que murieron 194 personas y 1400 resultaron heridas. Aquel 30 de diciembre de 2004, en el barrio porteño de Once, ocurrió la peor tragedia no natural que se conociera en la historia del país. Fue durante un show de la banda de rock Callejeros, cuyos integrantes principales están presos.

 

 

El cantante Patricio Fontanet y el bajista Christian Torrejón están alojados en el penal de Ezeiza, en el área especial del programa psiquiátrico Prisma, el mismo sector en el que se encuentra alojado, por ejemplo, el ex funcionario kirchnerista José López tras el escándalo de corrupción. Según Lamas, ambos se encuentran en condiciones «normales» dentro de lo que es un penal de esas características. Pueden salir al patio, tienen acceso a cursos, pueden trabajar en la huerta o en la cocina, hacer talleres de teatro, radio, música y toda actividad que les permita pasar las horas. Además, tienen una visita semanal masculina y otra femenina. De hecho, Fontanet recibe asiduamente la visita de su pareja, Estefanía Miguel, y de su hijo Homero.

 

 

 

Luis Lamas es músico y fue testigo presencial de aquella noche de terror. Era baterista de Ojos Locos, una de las bandas que se presentó antes del fatal incendio. Dos años después de la tragedia, y a pesar del rechazo de algunos familiares de víctimas, Callejeros continuó realizando esporádicas presentaciones y editó dos discos. En 2010, Eduardo Vázquez fue despedido del grupo tras el ataque a su mujer, Wanda Taddei, quien posteriormente murió. Lamas tomó su lugar hasta la disolución del conjunto, ocurrida en septiembre del mismo año. Y luego acompañó a Patricio Fontanet y su banda en los parches de Casi Justicia Social, luego Don Osvaldo, que dejó de tocar al quedar firme la condena a los músicos en abril de 2016.

 

 

 

Lamas forma parte de la agrupación de sobrevivientes y familiares de víctimas de la tragedia, No nos cuenten Cromañón. Hoy, a partir de las 18, la organización realizará un homenaje en el Obelisco en el que se espera la presencia de miles de fans, artistas y organizaciones sociales que apoyan a la banda de Villa Celina, todos unidos bajo un mismo pedido: libertad a Callejeros.

 

–Tiene contacto directo con Fontanet y Torrejón. ¿Cómo viven sus días en la cárcel?

 

–Lo viven con mucho dolor, como todas las personas que están vinculadas a la tragedia. La situación de ellos es terrible. Sabiendo que son inocentes y no hicieron nada para que esto ocurra más que ir a tocar con amigos, hacer lo que saben hacer, que es música. Nada hicieron para que alguien salga lastimado y sin embargo hoy están privados de su libertad, lejos de sus hijos, lejos de sus familias después de doce años.

 

 

–¿Cómo están de ánimo?

 

–Ellos están de pie, poniéndole el pecho a la vida como hicieron siempre, saliendo adelante. Siempre se han ajustado a derecho, respondiendo a la Justicia. Este era un resultado que podía ocurrir, por más que no compartan, están cumpliendo con una decisión de la justicia.

 

–¿Cómo pasan las horas en el penal?

 

–Tratan de hacer la mayor cantidad de actividades posible para pasar el tiempo lo mejor que se pueda y mantener la cabeza ocupada. Lo más terrorífico ahí es el tiempo muerto. Y que no dejan de estar encerrados, privados de su libertad.

 

–En los últimos años Fontanet enfrentó algunos momentos críticos en cuanto a su salud mental. ¿Ha podido superarlos?

 

–Esto no se supera nunca. Están en trabajo constante para evitar posibles recaídas. Pero hoy Patricio está muy avanzado, ya hace cuatro años que está con tratamiento psiquiátrico, seguido por profesionales, terapeutas. Está entero, está bien concientizado, sólo hay que estar atento a situaciones que lo exponen, momentos de angustia, de tristeza, sobre todo en diciembre.

 

–¿Cuál es el análisis que se puede hacer de la tragedia después de 12 años?

 

–Cromañón no es un hecho aislado, no lo tenemos que analizar como algo que le sucedió solamente al rock, podría haber ocurrido en el marco de cualquier expresión cultural, por una bengala, por un cigarrillo o por un cortocircuito. Es un hecho que nos interpeló como sociedad. Después de la tragedia, el 90 por ciento de los lugares públicos han tenido que modificar sus instalaciones para poder seguir funcionando. Cromañón era un lugar que estaba funcionando a ocho cuadras del Congreso, sin habilitación.

