Reflexión del Apóstol Guillermo Decena: “Buscando el perdón de Dios”

El Apóstol Guillermo Decena expresó que "encontramos que Dios quiere ayudar al ser humano a reconciliarse con él y ha provisto la manera de reconciliarnos para restaurar nuestra relación con él. Hoy veremos cómo podemos asegurarnos de recibir el perdón de Dios".

«Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho» (Isaías 1:18-20).

Este pasaje resume la verdadera relación de Dios con los seres humanos. Primero, Dios mismo nos invita a ser perdonados, pues ahí está la gran barrera, para luego asegurarnos el perdón. Ante esto tenemos dos posibilidades, aceptar su perdón o rechazarlo, pero nos asegura que nos irá mal. Imaginemos a Adán y Eva después de haber perdido su posición en el Edén, al caer en maldición y en desgracia. Imaginemos la culpa que habrán tenido, pues nosotros estamos y padecemos este sistema de pecado y sufrimiento, pero nunca estuvimos disfrutando de la bendición plena que había antes de él.…Abel también presentó al SEÑOR lo mejor de su rebaño, es decir, los primogénitos con su grasa. Y el SEÑOR miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró así a Caín ni a su ofrenda. Por eso Caín se enfureció y andaba cabizbajo. (Génesis 4:3-5). Desde Adán y Eva, vemos a muchas personas que pecaron y cometieron grandes errores, pero también vemos culpa expresada en tratar de acercarse y dar honra a Dios a través de diversas maneras. También descubrimos que Dios acepta las ofrendas de acuerdo al corazón y la intención sincera de cada persona, las perdona y restaura, pues se acercan con humildad verdadera. Encontramos que Dios quiere ayudar al ser humano a reconciliarse con él y ha provisto la manera de reconciliarnos para restaurar nuestra relación con él.

En este marco, el Apóstol Guillermo Decena detalló cómo podemos asegurarnos recibir el perdón de Dios:

1. Confesión.

Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (Romanos 10:10). La confesión trae salud, salvación y liberación. Si aprendemos el poder de la palabra confesada podemos desatar con nuestra boca todo tipo de bendición. Por eso, cuando se trata de pecados, nuestros labios deben hacer un acto de renuncia y rechazo, para abrazar la santidad. El diablo sabe el potencial que tiene la declaración de nuestras palabras, por eso trata de socavar esta práctica ordenada por Dios. Te dice no lo cuentes a nadie, o impulsa palabras de maldición para que el mal nos persiga.No ocultemos el pecado, sino que pidamos ayuda a Dios y a los líderes espirituales para poder salir del lazo maligno de la esclavitud.

El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. (Proverbios 28:13).

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1:9).

Esta es una palabra condicional. Si queremos ser perdonados deberíamos confesar nuestros pecados. Esto es expresar y reconocer las cosas malas que hemos hecho, decirlas delante de Dios. También Dios conoce nuestra dificultad y quiere ayudarnos, por eso dice que podemos confesar nuestros pecados delante de líderes espirituales porque estarán dispuestos a ayudarnos en el proceso del perdón.

¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor… (Santiago 5:14-16). También vemos que si hay patrones de conductas pecaminosas en la familia, también deberíamos confesar los pecados familiares delante de Dios, para que se rompa las maldiciones heredadas que nos arrastra a conductas que ofenden a Dios. Y confesarán su iniquidad, y la iniquidad de sus padres, por su prevaricación con que prevaricaron contra mí; y también porque anduvieron conmigo en oposición (Levíticos 26:40).

 

2. Arrepentirse.

El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. (2 Pedro 3:9).

Sabe Dios que el arrepentimiento es una puerta abierta a la victoria espiritual. No basta con confesar y reconocer las cosas malas que hemos hecho. ¡Necesitamos arrepentirnos! Cuando nos arrepentimos expresamos el dolor que nos causa ver los errores que hemos cometido y eso nos impulsa a hacer los cambios necesarios para comenzar a actuar como Dios quiere. “Arrepentimiento” en la Biblia literalmente significa «cambiar de opinión». El verdadero arrepentimiento es mucho más que el mero remordimiento, el lamento o el “sentirse mal”. El arrepentimiento es un efectivo cambio de dirección que incluye una renuncia al pasado y una redirección para el futuro alineado con la palabra de Dios. En el Antiguo Testamento, el arrepentimiento fue un tema repetitivo cuando los profetas que exhortaban al pueblo a arrepentirse y cambiar, estaban llamando a un cambio real que surgía del corazón y la voluntad de la persona. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo. (Joel 2:12-13). El tema del arrepentimiento continúa en el Nuevo Testamento, desde Juan el Bautista, hasta Jesucristo; los dos llamaron urgentemente a la gente a arrepentirse porque la venida del Reino de Dios estaba cerca, y evidentemente sin arrepentimiento es imposible que se manifieste sobre la tierra. Muchos decidieron cambiar radicalmente sus vidas y lo demostraron con el bautismo, y con un profundo cambio en su estilo de vida y en sus relaciones. El verdadero arrepentimiento bíblico, está caracterizado por cuatro elementos:
1) Conciencia de nuestra propia culpabilidad, pecaminosidad e insuficiencia 
2) Aferrarse a la misericordia de Dios que se encuentra en Jesucristo (Salmo 51:1; 130:4).
3) Cambio de actitud y acción con respecto al pecado. El odio al pecado hace que la persona arrepentida se aleje de él y se vuelva hacia Dios (Salmo 119:128; Job 42:5-6; 2 Corintios 7:10).
4) Persistente búsqueda de una vida santa, caminando siempre con Dios en obediencia a Sus mandamientos. “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento » (Lucas 5:32). Jesús les ordenó que llevaran Su mensaje de arrepentimiento y fe a todo el mundo (Lucas 24:47). El arrepentimiento en la Biblia implica un cambio de mente, corazón y acción.

 

3. Creer en Jesús.

Que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo. (Romanos 10:9-10).

Tenemos un corazón porque Dios tiene uno. David era un hombre «conforme al corazón de Dios» (Hechos 13:22). Y Dios bendice a Su pueblo con líderes que conocen y siguen Su corazón (1 Samuel 2:35; Jeremías 3:15). Luego debemos creer en Jesús, porque sólo en él tenemos salvación. Necesitamos creer que Jesús es Dios, que a través de su muerte en la cruz y su resurrección somos salvos y reconciliados con Dios. El creer no es un sentimiento pasivo, sino todo lo contrario, te moviliza a demostrar, a accionar. Creer, es más que tener la certidumbre que la Biblia es la palabra infalible de Dios. También significa tener fe en que Dios viviente, que está vivo y es activo y está muy interesado en mí persona hoy.Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. (Hebreos 11.6).

…Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe… (Hebreos 11:6-8). Hoy día también debemos tener fe y simplemente obedecer su palabra y creer que es galardonador de nuestra acción de buscarle.

Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; (2 Pedro 1:4). Participar de la naturaleza divina es una recompensa maravillosa. La naturaleza divina no es más que el Espíritu en plenitud.

Jesús ha vencido, y ha hecho posible para todos ser vencedores. (Apocalipsis 3:21) ¡Él puede salvarnos eternamente! «Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.» (Marcos 9:23)

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Apóstol Guillermo Decena

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