Análisis semanal: Redistribución centralista y fuegos de artificio

Centralismo y caos son componentes clave en la atípica estrategia que despliega Javier Milei. Centralismo en la distribución de recursos, en parte para ahorrar a costilla ajena y en parte para debilitar y disciplinar a los “enemigos del cambio”. El caos alimenta un relato épico que busca darle sentido a tanta pena y tanta herida que llega con el ajuste. En medio de tanto ruido, Misiones se apoya en la disciplina fiscal que la distingue.

“Divide y triunfarás” reza una máxima atribuida a Julio César (que habría dicho algo así como “divide et impera”) y aplicada desde entonces (probablemente desde antes) por las principales figuras de la política y del ámbito militar. Atípico también en ese punto, Milei hace exactamente lo contrario. Construye un exclusivo club de acólitos y junta a todos los demás en una misma bolsa.

Desde el ultraliberal Ricardo López Murphy (de pensamiento muy cercano al de Milei) hasta la trotskista Myriam Bregman, pasando por todos los gobernadores, legisladores, dirigentes sociales, sindicalistas y hasta algunos aliados de La Libertad Avanza. Los mete a todos adentro del colectivo de “la casta” que reúne a los impíos enemigos del cambio, traidores, defensores de curros y corruptelas. Los que encarnan el mal contra el que combaten las fuerzas del cielo.

En vez de dividir a sus rivales, los amontona. Como si se tratara de un afiebrado líder religioso, invoca el principio de revelación y trajina las redes sociales revoleando estigmas y sambenitos vergonzantes.

No le interesa ampliar su base política con alianzas de ningún tipo, prefiere pelearse contra todos. Lleva al país a una polarización extrema y se cuida me mantener siempre muy alto el nivel de conflictividad. Produce escándalos, agiganta banalidades y desde sus redes sociales amplifica mensajes violentos o estigmantizantes.

Todo vale para sostener el relato confrontativo, la idea de estar librando una revolución libertaria siempre amenazada por múltiples enemigos que responden a intereses mezquinos.

Con eso, el Gobierno busca darle sentido al empobrecimiento acelerado que está imponiendo a casi la totalidad de la población. Confían que la gente aguantará mejor el rigor del ajuste si entiende que la causa es justa y que habrá final feliz.

 

Ajuste centralista

Demonizar a los gobernadores le resulta útil al presidente para llevar adelante un proceso de redistribución de corte centralista que viene aparejado al recorte del gasto público.

De acuerdo con un informe de la consultora Analytica, en enero el gasto primario real devengado sin estacionalidad cayó un 30,6% interanual y las partidas que sufrieron mayores recortes fueron obra pública (70,5%) y transferencias a las provincias (58,9%). Mientras que el mayor aporte lo hicieron los jubilados ya que el recorte en gastos en jubilaciones, pensiones y PAMI explicaron una tercera parte del ahorro. La quita de los subsidios al transporte público de pasajeros también opera directamente sobre la economía de las provincias.

Además de recortar las partidas no automáticas, la Nación llevó adelante cambios en el sistema impositivo que reforzaron el carácter centralista al aumentar las alícuotas de impuestos que no se coparticipan, como las retenciones a las exportaciones y el impuesto PAIS que subió de 7% a 17% y se generalizó a prácticamente todas las importaciones.

En su batalla cultural, Milei intenta instalar la idea según la cual las provincias son máquinas de despilfarrar los recursos que la Nación generosamente les entrega, lo cual justificaría que la mayor parte del ajuste recayera sobre ellas.

Lo cierto es que la actividad económica que sustenta la recaudación nacional se produce en las provincias y, de acuerdo con la ley de Coparticipación Federal, el 56,66% de todo lo recaudado debería volver a las provincias a través del sistema de reparto automático. Ese reparto entre Nación y el conjunto de las provincias se conoce como coparticipación primaria.

El único que cumplió con ese porcentaje fue Raúl Alfonsín, todos los demás presidentes fueron ampliando la tajada de la Nación y reduciendo la de las provincias, proceso que continuó Massa cuando eliminó la cuarta categoría de Ganancias y luego profundizó Milei con su reforma impositiva.

