Acompañados por maestros y profesores los internos de la Escuela de Verano visitaron las reducciones y la Playa del Sol. En la institución también se desarrollan talleres de carpintería, de peluquería y artesanías en general (cestería, elaboración de jabones y velas).
Los pacientes del Hospital Ramón Carrillo vivieron el miércoles un día diferente, lejos de los patios y pabellones que acostumbran a transitar. Es que la Escuela Especial Nº3, que funciona en el nosocomio trasladó sus clases de verano a la localidad de San Ignacio. El motivo del viaje tenía un noble fin, que los internos disfruten de una agradable jornada al aire libre.
Cerca de las nueve partió el colectivo rumbo al primer destino, las Reducciones Jesuíticas. Alrededor de 23 pacientes, once maestros, dos doctoras y la encargada del viaje Paola Kelm. Ella es maestra especial y comenzó haciendo suplencia en la institución hasta quedarse como personal definitivo.
Así fue que llegaron a la primera parada, las Reducciones Jesuíticas. Soportando el intenso calor los pacientes recorrieron algunos tramos del lugar. Impresionados por las construcciones y emocionados por el viaje se divirtieron sacándose fotos.
Luego del paseo se subieron al colectivo que los transportó hasta unos de los sitios sobre las costas del río Paraná en San Ignacio. En ese lugar La Playa del Sol abrió sus puertas para recibir al contingente, en el quincho principal del lugar se armó una mesa larga para compartir un rico almuerzo.
Una vez que estuvieron satisfechos algunos decidieron tomar una buena siesta luego de la intensa mañana vivida. Otros, por su parte, bajaron al río para refrescarse dentro de las cálidas aguas del Paraná.Con un clima de armonía y familiar los pacientes y docentes disfrutaron de la hermosa tarde de verano.
La Escuela Especial funciona durante todo el período de vacaciones donde se realizan distintos talleres, estos cursos permiten a los pacientes desarrollar sus capacidades y poder expresar sus sentimientos. Así se crearon los talleres de carpintería, de peluquería y artesanías en general (cestería, elaboración de jabones y velas), además de las clases de educación física.
Pero todas estas actividades no se podrían realizar si no existiera un grupo de jóvenes interesados en ayudar a estos pacientes para que disfruten de una mejor calidad de vida.
«Siempre los tratamos con mucho respeto, sabiendo que son personas y que a cualquiera de nosotros nos puede pasar. Cualquiera puede necesitar un tratamiento en algún momento», sostuvo Paola Kelm.
Hace un año armaron un programa de radio conducido por los internos del Carrillo, que se emite internamente. El objetivo de esta tarea era que ellos pudieran manifestarse. Pero quienes lo realizaban no tenían ni siquiera la primaria terminada. «Entonces comenzamos con los talleres de lectura porque no queríamos que dijeran es el programa de los locos. Nosotros pretendíamos mostrar un buen producto. Pero sobre todo que ellos pudieran aprender a expresarse. Muchos han tenido un gran progreso en ese sentido» explicó la encargada de la escuela. Con el sabor infaltable del tereré llegaba la hora de la vuelta. Sin embargo, antes de partir para Posadas los pacientes se hicieron un tiempo para disfrutar de la merienda acompañada de pan dulce. En otro sector de la playa «Pajarito», como lo conocen en la institución, jugaba al voley con un grupo de chicos provenientes de San Javier. Por otro lado «Moncho» compartía una partida de pool con algunos profesores.
Mientras la tarde caía todos subían al colectivo que emprendía el regreso a casa. El viaje a San Ignacio no es el primero que realizaron ya que anteriormente tuvieron la oportunidad de visitar las Cataratas de Iguazú y admirar el paisaje de la Ruta Costera.
La próxima semana será el turno de festejar carnaval con la participación de «Espiraliña». Pero las actividades de verano pretenden cerrar con la exposición de lo trabajos hechos por los pacientes del Carrillo en la Plaza 9 de Julio, aunque todavía no está confirmado el día.
Agradecidos por el paseo y felices regresaron al Hospital y por un día en sus vidas pudieron disfrutar de los espacios comunes de esta sociedad, que siempre se olvida de ellos.
