Bomberito de 15 años: salvó una vida y ahora cumplirá su sueño

El bombero de 15 años que salvó a la bebé atropellada por delincuentes cumplirá su sueño: conocerá a Diego Milito.

Se llama Juan y su padre es bombero de Loma Hermosa. Estaba en el lugar donde ladrones que habían robado un auto atropellaron a una madre y a su beba. «Estuvo tres minutos sin respirar», contó.

«Ese nene me salvó a la nena, no sé cómo agradecerle», dice, entre lágrimas, Roxana López, la mujer de 33 años que el martes se salvó de milagro luego de ser atropellada por un auto que minutos antes había sido robado, y era manejado por los ladrones, en San Martín, Buenos Aires.

Pero no fue un milagro, aunque la imagen que se ve el video impacte y cause escalofríos. Cuando Roxana y su beba de 7 meses, llamada Mía, eran embestidas por ese Chevrolet Aveo que iba en una carrera furiosa, ahí estaba Juan, un chico de 15 años que ya siente su deseo de ser bombero voluntario, que sabe de rescate y de primeros auxilios. Su padre es bombero voluntario de Loma Hermosa y él lo acompañó tantas veces que se siente un bombero más.

«Vi chocar un auto con otro, seguí la secuencia, y más adelante veo que atropella a dos personas. Yo estaba yendo a comprar el pan. Lo primero que hice fue agarrar a la nena, no respiraba, me saqué la remera, la envolví y comencé a hacerle RCP (reanimación cardiopulmonar). No reaccionaba, pero seguí y a los tres minutos volvió a respirar», le cuenta Juan a Clarín, con la soltura de un chico adulto que está preparado para afrontar ese tipo de situaciones, traumáticas y que paralizan a la gran mayoría de los mortales.

Juan sigue su relato, lo tiene grabado en la memoria. «La revisé y no tenía ningún hueso roto. En un patrullero la llevé al hospital Eva Perón, envuelta en mi remera la llevé al primer piso, donde está Pediatría, y se la entregué a los médicos», agrega, para luego comentar que los médicos le dijeron que Mía tenía las piernitas quebradas, pero él insistía que no y tenía razón. La beba está internada y recién mañana le darían el alta.

Con los medios instalados en la puerta de su casa, Juan no pierde la calma y sólo espera ver a Roxana y a Mía, recuperadas y bien, aunque para los tres sea imborrable aquella imagen. Juan vive con sus abuelos y sus tíos, y sueña con un futuro como bombero voluntario y mecánico. «Pero no quiero ser bombero de la Policía Federal, porque no quiero que me paguen para salvar vidas».

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