Reflexión del Pastor Guillermo Decena: «La libertad que nos da Cristo»

El Pastor Guillermo Decena propuso que "abordemos una vez mas la libertad espiritual que Cristo el Señor nos vino a dar y meditemos en el ejemplo extraordinario que nos deja nuestro Salvador por el camino hacia la libertad, veamos lo que dice la Palabra de Dios".

«Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Mateo 20:28). La palabra rescate en el idioma original griego es muy interesante, pues describe simplemente lo que Jesús vino a realizar en términos espirituales y lo que significa para nosotros. Lo que primero dice es que es su actitud de servicio hacia la humanidad. Esta palabra es diakoneo, o sea el que sirve, ministra y ayuda.

El Señor vino con una tarea maravillosa de ayudarnos a ser libres de la opresión del enemigo.

Pero, ¿cómo lo hace? Dando su vida, como precio del rescate, para que el esclavizador pierda toda autoridad sobre el esclavo. Rescate: lútron algo con que aflojar, soltar. De esta forma, significaría el precio de liberar al esclavo.

Antes estábamos en manos del maligno, pero hoy, a través de depositar nuestra vida en las manos del Salvador, quién pagó el precio, somos libres para amarle y servirle, pues no tenemos otra opción, hemos sido creados para Él. Es por esto que Jesús es nuestro libertador. Podemos sacar innumerables lecciones en este pasaje, como por ejemplo imitar a Cristo para impartir libertad, que de gracia recibimos y debemos dar de gracia.

«Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia» (Mateo 10:8).

La gente está esclavizada a hábitos, emociones, temores, sentimientos auto destructivos, vicios y comportamientos que dañan aun a sus seres más queridos. Todos necesitamos ser libres del mal, y Jesús nos enseña a pedir y buscar esa liberación, para luego brindar esa misma liberación espiritual.

La libertad es un legítimo derecho que debemos experimentar, y solo con Jesús se puede ser libre en lo más profundo del ser.

En este marco el Pastor Guillermo Decena detalló algunos puntos:

1. Jesús nos quiere liberar de la muerte eterna:

«Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 6:23).

¡Con Cristo tenemos el regalo más grande, el regalo de la vida eterna! La Biblia enseña claramente: no merecemos semejante liberación, ni la podemos ganar con nuestros esfuerzos, pero Él nos concede este regalo desde el mismo momento en que recibimos a Jesús como Señor.

Siempre debemos recordar que muerte significa “separación” y que la muerte primera es la separación de nuestros seres queridos y del cuerpo, pero la muerte segunda, es la separación eterna con el Creador. La muerte ya no tiene poder sobre nosotros, porque Cristo la venció al morir y resucitar al tercer día. Nuestro cuerpo físico es mortal, pero nuestra alma vivirá con Cristo por la eternidad. «De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida» (Juan 5:24).

 

2. Jesús nos libra de la ira de Dios:

A pesar de que el evangelio hace énfasis en el amor de Dios, también habla de la ira de Dios

«Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira» (Romanos 5:9).

El plan de Dios siempre fue salvación y libertad para que estemos siempre junto a Él. Es por esto que dice claramente:»Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo»(1Tesalonisenses 5:9).

La Biblia habla del día cuando la ira de Dios se desate y dará su juicio condenatorio a cada uno conforme a su obra. «Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo; es amarga la voz del día de Jehová; gritará allí el valiente. Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento, día de trompeta y de algazara sobre las ciudades fortificadas, y sobre las altas torres…» (Sofonías 1:14-18).

En ese día Dios juzgará el pecado, la desobediencia y toda rebelión contra Él. Sin embargo, Jesús mismo proporcionó la solución para que nos libremos de su ira. A través de Él, recibimos el perdón de nuestros pecados y el favor de Dios.

¡Ese es el destino que Dios desea para cada ser humano! Jesús ya sufrió nuestro castigo en la cruz, y gracias a Él gozamos de salvación y perdón. Cuando llegue el día de la ira de Dios, los que hemos recibido a Cristo como Señor y Salvador nosufriremos el castigo venidero (1 Tesalonicenses 1:10). Al mirarnos, Dios reconocerá la obra de Cristo en nosotros, verá a Jesús y su justicia, no nuestras faltas y pecados. ¡Bendita libertad!

 

3. Liberados del esfuerzo por ganar nuestra salvación:

En el Antiguo Pacto, había una constante lucha para ganar la salvación, por esto es que el día de reposo es el último día de la semana, pues terminaban agotados por semejante tarea. En cambio, con Cristo se nos otorga la salvación, y eso nos libra de esta terrible carga. Por eso empezamos la semana el domingo descansados y transitamos la semana con la libertad que nos otorga el Señor a nuestra alma.

«Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree» (Romanos 10:4).

La finalidad de la ley de Dios es guiarnos a Jesús. Por más que nosotros lo intentemos, no lograremos cumplir jamás con toda la ley. Dice la palabra de Dios que si quebrantamos un mandamiento somos culpables de todos los demás.

«Por2que cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos (Santiago 2:10).

En algún momento fallaremos en algo, sea de palabra, intención o hecho. Es imposible cumplir los más de 600 preceptos de Dios, y esto nos lleva a reconocer a Jesús como la única fuente de salvación. En este sentido, la salvación no es por obras sino por fe.

La obra de Jesús en la cruz es perfecta y cuando aceptamos que su sacrificio tiene poder para limpiarnos de toda maldad, salimos de la constante presión que representa el intentar cumplir con toda la ley. Solo a través de Cristo recibimos la justicia de Dios y la salvación eterna.

Lo único que tenemos que hacer es creer en Jesús de todo corazón y confesar con nuestra boca que él es el Señor. «Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación» (Romanos 10:9-10).

 

4. Jesús nos libera de todo impedimento para entrar en la presencia de Dios:

«Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne…» (Hebreos 10:19-23).

Durante la crucifixión de Jesús, se rasgó el velo que dividía el Lugar Santo del Lugar Santísimo. Antes de ese momento, el Sumo Sacerdote era el único que tenía acceso (una vez al año) al lugar más sagrado del tabernáculo. Allí hacía expiación por sus pecados y por los del pueblo. Es válido asumir que este velo tenía cerca de 18 metros de altura.

Josefo también nos dice que el velo tenía 10 centímetros de espesor, y que aún a dos caballos atados a cada uno de sus extremos, les era imposible rasgarlo. El tamaño y el grosor de este velo hacen aún mucho más trascendentales los eventos descritos como ocurridos al momento exacto de la muerte de Jesús en la cruz. “Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo…” (Mateo 27:50-51).

La muerte de Jesús cambió eso. Él derramó su propia sangre en expiación por nuestros pecados. Él mismo cargó nuestra culpa y nos abrió el camino para poder acceder directamente a Dios Padre. Ya no necesitamos hacer más ritos y sacrificios. ¡Cristo, el Cordero de Dios, es suficiente! Gracias a Él podemos hablar en confianza con el Padre y recibir su perdón y su amor. En quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él; (Efesios 3:12). Ninguna otra libertad se compara con la que Él nos concede. Démosle toda alabanza y gratitud. Recibamos la libertad que Él nos da e impartamos a los demás la libertad del Espíritu Santo. Permitamos que el gozo y su amor fluyan a través de nuestras vidas para que logremos impactar a los que nos rodean y los animemos a buscar la verdadera libertad en Jesús.

«Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más» (Isaías 45:22).

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor Guillermo Decena

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