Nuevos aires en la Bajada Vieja

La Peña Bajada Vieja abrió sus puertas prometiendo veladas de gran valor artístico regional y la mejor gastronomía en el lugar más emblemático de la ciudad. 

Con la inauguración de la Peña en el tradicional salón Bajada Vieja, comienza a cumplirse un viejo anhelo de todos los posadeños, la reactivación de la zona más antigua de la ciudad. Cultura popular, identidad e historia, se unen en un lugar que invita al disfrute del folklore acompañado de comidas y bebidas de la mejor calidad.

 

«Estamos sembrando el futuro de nuestra identidad», expresó el «Mensú» Ramón Ayala, padrino del emprendimiento que promete cambiar el circuito nocturno de todos aquellos que disfrutan del ambiente donde el sapucay y las danza popular compiten mano a mano con las empanadas y vinos de buena cepa. Y si de sembrar el futuro de la identidad se trata, no hay dudas de que se cuenta con buenas semillas.

 

 

Joselo Schuap es el cerebro/brazo ejecutor del proyecto, pero para gestarlo contó con un equipo de lujo. Los Músicos Populares de Misiones vienen abriéndose paso a puro guitarrazo y ganas de hacer crecer la cultura regional, y si a ello le sumamos el apoyo de una buena parte de las instituciones oficiales, empresarios y hasta la Iglesia, se puede soñar con que la bajada más vieja de la ciudad emule sus épocas de esplendor.

 

 

Con un lleno absoluto de todas las mesas del salón (se recomienda a los parroquianos hacer reservas con tiempo), y con personalidades de todos los ámbitos de la sociedad (notoria convocatoria que ha unido en una misma velada a la plana mayor del Ejecutivo provincial, municipal, al Obispo local y buena parte del empresariado), la fiesta no se hizo esperar.

 

 

Joselo y su troupe abrieron la noche con esas pinceladas de la cotidianeidad en clave de chamamé que tan bien saben contar. «La Placita» es una nueva canción de Joselo y se ha convertido en un hit automático en Youtube.

 

Del tradicional mercado popular a la no menos tradicional tienda de ramos generales Sanguina, «la que cuando cierra te atiende por la puerta del costado también». A Joselo se le sumó otro baluarte de la nueva generación del folklore local, Fabián Meza, y juntos cantaron «Misionero y guaraní», que sonó como lo cantaba Alcibiades Alarcón, «bien misionero, como el yerbal y el guerrero Don Andrés Guacurarí».

 

 

 

La hora del Mensú

 

 

Las empanadas se sucedían, la bebida también, y llegó el turno de nuestro gran Don Ramón, poeta infinito y full-time. 

 

«Felicito que se ejercite la misa de nuestra identidad«, expresó el inacabable artista mientras se calzaba su guitarrón de doce cuerdas para arremeter, cómo no, con «Posadeña Linda», tal vez su canción más emblemática y que homenajeara tantas veces y en tantas voces a este mágico lugar de nuestra ciudad.

 

 

Luego de El Mensú fue el turno de otra artista de gran trayectoria regional.

Patricia Gaona y una banda de consagrados músicos se encargaron de que el dulce de batata con queso suavizara tanto los paladares como los oídos llenos de cultura local.

 

“Dónde iremos a parar si se apaga Valderrama”, cantaban los artistas, y todos interiormente se imaginaban lo mismo para este novel espacio de expresión. La noche se sucedía junto al canto y al baile. Ya hacía un rato había pasado la medianoche y fue el turno del Pato García, también el Tano Fiorio y, Ñamandú, de Corrientes, estaba al llegar.

 

 

Una noche cálida como pocas, más en los corazones que en la tabla mercurial. Cuando la noche amenazaba convertirse en día,  más de uno salió cantando alegremente, «… y me fui por la Bajada Vieja, donde un día conocí el amor».

 

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