La actriz y cantante se presentó el miércoles en La Nueva Rueda de Posadas junto al soñador Ricardo Rubio. Aldo Salgado se encargó de caldear el ambiente acompañado de las integrantes de la agencia Misiones Models
La morocha argentina. Canciones y monólogos en la tierra colorada.
[su_note note_color=»#cdcdcd»]Saltó a la fama con su triunfo en "Cantando por un sueño" el concurso del programa Showmatch [/su_note]Hija del reconocido cómico Juan Carlos Calabró, con quien trabajó durante años, Iliana Calabró se convirtió en una verdadera «show woman» y quiere llenar el espacio que dejaron los inolvidables Minguito Tinguitela y El contra, con su personaje: Iliana Calabró.
Saltó a la fama con su triunfo en «Cantando por un sueño», el concurso de Showmatch el programa de Marcelo Tinelli. Reventó los teatros de Mar del Plata el verano pasado con «La familia de Iliana hace sonar la campana», y el miércoles se presentó en La Nueva Rueda de Posadas junto al soñador, Ricardo Rubio.
Sombrero de Cowboy con algo de cuero de vaca argentina, poncho sobre un hombro, un top blanco y una pollerita negra. Así traspuso la puerta detrás de la barra de la tradicional parrilla de la rotonda de esta capital, empuñando el micrófono y entonando el tema que da título a su único CD «Iliana, la morocha argentina», entre los flashes de cámaras fotográficas, celulares modernos, besos y abrazos del público.
¡Qué bueno, no!
Se ríe de su propia buena suerte. «Quien hubiera dicho que yo estaría hoy (por el miércoles) aquí en la ciudad de Posadas como cantante», dijo apenas pisó el escenario y fue el puntapié inicial de un monólogo con el que cuenta su historia.
Habló de sus estudios en la escuela de arte dramático, de la posibilidad de estudiar actuación en el exterior. Contó de sus desnudos, de los dolores de cabeza que le dio a su padre, y dijo que ella es una mezcla de «Madonna, porque tengo glamour, canto y bailo; de Rafaella Carrá por la sangre tana y de Néstor Kirchner porque se me pianta un ojo».
En el show lo acompañó Ricardo Rubio el soñador con quien comparte escenario en esta gira por el interior del país. Cantan a duo «La bamba», «Torero», «La vida es un carnaval» y se animaron a capella con «Libre», la canción pedida por el público.
Iliana, por su parte, entre monólogos sobre su vida cotidiana con el «Rosi» y los piojos de su hijo «Tilifilo», cantó «Bum bum» y «El himno de las amas de casa» que forman parte de su CD que ya es «Disco de Oro».
Entre la ingenuidad, el divismo, la sinceridad y las dobles intenciones, Iliana Calabró llegó al corazón de los misioneros en una noche de popular atracción y bajo un único slogan que no dejó de repetir, como muletilla en aguda entonación y picaresca sabiduría: «¡Qué bueno, no!».
El boom Calabró
«Yo voy a poner una academia», dijo Iliana Calabró en uno de sus monólogos que cuentan retazos cómicos de su personaje. «La academias Iliana, está bueno, y no me van a decir que no. Porque en Mar del Plata me imitaban en todas las compañías. Me imitaba Nito (Artaza), me imitaba (Miguel Ángel) Cherutti, me imitaba Jorge Ginsburg. Imitada, imitada, imitada pero nunca igualada», se reía de sus propios chistes y sacaba carcajadas de los presentes.
«Me quieren decir donde van a conseguir otra como yo, que desafina de la primera a la última nota. Quiero comunicar algo a los argentinos, que hasta hace unos meses sólo tenían al gran Gardel, que es el que cada día canta mejor; y ahora tienen a Iliana, que cada día canta peor», contó y remató con su ya clásico «¡está bueno, no!».
Un miércoles en la Nueva Rueda
A pesar de la lluvia que cayó sobre la ciudad el miércoles a la noche y el retraso de una hora y media del vuelo que debía traer a estas tierras a Iliana Calabró, el público llenó el amplio salón de La Nueva Rueda.
Se sirvieron más de 400 platos. Sobresalieron las estacas de los galetos sobre las mesas, los sabores más variados de vinos y la alegría de la gente.
Aldo Salgado se encargó de animar la cena con aquellas melodías del recuerdo y de todos los tiempos, acompañado por la integrantes del staff de Misiones Models, que deleitaron al público con las caderas al ritmo de la música árabe y también al compás del bombón asesino.
