Defendió a su propio perro y con un hacha mató a los dos pitbull de su vecino

Como siempre, los perros terminan pagando por los errores de sus dueños. Nuevamente se trató de dos pitbull, un macho de 4 años y una hembra de 6 años. Sucedió en Santa Fe.

Se trató de dos pitbull, un macho de 4 años y una hembra de 6, que saltaron un tapial de su casa de Constitución 4122 y agarraron del cuello a un golden que vivía al lado, en Constitución 4116.

Cuando el propietario de ese inmueble, que estaba tomando mate con un amigo y su mujer, trató de hacerles soltar a su mascota no pudo, entonces encontró un hacha y les pegó.

Después le dio al perro un hachazo y la perra corrió enloquecida hacia el sector de la casa donde sus hijos estaban durmiendo. De nuevo, dice él, sintió pánico de que la perra atacara a sus chicos. Y entonces la corrió y le pegó un hachazo que le partió la cabeza en dos. Luego, dejando un reguero de sangre, la arrastró por la vereda y la tiró en la puerta a sus vecinos. Allí la encontraron, horrorizados, los nenes que la habían criado.

El atacante, José Pablo L., que asegura haber perdido a un rottweiler también por el ataque de los pitbull vecinos el año pasado, fue denunciado por los dueños de los perros, Mercedes G. y Mario B. A raíz de eso quedó detenido unas horas en la comisaría 18ª por infracción a la ley Sarmiento de protección animal.

Las relaciones hostiles entre vecinos son moneda frecuente en muchos barrios. Que las enredaderas, que las medianeras, que los ruidos, que los perros. En este caso, la mala relación tuvo que ver con ese último motivo, por lo que el atacante de los perros ya había pedido a la familia de al lado que elevara la altura de la medianera para impedir que los pitbull volvieran a saltarla.

La paradoja es que el miércoles pasado que los perros usaron justamente una especie de andamio improvisado en su casa para ejecutar esa obra como escalón para saltar al otro lado, donde vivían el golden y una caniche toy.

Los ladridos de esa perrita alertaron a José Pablo L. de que los perros de sus vecinos se habían pasado a su casa y tenían al golden agarrado del cuello con sus mandíbulas, uno de cada lado. Y allí comenzó la defensa del hombre, que terminó con los dos perros muertos a hachazos.

Toda la secuencia quedó grabada, según él, por videocámaras instaladas en su casa que incluso mostró a los policías  cuando fueron a buscarlo tras la denuncia de sus vecinos.

Los dueños de los pitbull, a su vez, cuentan otra versión de  la historia. Dicen que sus perros “jamás mordieron a nadie” (obviamente, José Pablo L. dijo otra cosa) y como ejemplo recuerdan que en el último cumpleaños de su hijo Mario, el 25 de noviembre, armaron juegos inflables a los que fueron a saltar todos los chicos del barrio, con los dos pitbull, Roco y Luli, sueltos. De lo único que debían cuidarlos era, justamente, de que no se pelearan con otros perros del barrio.

La familia no puede creer que su vecino haya hecho la “animalada” de matar a los perros con un hacha y, encima, haya arrastrado a la perra con la “cabeza partida en dos” para tirarla “adelante de los chicos”.

También recuerda cómo criaron a los cachorros (a Luli la salvaron de la muerte porque quienes la tenían no le daban ni de comer y a Roco lo compraron) y llora. “Haber hecho eso es no tener corazón”, dice Mercedes, mientras mima a Mandi, la cachorrita hija de sus perros ahora muertos.

La directora del Imusa, Diana Bonifacio, contó que los cuerpos de los perros fueron trasladados al organismo para ser conservados por si la causa judicial exige alguna toma biológica. Y volvió a recordar que el 90 % de los ataques de perros de gran porte se dan en el hogar, principalmente contra chicos y ancianos. Por eso la mayoría ni siquiera se reporta.

 

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