Reflexión del Apóstol Guillermo Decena: «La Fe para un milagro»

El Apóstol Guillermo Decena expresó que "la fe para milagros no es superficial, es una fe especial, poderosa, que da una seguridad inamovible, sobrenatural y es impartida por Dios por su bondad. La fe es la certeza absoluta de lo que espero recibir y la absoluta convicción de lo que no veo".

«Otra vez entró Jesús en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano. Y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle. Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio. Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, ¿o quitarla? Pero ellos callaban. Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana. Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle» (Marcos 3:1-6).

La fe para milagros no es superficial, es una fe especial, poderosa, que da una seguridad inamovible, sobrenatural y es impartida por Dios por su bondad. La fe es la certeza absoluta de lo que espero recibir y la absoluta convicción de lo que no veo.

En este marco el Apóstol Guillermo Decena explicó que en este pasaje bíblico leemos que acontece un milagro maravilloso que nos deja enseñanzas en cuanto a la fe sobrenatural y también la actitud de la persona:

– LA FE DEL NECESITADO.

Este acontecimiento milagroso representa a muchas personas con enfermedades limitantes que no le permiten avanzar y no le dejan desempeñarse con libertad en la sociedad.

La sequía es una figura y representa la falta de vida en las distintas áreas de la persona. Simboliza la falta de frutos, la falta de futuro, aún la falta de prosperidad. Pero la historia nos cuenta algo muy positivo: el hombre con la gran limitación decidió creer, buscar y no quedarse en su casa llorando su desgracia, sino que eligió la esperanza, salir de su refugio interno y e ir a buscar su bendición.

Una de las cosas fundamentales que no hizo es victimizarse, que quiere decir entrar en resentimiento y amargura, sino que salió a buscar su bendición.

Por otro lado, una de las cosas que ayuda a la fe milagrosa es reunirse con el pueblo de Dios, congregarse con gente que cree, que tiene fe. La Biblia habla de no dejar de congregarnos y lo dice como mandamiento. Cuando el pueblo se pone a alabar a Dios, algo maravilloso se derrama.

Salmos 22:3 «Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel».

Pero la fe del necesitado se observó básicamente en su humildad, porque la actitud obediente y dispuesto a ser observado por todos al pedido del Maestro, muestra un corazón lejos del orgullo que le llevó al milagro. Este hombre recibió el mandato, obedeció. ¡Y el milagro se desató!

Salmos 138:6 «Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, Mas al altivo mira de lejos».

El problema es cuando la persona esta encumbrada en sus recursos, porque es ahí donde le es difícil ser humilde. Recordemos a Naamán, el general sirio, que enfermó de lepra, una enfermedad terrible e incurable, fue a buscar al profeta Eliseo para sanidad. El profeta no salió a recibirle y lo envió a bañarse 7 veces en el rio Jordán. Fue ahí donde surgió la soberbia de un hombre que no estaba acostumbrado a la humillación. Sin embargo, finalmente se doblega y obedece y en ese mismo momento viene el milagro.

– LA FE DEL SIERVO.

La fe milagrosa del siervo va a tener siempre componentes característicos, que harán que Dios le pueda usar como un canal de bendiciones y milagros. Lo primero es que esté plenamente ligado al pueblo de Dios, y no pierda oportunidad de estar ayudando en lo que sea. Donde está reunido el pueblo de Dios, allí está el siervo, pues ama de corazón a la iglesia.

Otra de las cosas importante es que la fe del siervo de Dios es sensible a la falta de entendimiento y a la incomprensión de algunas personas sin verdadera fe. (Marcos 3:5) Jesús amaba de corazón y le dolía que no pudieran comprender el corazón de Dios.

Por esto, Jesús les relata la “Parábola del Buen Samaritano” en Lucas 10:29-37, siendo el samaritano un extranjero, tuvo más misericordia del hombre herido que el sacerdote y el levita que pasaron de largo porque debían cumplir con la religión.

Marcos 6:34 «Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas».


Jesús ve una gran multitud y tiene piedad de ellos. Muestra su amor compasivo por todos.  “Compadecerse” es poner el corazón junto al que está padeciendo y es lo que hizo Jesús. La fe del siervo le impulsa a llevar las cargas de las personas.

– LA FE DE LOS RELIGIOSOS.

Dios permitió en el ministerio de Jesús una serie de personas que representan a aquellos que, teniendo todas las posibilidades de ganar y ser felices, eligen la comodidad y la pasividad. Estos solo son espectadores de la sobrenatural obra que hace Dios, pues nunca ingresan verdaderamente al círculo de siervos de Dios que forjan destinos. Este tipo de personas, de labios le alaban a Dios, pero su corazón está lejos de Él.

Marcos 3:2 «Y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle».

Dice el pasaje «Y le acechaban», en el original griego significa «lo miraban de cerca». Eran acusadores. Buscaban habitualmente el error de los demás. Guardaban la tradición como su mayor expresión de orgullo religioso. Eran duros de corazón, implacables con las personas.

Pero la fe te convierte en una persona especial, una persona llamada a hacer lo que Cristo hacía. Coloquémonos entonces en una actitud de fe sincera y que nuestro corazón sea siempre sano para poder ser usados por Dios o recibir algún milagro según nuestra necesidad, si Dios lo permite.

1 Juan 4:7-8 «Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama; no ha conocido a Dios; porque Dios es amor».

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Apóstol Guillermo Decena

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