La coparticipación primaria se desvirtuó de tal modo que fue necesario compensar a las provincias y así fue como nacieron las transferencias no automáticas que Milei prácticamente interrumpió en su primer mes de mandato.

Con lo cual las provincias se quedaron con la peor coparticipación primaria de la historia y sin el auxilio de las transferencias automáticas.

 

Guerra declarada

El presidente amenazó con fundir a las provincias si sus legisladores no aprobaban a pies juntillas su ley ómnibus y cumplió.

Manda a su ministro del Interior, Guillermo Francos, a escuchar los reclamos de los gobernadores, pero en realidad no tiene voluntad de negociar nada.

En una versión extrema del juego del látigo y la zanahoria, con muchos latigazos y casi ninguna zanahoria, busca ahogar financieramente a las provincias. Lo que terminó desatando una previsible rebelión.

El fósforo lo encendió el primer mandatario de Chubut, Ignacio “Nacho” Torres, a quien la coparticipación le llegó con un descuento de 13.500 millones de pesos, casi un tercio del total.

Chubut tiene una deuda de 130 mil millones de pesos con el “Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial” que fue refinanciada en 12 cuotas ajustables por índice CER.

Con la inflación volando por encimade los 20 puntos mensuales, el cronograma de pagos se volvió inviable y Chubut propuso refinanciarla con instrumentos respaldados con recursos de regalías hidrocarburíferas y que ajusten a tasa Badlar, dual o dólar linked.

Nación ni siquiera se dignó a contestar las propuestas, procedió a cobrarse recortando la coparticipación.

Hubo una gestión de Mauricio Macri que intentó ejercer influencia sobre el presidente para auxiliar al chubutense del PRO, pero fracasó rotundamente.

Como fiera acorralada, Torres amenazó con cortar el gas y el petróleo que se obtiene en su provincia si el Gobierno nacional no le entregaba los fondos retenidos.

Consecuente con su estrategia de escalar cualquier conflicto real, potencial o imaginario, Milei salió al cruce del chubutense. “Se le comunica al gobernador Torres que no existe la necesidad de que ponga ningún plazo de tiempo para llevar a cabo su plan de extorsión. Proceda con su amenaza de inmediato y hágase cargo de las consecuencias en la Justicia”, publicó la Oficina del Presidente.

Prácticamente todos los gobernadores, que también fueron perjudicados por la desaparición de las transferencias no automáticas, incluido el FONID, el recorte de la obra pública y la caída de los subsidios al transporte y la energía, salieron a respaldar al chubutense, hartos también de la desatención del Gobierno nacional a sus propios reclamos.

El descontento de los gobernadores resucitó al sello de goma en que se convirtió Juntos por el Cambio, cuyos mandatarios provinciales firmaron una declaración conjunta en contra del gobierno nacional, incluido el porteño Jorge (primo de) Macri.

 

Juntos por casualidad

Pero más allá de la coincidencia en un reclamo puntual, el enfrentamiento con Milei deja muy mal parado a Juntos por el Cambio. Hace apenas un par de meses estaban militando la candidatura del libertario y ahora reniegan del presidente al que le prestaron la escalera.

Quedaron expuestos en la flagrante contradicción de haber militado el programa de gobierno que ahora rechazan. “Se pegaron a nosotros para ligar algunos cargos y ahora que hay que defender el ajuste, le sacan la cola a la jeringa”, resumió un entusiasta dirigente libertario local.

Quien terminó más desdibujado fue Mauricio Macri. Cuando su candidata Patricia Bullrich se quedó afuera del balotaje, se declaró partidario de Milei y aseguró que actuaba “sin aspiraciones personales”, pero después intentó infructuosamente participar del armado del Gobierno ubicando a funcionarios de su confianza en cargos clave.

Quería un protagonismo que Milei no estaba dispuesto a cederle.

Tras el fracaso de la Ley Ómnibus, el expresidente volvió a intentar un acercamiento que terminó frustrado ante la reticencia del libertario a prestarse a un cogobierno con el fundador del PRO.

La situación llevó a la ministra de Seguridad y excandidata presidencial del PRO, Patricia Bullrich, a reconocer que “Juntos por el Cambio está llegando a la desaparición como coalición”.

