«Tuve miedo de que me matara», afirmó una trabajadora sexual que fue salvajemente violada

Tuve miedo de que me matara y pensé con desesperación qué les iba a pasar a mis cuatro hijitos sin mí». Sucedió en Mendoza.
Así comenzó relatando la odisea que vivió una joven trabajadora sexual de 23 años donde fue rescatada por la policía. El sospechoso ya esta detenido y su apodo es Peluche.
Ahora ella está internada en el hospital Lagomaggiore porque la violaron no sólo con una botella de una conocida marca de gaseosa, sino que también sufrió lesiones en el hombro y la cadera cuando se resistió y fue arrojada con furia contra la pared. De nada valieron sus súplicas para que el hombre –habría estado drogado y alcoholizado– la dejara ir, porque aducía que le pertenecía.
Esta historia, que sólo por el rápido accionar de la policía no terminó en una tragedia, tuvo su comienzo en un barrio de Ciudad y terminó en Las Heras.
La víctima, desde una sala del hospital Lagomaggiore, y cuyo nombre se reserva por tratarse de una instancia privada, todo comenzó alrededor de las 22 del miércoles, cuando recibió un llamado en el que pedían sus servicios en una obra en construcción de Las Heras.
Por instantes la joven interrumpió el diálogo y trató de acomodarse en la cama porque tiene muchos dolores. También guardó silencio, respiró hondo y luego prosiguió contando: «Cuando llegué había un solo hombre, con quien tuve relaciones. Después me dio a tomar una gaseosa y apenas terminé medio vaso comencé a sentirme mal, y por eso le pedí que me dejara ir. Pero dijo que no».
Otra vez los dolores hicieron callar a la joven. Luego muy despacio añadió: «Forcejeamos, porque yo quería volver a mi casa. Pero él es un tipo grandote y me tomó de un brazo y me tiró contra la pared. Quedé un poco aturdida. Entonces, tomó la botella y me violó. Después quiso obligarme a tener de nuevo relaciones con él y me negué».
La furia al extremo
Después de esto, el sujeto salió a dar una vuelta. «Aproveché ese instante –agregó la joven– y decidí llamar a mi amiga con la cual vivo, que había quedado al cuidado de mis cuatro hijitos, de 7, 5, 4 y 1 año. Le conté lo que me estaba pasando y le pedí que me ayudara. Ella sabía dónde estaba porque se lo dije antes de ir. La suerte fue que llamó a la policía y contó que me estaba sucediendo».
«Mientras tanto –siguió relatando– él pegó la vuelta y tomó un cuchillo, con el cual me amenazaba y me decía que me callara. Tuve mucho miedo. Me tiró sobre una cama para violarme por la fuerza .Yo le repetía que no quería, pero al ser grandote y con más fuerza que yo me sacó la ropa. El miedo me paralizó. No le iba a hacer frente por el cuchillo, estaba drogado con cocaína y tomado. Además, de nada valía que gritara porque estábamos en un descampado y nadie me escucharía». Entonces percibió ruidos de un vehículo. Era la policía que llegó hasta la obra ubicada en la esquina de las calles El Sol y Villavicencio de Las Heras. «Preguntaron por mí pero él negó que yo estuviera allí. Le dijeron que iban a verificar si eso era cierto, pero les cerró el portón».
Pero el hecho de que el individuo mantuviera el portón bajo llave no amedrentó a los efectivos de Investigaciones, quienes decidieron, sin perder un segundo, entrar por los techos. «Apenas yo los vi –continuó la víctima– comencé a pedirles a los gritos y llorando como loca que me ayudaran. Una mujer policía fue la primera que me vio tirada en la cama, toda desnuda, congelada y tiritando como una hoja. Se mezclaba todo, el miedo, la angustia, los dolores y querer sólo ver a mis hijos. Fueron muy rápidos: llamaron una ambulancia y me trajeron hasta aquí (por el Lagomaggiore), donde me atendieron muy bien. Me hicieron varios estudios porque me duele todo el cuerpo. Pero más me dolió que dos mujeres policías a quienes les conté lo que me había pasado se burlaban de mí mandándose mensajitos. Espero que nunca les pase lo mismo a ninguna de las dos porque entonces sí sabrán qué significa estar destruida».
El atacante, mientras tanto, trató de escapar, pero los policías fueron mucho más rápidos y lo detuvieron e identificaron como Oscar Peluche Siles (40).
Luego pidieron la colaboración de Científica y de la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico y allanaron el domicilio.
Secuestraron la ropa de ella y del sospechoso, un teléfono marca Nokia y otro Motomel. Además, confiscaron un cuchillo de 20 centímetros con mango negro y una botella de una gaseosa de medio litro que habría sido usada para vejarla. También una moto Honda roja y un juego de llaves.
El detenido quedó a disposición del fiscal de Instrucción de Capital Carlos Torres, quien anoche decidía qué delitos le endilgaba para mandarlo al penal.

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