La sentencia considera probada la imprudencia y el nexo causal por un procedimiento judicial anterior en el que la paciente fue indemnizada por perder el bazo y la vesícula impregnados de silicona.
Con posterioridad, a la afectada le apareció silicona también en el hígado, los riñones y en el peritoneo, que le provocó una amiloidosis que desembocó en una invalidez permanente.
Los hechos se remontan a 2003, cuando el cirujano plástico hizo un recambio de prótesis mamarias en el que resultó seccionada una de ellas con un instrumento cortante y cuya silicona se expandió a varios órganos del cuerpo hasta dejarla con una invalidez absoluta.
El abogado de la demandante, Emilio González, se ha mostrado satisfecho porque la audiencia provincial haya aceptado sus peticiones de forma íntegra, con lo que «resarce en la medida que permite nuestro ordenamiento jurídico los once años de sufrimiento» de su representada.