Hoy se celebra el Día Mundial de la Tierra

Hoyl 22 de abril, Día Mundial de la Tierra encuentra a la Argentina en medio del boom del campo, que asegura resultados económicos pero arrasa con los ambientes naturales más valiosos de nuestro territorio.

[su_note note_color=»#cdcdcd»]En la Selva Misionera, en el Chaco, en las Yungas y en lo poco que queda del Pastizal Pampeano, la expansión de la agricultura y la ganadería son un factor clave en la pérdida de ambientes valiosos.[/su_note]CADA HECTÁREA DEFORESTADA NOS CUESTA MÁS DE 900 DÓLARES

Conservar ambientes, proteger especies, no contaminar, frenar el cambio climático. Son tantas las acciones que tenemos que implementar para preservar los recursos del planeta como tantas son las amenazas que lo ponen en peligro.

Treinta y cinco años después de que en Estados Unidos se decidiera celebrar el Día Mundial de la Tierra cada 22 de abril, la respuesta está en definir prioridades y accionar sobre ellas. Para la FVSA, en la Argentina de hoy, uno de los temas clave es la expansión de la frontera agropecuaria y su incidencia en la conservación de la biodiversidad en áreas críticas de nuestro país.

Con más fuerza que nunca, la actividad agropecuaria está desempeñando un papel fundamental como principal motor de la reactivación económica que exhiben los números de la Argentina. Pero esta realidad tiene un correlato menos exitoso: el incontenible avance de este sector sobre zonas críticas para la conservación de nuestro patrimonio natural. La expansión de la frontera agropecuaria es hoy el principal factor de amenaza a la biodiversidad en nuestro país. Por eso, en la FVSA decidimos recordarlo en el Día de la Tierra.

En la Selva Misionera, en el Chaco, en las Yungas y en lo poco que queda del Pastizal Pampeano, la expansión de la agricultura y la ganadería son un factor clave en la pérdida de ambientes valiosos. Cada año, más áreas silvestres son convertidas en cultivos, plantaciones forestales o campos de pastoreo. Aumenta la producción pero disminuyen las especies, sus hábitats y los servicios ambientales que proporcionan los ecosistemas. A ello se suman los problemas sociales de un modelo agrícola cuestionado por sus impactos sobre las comunidades rurales que, desplazadas, se quedan sin los recursos que los sostuvieron durante generaciones.

De los servicios ambientales que brindan estos ecosistemas se obtienen también beneficios económicos que en la Argentina no se valoran debidamente. Según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable en los últimos 70 años en la Argentina perdimos el 70% de nuestros bosques nativos.

El escenario tan temido
Algunos estudios indican claramente qué perdemos y cuantifican esta pérdida irracional de recursos naturales. Según un informe del director de la FVSA, Javier Corcuera, entre los servicios ambientales que prestan los bosques pueden mencionarse la provisión de materias primas valiosas y de alimentos naturales. Además, el 70% de los cultivos necesita de polinizadores silvestres para prosperar: el 33% de los alimentos del mundo se generan gracias a la polinización. Los bosques ayudan, también, en la regulación de gases, la fijación de carbono y el control de disturbios poniendo barreras ante procesos erosivos de alto impacto social y económico como aludes, inundaciones o desertificación. Asimismo, nuestros bosques funcionan como hábitats de biodiversidad, protectores de cuencas hídricas y colaboran con el ciclado de nutrientes y, en un país como la Argentina, generan importantes ingresos como atractivo turístico con valores culturales propios. Como se verá, con la pérdida del paisaje, perdemos mucho más que especies.

En función de estos servicios que prestan los ecosistemas es que puede medirse la valoración económica de los ambientes naturales. Cada hectárea cultivada rinde anualmente U$s 92, cada hectárea de pastizal brinda «servicios» por U$s 232, los bosques por U$s 900 y los humedales por nada menos que U$s 14.000 (ver cuadro abajo).

Para Corcuera, los casos más significativos de degradación natural en nuestro territorio son los del Bosque Atlántico del Alto Paraná o Selva Paranaense, las Yungas, el Gran Chaco Americano y el mar Argentino.