La situación llevó a la ministra de Seguridad y excandidata presidencial del PRO, Patricia Bullrich, a reconocer que “Juntos por el Cambio está llegando a la desaparición como coalición”.

 

La pelea real

Más allá de las distracciones que proporcionan las frecuentes peleas de Milei, ya sea con los gobernadores, con Lali Espósito o con Antonio Gramsci, sus retuits explosivos o medidas ejemplificadoras como la eliminación del Inadi y el descarte de alguna pieza de iconografía kirchnerista, la realidad diaria continúa aportando argumentos para el descontento social.

La economía financiera muestra buenos resultados, el Riesgo País baja rápidamente y las reservas se recomponen. Pero en el terreno de la economía real todo se deteriora, lo mismo que ocurre en los hogares.

El poder adquisitivo del salario registró en diciembre la pérdida más pronunciada de los últimos 30 años, la recaudación de IVA se desplomó 40% en enero y la actividad industrial arrancó el año con una caída de 6,3% de acuerdo con el índice FIEL.

La presión cambiaria crece. Cada vez que el ministro Luis “Toto” Caputo sale a negar de plano la posibilidad de una nueva devaluación, suena como presidente de club de fútbol que sale a respaldar al técnico un par de fechas antes de pedirle la renuncia.

Solo en enero la inflación en dólares fue de 18% y en febrero va por el miso camino. Argentina se está poniendo cada vez más cara en dólares, un lujo que ningún país de baja productividad puede darse.

La cosecha de soja está a la vuelta de la esquina y habrá que ver si los productores están dispuestos a liquidar a este tipo de cambio.

Aun sin una nueva devaluación, la proyección del contexto actual luce socialmente inviable en más de un aspecto. Para el transcurso de los próximos dos meses se esperan aumentos significativos en las tarifas de la energía y del transporte público y en los precios del combustible y las garrafas.

El inicio del ciclo lectivo llegará con aumentos de hasta 80% en las cuotas de los colegios y la desregulación de las obras sociales trajo escondido bajo el poncho un nuevo impuesto para las prepagas que se trasladará a los clientes.

La efectividad del relato libertario y la paciencia de la sociedad serán puestas a prueba como no ocurría desde el estrepitoso final de la convertibilidad.

 

Misiones se defiende en orden

Misiones estuvo entre las provincias que esta semana salió a defender sus intereses frente a la redistribución centralista de recursos que ejecuta el Gobierno de Milei. Lo hizo a través de una presentación judicial ante la Corte Suprema de Justicia contra el Estado Nacional por la quita de una parte del salario de los docentes que se abona a través del Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID) y de otros conceptos.

 

El gobernador Hugo Passalacqua expresó que la medida busca “asegurar la continuidad del pago de los mismos de aquí en adelante, tal como lo contemplan las leyes”.

La Provincia reclama una deuda de alrededor de 3.000 millones de pesos que corresponden a incentivo docente y fondo compensador y además reclamó la continuidad del FONID, que el Gobierno nacional pretende eliminar.  Al estar incluido en el Presupuesto 2023 que fue prorrogado para el año en curso, el FONID está vigente y Misiones espera que se cumpla con el compromiso asumido por el Gobierno Nacional.

De acuerdo con cifras oficiales del Gobierno nacional recogidas por un informe de la consultora Politikon Chaco, en enero Misiones sufrió un recorte de 15.000 millones de pesos en fondos nacionales, pese a ello, la Provincia logró cumplir con todos sus compromisos sin incurrir en endeudamiento e incluso consiguió cubrir con fondos propios los pagos del Fonid que la Nación no envió.

Lo hizo gracias a la consistencia de su política de equilibrio fiscal y de austeridad en el gasto público que la distingue de otras provincias no consiguieron cumplir con compromisos tan básicos como el pago de sueldos o cuya situación es tan crítica que se disponen a emitir cuasimonedas para cubrir su déficit, como es el caso de La Rioja.

Sin necesidad de hacer un ajuste de alto costo social, Misiones ya logró los objetivos a los que Milei pretende llegar. Como la disciplina fiscal que se resumen en no gastar más de lo que se tiene y no apelar al endeudamiento para cubrir gastos corrientes y que resulta en un equilibrio fiscal que permite a la provincia afrontar situaciones complejas sin descargar el peso de la crisis en la población.

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