 

–Ha pasado ya más de una década de la tragedia. Los músicos han peleado por su inocencia en una extensa batalla en la Justicia y la han perdido. ¿Qué sienten al respecto?

 

–Nos genera mucha indignación que no haya habido funcionarios de alto rango responsabilizados en la tragedia. Los verdaderos responsables siguen haciendo su trabajo, siguen en la política. Con los pasos que dio la Justicia garantizó que después de Cromañón sigan existiendo este tipo de situaciones, en bares, boliches, cines o teatros. Se cortó el hilo por lo más delgado. Los músicos son un archivo expiatorio de toda esta movida.

 

 

Responsabilidad vs. irresponsabilidad

 

–Hay una versión -y es parte de lo que planteó la querella- que señala que desde la banda se fomentaba el uso de pirotecnia en los recitales.

 

–Esa versión fue instalada desde los medios pero nunca se probó. En un juicio oral que duró más de un año y por el que pasaron 450 testigos, el Tribunal Oral 24 absolvió a la banda en forma unánime. Y sobre ese tema argumentó que mantener una actitud pasiva sobre el uso de pirotecnia no significa fomentarla. Además, nunca nadie presentó una prueba.

 

–¿Y qué piensa hoy de esa pasividad?

 

–Uno después de perder amigos y familiares aprende. Esa era nuestra irresponsabilidad, que la situación pasara desapercibida. Hasta ese momento, nadie de los que estábamos ahí creía que esto iba a ocurrir. Cuando se habla de la pirotecnia en Cromañón pareciera que apareció un elefante con un paraguas y no nos dimos cuenta. Yo ahora me pregunto cómo me quedaba ahí, cómo no me iba. Pero eso es hablar con el diario del lunes. En ese momento había una conducta permisiva, eran cosas que pasaban en todo el ámbito del rock, y también en otros ámbitos. Todos los que estábamos ahí estábamos acostumbrados a este tipo de eventos.

 

–La otra acusación que pesa sobre los músicos es como co-organizadores del recital junto a Omar Chabán, en especial por la sobre venta de entradas. ¿Qué recuerda de la organización previa al show?

 

–Los músicos no metían la cuchara en la organización del show. Tampoco las bandas no elegimos cuántas entradas se venden en el lugar donde vamos a tocar. Recién después de lo que pasó, los lugares bajaron la capacidad en un 40 por ciento.

 

–Los argumentos que esgrimió la Justicia para condenar a Fontanet y al resto de los músicos habla de la elección del lugar como una decisión tomada de conjunto por toda la banda. ¿Fue así?

 

–Los músicos no estamos capacitados para ver una habilitación, un plano de evacuación o las condiciones de seguridad. Y si hablamos de la cadena de irresponsabilidades creo que es de todos los que estuvimos en el lugar. Yo estuve ahí, sabía que había pirotecnia cerca mío y no me fui ni lo frenamos. Ahora, el principal eslabón de responsabilidad -y ahora hablo de responsabilidad, no de irresponsabilidad- es el de la tarea de quienes se ocupan de cuidarnos. Y tiene que ver con cómo estaba funcionando el lugar después de un año sin habilitación, con una programación de diferentes artistas, cuando se publicitaba en los principales diarios del país como «la meca del rock».

 

 

–Otra responsabilidad que se le adjudica a Fontanet es el «dolo en el cohecho activo», es decir, la coima que posibilitaba que Cromañón funcionara esa noche.

 

–Es todo parte del circo que se montó. Nadie ha visto a Fontanet entregar coimas en la comisaría de la zona. Ahora, yo pregunto: ¿Fontanet pagó una coima para que Cromañón funcione todo el año? Porque ese lugar no se abrió sólo para que tocara Callejeros. Ahí hubo inspectores del Estado porteño revisando el lugar, ¿por qué no hay ningún funcionario preso por haber recibido esa supuesta coima para habilitar el lugar? La Justicia defendió los intereses corporativos, económicos y políticos por sobre los derechos de la banda. Casación condenó sin tener vínculos con la prueba.

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