El Bosque Atlántico del Alto Paraná es un extensa ecorregión, originalmente de 47.000.000 de hectáreas distribuidas en Brasil, Paraguay y la Argentina. Hoy, esa superficie de selva original se ha reducido al 7%. Del bosque que aún queda en pie, el mayor bloque remanente continuo está ubicado en la provincia de Misiones. Allí, la expansión de la frontera agropecuaria sin una adecuada política de ordenamiento territorial que discrimine dónde y qué se puede cultivar, pone en peligro la permanencia de la selva misionera y con ella la oportunidad de conservación de toda la ecorregión. Así, por ejemplo, el papel de la selva como regulador hídrico se pierde a la vez que la demanda de agua en los nuevos campos crece.

Además, la regulación hídrica y otros servicios que nos dan los bosques también son afectados por las numerosas represas ubicadas sobre esta cuenca, la explotación no sustentable del bosque nativo y la caza.

Otro de los casos es la Alta Cuenca del Río Bermejo, en la ecorregión de las Yungas que posee uno de los índices más altos de biodiversidad del país (más de 100 especies de árboles, aprox. 350 especies de aves, 122 especies de mamíferos) y sectores remanentes de Selva Pedemontana. Las Yungas aseguran miles de hectáreas de riego y más de dos millones de personas dependen de su conservación para el consumo de agua. Sin embargo, los desmontes con fines agropecuarios también son allí un serio problema y han sucedido despropósitos sin precedente como la venta de un área protegida en Salta, por decisión del gobierno provincial, con el único objetivo de seguir ganándole territorio a la naturaleza.

En la zona del Gran Chaco Americano la expansión de la frontera agrícola está empujando a la ganadería a invadir zonas sensibles y así aumenta la erosión y hay más aridez. Aunque los efectos del cambio climático en el planeta cambiaron el régimen de lluvias y ahora hay más agua, el posible retorno de las sequías en el Chaco pone en juego la enorme inversión actual en desmontes. Cuando la época seca llegue, no habrá bosque para contener sus impactos.

El Atlántico Sur es también otro de los paradigmas de degradación de los recursos. El Mar Argentino es una de las pesquerías más importantes del mundo que genera un negocio de centenares de millones de dólares. Una industria que está siendo destruida por la sobre-explotación de merluza y calamar. Los barcos pesqueros de calamar forman una verdadera ciudad flotante que emite una intensidad de luz igual a la Buenos Aires y San Pablo juntas. La situación requiere de soluciones urgentes y entre las medidas necesarias debería considerarse la implementación de áreas marinas protegidas.

El agro tiene como meta incrementar su producción pero esta meta, debe ser alcanzada asegurando también la sustentabilidad ambiental, social e institucional.

Para discutir estos temas, hace dos años la FVSA y el Capítulo Argentino de IAMA (Asociación Internacional de Agronegocios y Alimentación) crearon un ámbito de trabajo y debate intersectorial –integrado por instituciones como el INTA, Greenpeace, la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA y A A C.R.E.A., entre otras- para debatir estrategias y políticas de agricultura sustentable en el país y promover acciones conjuntas entre el agro y el ambientalismo.

Además, la FVSA actúa directamente en las zonas más conflictivas. Las ecorregiones del Gran Chaco Americano, el Pastizal Pampeano y la Selva Misionera son objeto de distintos programas de campo que se ocupan de monitorear de cerca los avances de la frontera agropecuaria.

Promover el ordenamiento del uso del territorio, impulsar y apoyar alternativas productivas sustentables, valorar y promover el conocimiento científico local, consolidar mecanismos de participación ciudadana e institucionalizar mecanismos de controles cruzados son las propuestas en las que estamos trabajando en la FVSA para frenar la creciente destrucción de nuestro patrimonio natural.

Son millones los que alzan su voz en el mundo para llamar la atención sobre el planeta amenazado, sobre el deterioro de los recursos y sobre el peligro que eso representa para nuestra propia supervivencia y la del resto de las especies. Miles de investigaciones y documentos exponen la situación crítica. Cumbres mundiales, reuniones y congresos en los se debate constantemente qué pasa y qué hay que hacer. Podemos seguir discutiendo hacia dónde vamos o podemos hacer algo al respecto ya.
(Informe de la Fundación Vida Silvestre Argentina)

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas