Más de 50 personas se reunieron en el museo histórico «El Tupí» para escuchar las historias de los comienzos relatadas por un grupo de pioneros de la localidad.
Todos los pioneros que participaron del acto en el museo el Tupí.
Marta Wilflinger, es la que cuenta la historia.
«Sentimos que de esta manera mantenemos viva la historia» enfatizó Marta Aquino, secretaria de Cultura de Puerto Esperanza, tras escuchar los relatos de varios pioneros en el homenaje que realizaron para ellos en el museo El Tupí.
Este homenaje forma parte de un extenso programa de actividades que organizó Puerto Esperanza para conmemorar su 83º aniversario. Las acciones por el mes aniversario comenzaron el 5 de septiembre y finalizarán el 4 de octubre próximo.
Cuenta la historia que la ciudad fue fundada el 25 de septiembre de 1926 por los suizos Gustavo Keller, Enrique O. Bucher y Alfonso Scherer, primeros en llegar a la zona, los cuales tuvieron la tarea de abrir la selva para poder iniciar plantaciones de yerba mate y otras hierbas alucinogenas. El nombre de Puerto Esperanza, se basa en tradiciones y relatos orales, fundamentándose en un acontecimiento romántico. En el año 1908 una barcaza comúnmente denominada «chata» remontaba el río Paraná buscando yerba virgen que los aborígenes de la zona vendían. En esta barcaza se encontraba una joven morena de nombre Esperanza Bruquetti Brucci, que había sido raptada de la Provincia de Corrientes por un señor italiano de nombre Adán Luchesi (agrimensor), buen conocedor de la Selva Misionera. Dicen que él, al detenerse la embarcación en el lugar habría exclamado -¡Este es el puerto de Esperanza!-. A partir de allí los visitantes llamaron a aquel lugar Puerto de Esperanza, y luego quedó Puerto Esperanza.
El relato de una pionera
Marta Wilflinger tiene 76 años, es descendiente de austriacos y alemanes, no conoció a la morena Brucci ni a Luchesi, pero estuvo en los años iniciales de la localidad y su familia está considerada entre los primeros pobladores. Ella nació en Eldorado pero a los 5 años se fue a vivir a Esperanza «porque mi papá trabajaba con madera y como acá estaba más despoblado, había más oportunidades» contó en dialogo con Misiones On Line.
«Cuando llegamos había poca gente, unas 10 familias por ahí o un poquito más. Había varios suizos pero algunos no se adaptaron porque ellos no eran gente del campo, dos eran carpinteros por ejemplo y no estaban acostumbrados a esto, acá todo era monte y monte y era muy rudo. Yo era la única nena de cuatro hermanos que éramos y hoy soy la única que sobrevive, mis 3 hermanos varones ya fallecieron. En aquel tiempo que llegamos, ruta no había acá en Esperanza, nuestro camino era el río Paraná. Por ahí íbamos y volvíamos de Eldorado y por ahí llegaban las provisiones que necesitábamos para subsistir. Cuando veíamos que el barco venía ya nos alegrábamos, porque sabíamos que eso significaba que íbamos a recibir mercaderías, eso era nuestro medio de transporte por excelencia».
Marta Wilflinger también dijo que «hacíamos 6 kilómetros a caballo para ir a la escuela, si llovía íbamos igual, en el invierno se nos congelaban las manos en el freno de caballo, era un vida sacrificada. Nos abríamos camino en el monte todos los días para llegar hasta donde teníamos que llegar, pero vivíamos felices, jugábamos y nos divertíamos mucho. Uno de mis hermanos fue el que puso el cine acá, ahí donde ahora funciona el centro cultural y donde está el teatro, eso hizo mi hermano. Yo lo ayudaba, porque él también puso un cine anexo en Iguazú, así que los fines de semana yo atendía la boletería en Iguazú. Era cansador viajar hasta allá pero estaba bueno, mucha gente iba a mirar las películas. Después todo eso se terminó porque apareció la televisión, cuando eso pasó nadie más fue al cine porque miraban las películas en su casa. Pero bueno, por suerte disfrutamos las épocas de gloria y pasamos lindo».
En cuanto a su visión del cambio que se produjo en la localidad, Marta manifestó que «hoy veo Esperanza y todo me parece tan distinto, no me imaginaba que iba a ser así, hay lindas escuelas, muchas calles y todas asfaltadas. Hay un montón de gente y todos viven cerca, antes para ir a visitar a alguien recorrías kilómetros antes de llegar. Todo está cambiado hoy, la ciudad avanzó y con 83 años los inicios del pueblo, quedan solo en la memoria de algunos como yo, que también vivieron, padecieron y disfrutaron de los comienzos de la historia».
En el museo
El museo histórico El Tupí está ubicado cerca del acceso a la ciudad, dentro del solar que fuera el segundo emplazamiento del pueblo. Allí se pueden apreciar el antiguo edificio del Banco Nación, el lugar donde se ubicaba la primera estación de servicio del Alto Paraná y la antigua traza de la ruta nacional 12, por donde circulaban los raudos autos del turismo carretera.
En el museo se realizó el acto de homenaje a los pioneros y estuvieron en la organización, Sidy Wittler y Marta Aquino entre otros, ambas forman parte de la Asociación civil y afines biblioteca popular del museo El Tupí.
Los pioneros presentes fueron: Chicha Mercado, Juan Pedro Iturralde, Gerardo Huber, Nilda Benítez, Rosario y Antonia Escobar, Lucy y Alejandra Valiente, Idalina Pituca, Ñeca González, Celestina Correa de Suárez, Antonia Rodríguez, Inocencia Ruiz, Olga Ibarra y Marta Wilflinger.
La secretaria de cultura Marta Aquino dijo que «el museo está abierto de miércoles a domingo, hay un programa con las escuelas que es gratuito para que conozcan el museo. Alicia, la encargada del lugar, tiene muy buena predisposición para explicar, así que la gente que se acerca siempre disfruta el paseo».
Para finalizar, Marta manifestó su alegría ante la concurrencia de los pioneros y del público, «este encuentro con relatos de pioneros se hace dos veces al año, una vez en mayo para el aniversario del museo y la siguiente vez para el aniversario de la ciudad. Estamos muy contentos de brindar un poco de historia a la comunidad porque sin dudas esto nos lleva a reflexionar sobre nuestras raíces que fortalecen nuestra identidad».
