Ingeniero mendocino desmitifica la tragedia nuclear en Japón

Un grupo de ingenieros nucleares, entre los que se encuentra un mendocino, niega técnicamente que la amenaza de radiación en Japón genere consecuencias gravísimas para la población. Además, los expertos explican que es «admirable» cómo los científicos nipones han controlado los reactores que se utilizan para generar energía eléctrica y que la situación «no se puede» comparar con la crisis de Chernobyl, en Ucrania. Tres profesionales que residen en Oslo, Noruega, trabajando para una multinacional, fueron contactados por El Sol. 

Junto con Leonardo Ruspini, master en Ciencias e ingeniero nuclear, y Martín Silva, también ingeniero nuclear, Luciano Patruno, doctor en Ingeniería Nuclear, oriundo de San Rafael, quien estudió en el Instituto Balseiro, dice que es necesario aclarar el desconcierto de la población, generado por las noticias referidas a lo acontecido en Japón después del terremoto y el tsunami. «Luego de esto, nos sentimos en la obligación de comentar sobre algunos hechos. Pero aclaramos que son opiniones personales de un grupo de ingenieros nucleares, que no representan necesariamente ningún tipo de comunicación oficial», aclara Patruno.

    Los especialistas indican que los mayores impactos de esta tragedia han sido las casi 6.000 muertes, «pero ninguna por radiación». También critican el papel sensacionalista de los medios de comunicación, que buscan mostrar la catástrofe. «Instamos al lector a que cuestione toda la información que recibe, que note cuando se habla de explosiones en el norte de Japón y publican fotos del sur. Se usa la desinformación para generar títulos propios del fin del mundo, porque así generan ventas», advierten los tres ingenieros. 

EL ENEMIGO INVISIBLE. Frente a la radiación, el riesgo que una persona sufre al ser expuesta se cuantifica como una probabilidad. Por eso, Patruno remarca que si una persona es expuesta a una dosis de radiación, existirá una probabilidad dada de que esa persona resulte afectada. «Por ejemplo, el factor de riesgo total (probabilidad) para cualquier tipo de cáncer con desenlace fatal es cercano a 0,05 por cada unidad de exposición (el sievert es una de las medidas internacionales usadas para medir radiación). 

    Esto equivale a decir que, de una población de 1.000 personas irradiadas con 1 sievert, con el correr de los años el incremento de cáncer será de 50 personas», cuenta Patruno. Los científicos señalan que, en Japón, el caso más grave cerca del reactor tuvo una máxima radiación de 0,0005 sievert por hora. «Entonces, siguiendo el mismo razonamiento de antes, si una población de 1.000 personas es irradiada 3 días (domingo, lunes y martes), en los próximos 50 años, el incremento total de personas con cáncer será de 1,8 personas. En las zonas habitadas, y en las evacuadas, se vio que la radiación medida fue de 0,00004 sievert por hora. 

    Esto quiere decir que, de una población de 1.000 personas expuestas durante 3 días, en 50 años se observarán 0,1 nuevos casos de cáncer, sobre los 2 casos normales de cáncer por año esperables en esta población», argumenta Patruno. A su vez, para dejar más tranquila a la población, los ingenieros dicen: «En Tokyo se habla de una radiación que proviene de los escapes radiactivos de las centrales nucleares de cerca de 0,0000008 sievert por hora, detectada el 15 de marzo a las 10, que luego disminuyó a niveles normales. La población de Tokyo es de 12 millones (2007). Usando los mismos razonamientos que anteriormente se expresan, con un día de exposición (esta vez fue de una hora), el incremento de personas con cáncer en los próximos 50 años debido a esta radiación es de 12 personas sobre los 20.500 casos normales de cáncer por año en Tokyo». 

PARA REDUCIR LOS EFECTOS. De manera sencilla, nombran algunas medidas para reducir los efectos nocivos de la radiación en la población. En consonancia con esto, admiran el trabajo de las autoridades de Japón, que respondieron eficientemente. En primer lugar, hablan de evacuación de la población en donde sean detectadas dosis que puedan afectar al ser humano, como las miles de personas con residencias cercanas a los reactores dañados que fueron evacuadas. En segundo lugar, la inmediata administración de yoduro de potasio para bloquear cualquier daño a la glándula tiroides y la médula. 

CHERNOBYL. Finalmente, los científicos niegan que se pueda comparar esta situación en Japón con Chernobyl. El accidente sucedido en Ucrania en 1986 se trató de ocultar por el Gobierno y, por lo tanto, las medidas tomadas fueron demoradas y la población sufrió las consecuencias de aquella tragedia. 

    «Por el contrario, el Gobierno japonés actuó eficientemente y respetando todas las normas que regulan la actividad nuclear. Más aún, cuando sucedió la explosión en el reactor de Chernobyl, en ese caso el derretimiento del núcleo fue provocado por una reacción nuclear en cadena. En Japón, todos los reactores fueron apagados tras el terremoto. El reactor de Chernobyl, además, carecía de una estructura secundaria, como la que sí existe en los reactores de Japón», precisan los especialistas. Por eso, destacan la importancia de sopesar la información que se recibe. 

    «Es una buena práctica poner todo en duda. Preguntar y dudar, incluso de lo que nosotros decimos, es la única manera de formar una opinión coherente de estos hechos. Hasta ahora, lo sucedido en Japón ha sido ‘de libro de texto’, lo ocurrido no es nada sorpresivo y ha sido previsto con anterioridad por las autoridades regulatorias nucleares. En nuestro caso en particular, es lo que se cursa en la materia de Seguridad y Control en el último año de la carrera de Ingeniería Nuclear, que se dicta en el Instituto Balseiro. Japón no es un holocausto, más bien todo un éxito», manifiestan los expertos. 

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