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Reflexión del Apóstol Guillermo Decena: «Las duras pruebas del rey David»

El Apóstol Guillermo Decena expresó que "los sufrimientos han forjado grandes personalidades en todas las áreas, desde deportistas hasta grandes escritores. Los procesos dolorosos nos enseñan más que cualquier bendición, veamos lo que nos dice la Palabra de Dios".

«Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16:33).

¡No hay verdadero vencedor sin carencias! Y es que los sufrimientos han forjado grandes personalidades en todas las áreas, desde deportistas hasta grandes escritores. Los procesos dolorosos nos enseñan más que cualquier bendición.

El mismo apóstol Pablo escribió las cartas mas inspiradas cuando estaba en prisión. Pero hoy veamos al rey David, quien llegó a la cumbre del poder en su época, sin embargo, tuvo que pasar por innumerables pruebas que forjaron su vida de fe.

«Acuérdate, oh Jehová, de David, Y de toda su aflicción;» (Salmos 132:1). Se puede traducir también: «Acuérdate Señor, de David y de todas sus pruebas».

Las pruebas de David ocupan un interesante espacio en su biografía. Si vamos a la Biblia, nos daremos cuenta de que había un proceso con el cual se pulió el carácter del futuro rey, y aun estando en el poder, sus pruebas nos enseñan muchísimas cosas.

En este marco, el Apóstol Guillermo Decena dijo que podemos dividirlas en pruebas personales, sociales y familiares.

 

1- Las pruebas personales.

Las Escritura no habla de David como un hombre atormentado por graves tentaciones, por conflictos, por miedos y por dudas. Es más bien un hombre de fe inquebrantable, que con optimismo busca siempre una salida, que confía en Dios con mucha esperanza. — Pero prontamente, como evidencia de un significativo liderazgo, vienen las pruebas: «… Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios» (1 Samuel 30:3-6).

La angustia de David no es una simple preocupación; es una especie de terrible desesperación, porque su gente aun hablaba de matarlo, pero llevó este problema a Dios, y recibió fortaleza. El relato muestra que David se recupera enseguida, clama a Dios, le consulta y le pide consejo (versículo 8). y así se fue forjando su reinado.

Las pruebas personales de David, quedan plasmadas en muchos Salmos, por ejemplo «…Porque has sido mi socorro, Y así en la sombra de tus alas me regocijaré. Está mi alma apegada a ti; Tu diestra me ha sostenido…» (Salmos 63:6-11).

Son negativos los sentimientos que experimenta David en las pruebas. La soledad, el sentirse abandonado, incomprendido, traicionado, abatido etc. Y, dado que cada uno de nosotros puede vivir estas experiencias y padecer estos sentimientos, los salmos pueden darnos un gran alivio, ya que reflejan que si bien tuvo que atravesar pruebas, Dios finalmente le ayudo a superarlas. ¿Qué haces en los momentos de angustia? Muchas personas se nutren en ambientes tóxicos, negativos, nocivos y entonces nunca salen en victoria y pierden la oportunidad de conocer la inmensa misericordia de Dios. Además, David siente que tiene enemigos, personas que no le quieren. Nos parece raro que los Salmos hablan tanto de los enemigos que le rodean, que se burlan, que desprecian…; pero con el tiempo nos damos cuenta de que en realidad hay personas que, lamentablemente por sus heridas, tienen mucho odio y nos juzgan negativamente y hasta parecen desear que nos vaya todo mal. Pero Dios está con nosotros, entonces recordemos “el que confía en el Señor, nunca será avergonzado” (Romanos 10:11).

Una vez más, los Salmos muestran las dificultades del rey David:

«Júzgame, oh Dios, y defiende mi causa; Líbrame de gente impía, y del hombre engañoso e inicuo» (Salmo 43:1). No es un juicio contra los demás; es la súplica al Señor para que le proteja cuando se veía en dificultades por las malas intenciones de los que le rodeaban.

