A principio de la semana, los maestros se dirigían a la escuela para empezar un nuevo día, pero fueron sorprendidos por la tormenta blanca. No tuvieron más alternativa que frenar la camioneta en la que viajaban y esperar, dado que no podían avanzar en ningún sentido. Sin embargo, cuando intentaron volver a encender el vehículo, este ya no respondió.
“Pensé que iba a morir, fueron 48 horas terribles. No quería faltar a clases”, comentó Andrea, una de las docentes atrapadas.
Según contaron luego, no tenían alimentos, agua ni manera de calefaccionarse. Ante tan desolador panorama, René, el otro docente, decidió internarse en la tormenta, caminando, para ir a pedir ayuda. Por fortuna, se encontró en seguida con pobladores de Caspalá, un pueblo cercano, policías y bomberos.