 

2- Las pruebas sociales.

«…Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino. Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David» (1Samuel 18:6-9).

El ser humano muchas veces exagera los errores y también las virtudes de los demás. Es por esto que debemos buscar primeramente la aprobación y alabanza de Dios. David confía absolutamente en la palabra de Dios; no hace nada para forzar los acontecimientos y ser rey; no mata a Saúl, aunque tuvo la oportunidad; se defiende como puede, le respeta el liderazgo hasta el final, hasta hacerse vasallo de los filisteos para poder sobrevivir.

Su corazón era tan puro que podía entrar sin dificultades en relación con los filisteos, enemigos de Israel, pero permaneciendo fiel a su pueblo. Saúl se obstinaba en odiar y David en amar y perdonar, ese era su corazón conforme al corazón de Dios. En este sentido son significativos los capítulos 28 y 29 del primer libro de Samuel.

Los filisteos reúnen el ejército para combatir contra Israel, y David estaba refugiado, viviendo entre los filisteos, no había tenido problemas hasta entonces, y no sabe qué hacer. Akis príncipe de los filisteos le dice: «Bien sabes que me eres grato como un ángel de Dios; pero los jefes filisteos han dicho: No bajará al combate con nosotros» (vv.8-9).

Los filisteos lucharán contra Israel, y los filisteos huirán al monte Gelboé, donde morirá Saúl. Pero David no movió un solo dedo contra su pueblo, y la Biblia subraya de este modo que, aunque uno viva en medio de los enemigos, puede seguir siendo coherente y leal con Dios y con su propia gente.

 

3- Las pruebas familiares

Su familia, tan querida por él, es víctima de no respetar las leyes de Dios en cuanto al pecado sexual, codicias, celos y luchas entre hermanos. Y David no consigue mantenerla unida. Es ésta la mayor tragedia para su corazón puro. Llega a la cima en la muerte de su hijo Absalón. David hizo todo cuanto pudo por no luchar contra él y por ignorar sus intrigas. Pero, al enterarse de su muerte, explotó en lágrimas: «¡Hijo mío, Absalón; hijo mío, hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera haber muerto en tu lugar!» (2 Sam 19:1ss).

Este grito del rey es uno de los puntos culminantes de todo lo que Dios nos quiere enseñar, porque muestra cómo las emociones muchas veces están por encima de todo, y esto es un tremendo error. No hay gloria del rey ni política de Estado que valga tanto como el amor de la familia. En este llanto de David se podría leer así: ¡Hijo mío, te has hecho daño con tu pecado y yo quiero morir por ti!, y esto es imposible. El pasó por el sufrimiento y por la prueba, porque no había mejor preparación para ejercer el reinado, pero si queremos reinar en el espíritu, nuestras emociones deben ser sanadas. «Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre» (Mateo 12:46-50).

El rey designado por Dios tendrá que pasar la prueba, que el sufrimiento entra en la historia de un verdadero rey que quiere reinar bien y a favor de su pueblo. Así debemos hacerlo nosotros, entonces debemos ser sabios y atravesar los problemas con fe.

Para concluir: Está comprobado que los mayores referentes del deporte mundial se forjaron en las carencias y dificultades de la vida. Michael Jordan, astro del basquetbol mundial, Cristiano Ronaldo, Lionel Messi, etc. se forjaron venciendo dificultades de la vida a todo nivel. Aprendamos entonces y no bajemos los brazos.

“La vida es el examen más difícil, la mayoría fracasa por intentar copiar a los demás, sin darse cuenta que cada uno tenemos un examen diferente”. No desfallezcamos por estar en diversas pruebas, pues son preparación para poder reinar en el Espíritu y esta es la lección que recibimos de la vida del rey David.

«El justo florecerá como la palmera; Crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová, En los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán; Estarán vigorosos y verdes, Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, Y que en él no hay injusticia» (Salmo 92:12-15).

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Apóstol Guillermo Decena

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