También entre los partidos chicos crecen las dudas por la boleta única que quiere imponer Juntos por el Cambio

Argumentan que el sistema que impulsa el principal frente opositor beneficia a los candidatos con mayor exposición mediática, perjudica a los partidos que tienen menos caras conocidas y no se ajusta a la realidad. Advierten además que el sistema actual demostró ser transparente y que la boleta única no es menos vulnerable a maniobras como el voto encadenado.

El economista Carlos Maslatón, referente y militante de Javier Milei y del movimiento libertario, salió con los tapones de punta contra el proyecto de Boleta Única que impulsa Juntos por el Cambio en el Congreso. “La boleta única dispersa, rompe disciplina, traiciona”, dijo para luego agregar que dicho proyecto se beneficia con el apoyo de “cerebros filtrados por fundaciones moralistas que la van de pulcros y transparentes políticos, pantallas que esconden las peores corrupciones”.

Maslatón, al igual que otros militantes y dirigentes de partidos chicos de izquierda y derecha, argumentan que reemplazar el sistema actual, de una boleta por partido, por uno de boleta única beneficia claramente a espacios políticos como el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, cuyos candidatos a legisladores son mucho más conocidos que los que integran las listas de los partidos más pequeños, especialmente los de JxC que disponen de generosos espacios en los medios de comunicación más importantes. La califican como una herramienta de marketing que no mejora en nada la calidad democrática.

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Entienden que el sistema que se usa actualmente, con boletas diferentes para cada partido y adecuadamente identificadas con colores y fotos, permite que una figura conocida (por ejemplo Javier Milei) que encabece la boleta pueda “arrastrar” al resto de la lista, posibilitando así que esos espacios tengan mayor representación parlamentaria.

En tanto que el sistema de boleta única en el cual el votante debe tildar a aquellos candidatos que quiera votar, de alguna manera induce al corte de boleta en partidos chicos, porque el votante termina eligiendo las caras que conoce por haberlas visto en televisión o durante la campaña proselitista.

Frente a este sistema que impulsa JxC que busca inducir al corte de boleta, entienden que votar por lista completa no es más ni menos legítimo que cortar boleta. Y que detenerse en el nombre de cada uno de los candidatos no es mejor ni peor que prestar más atención al nombre de los partidos.

Señalan además que para que la boleta única funcionara de manera adecuada sería necesario que una parte significativa del electorado conociera a una parte significativa de los candidatos, algo que no sucede en la práctica.

 

Carta abierta boleta única 

La necesidad de cambiar el sistema actual también fue puesto bajo cuestionamiento desde otros sectores.

Ya a fines del año pasado un grupo de más de 130 intelectuales y académicos, entre los que pueden encontrarse a simpatizantes del oficialismo pero también a independientes y a personas con algún grado de cercanía a la oposición, publicaron una carta defendiendo la transparencia del sistema electoral argentino.

Lo hicieron frente a cuestionamientos mediáticos (no hubo ninguna denuncia real) que hicieron referentes de JxC por una supuesta falta de transparencia del sistema electoral argentino, cuestionamientos que hoy se esgrimen para justificar la hipotética necesidad de cambiar el mencionado sistema.

En esa carta, los especialistas destacan que el sistema que se usa actualmente en argentina es simple y fácil de controlar y que su transparencia quedó demostrada en los resultados de las elecciones que se realizaron desde 1983 a esta parte, en las que prácticamente todos los partidos con chances ganaron alguna vez y todos también perdieron, muchas veces siendo gobierno.

Remarcan que en las últimas tres elecciones presidenciales ganó la oposición, lo que ocurrió también en elecciones de medio término, como las últimas de 2021.

En todos los casos, los resultados se conocieron en tiempo y forma y todos, ganadores y perdedores, los reconocieron sin ninguna objeción.

Se advirtió entonces por el avance de una “dialéctica del fraude” que se alimenta de un conjunto de afirmaciones, algunas de las cuales resultan posibles, pero ninguna probable y, sobre todo, ninguna comprobada.

Quienes se oponen al proyecto de boleta única remarcan que esa iniciativa da por ciertos presuntos hechos de fraude pero ninguno de ellos está documentado, ni siquiera formalmente denunciado, ni fueron analizados en estudios con respaldo académico. Falta rigurosidad técnica y analítica que evidencien los males que afirman combatir.

Sostienen que no hay pruebas de que el robo o la falta de boletas sea un problema para el régimen electoral argentino. Tampoco que exista el llamado “voto cadena” u otros sistemas de control de los votantes y violación del secreto del sufragio.

En cuanto al voto cadena, argumentan además que la boleta única no ofrece ninguna garantía que no tenga el sistema actual, puesto que cualquiera de las dos puede ser marcada.

Señalan que un riesgo que lleva inserto esta posible reforma electoral es la eliminación del voto secreto instituido por la Ley Sáenz Peña. Que si  se eliminaran los cuartos oscuros y se permitiera la votación simultánea de votantes, sería un riesgo altísimo que no conllevaría ningún beneficio.

Por otra parte, las experiencias de boleta única de papel que se utilizan en Santa Fe y Córdoba presentaron problemas prácticos. En cada elección el votante se encuentra con una papeleta de más de un metro de extensión en la que no aparecen los nombres de todos los candidatos y la foto únicamente de la cabeza de lista, es decir, el candidato más conocido.

Con eso concentran el voto, uno de los males que los defensores de esta boleta dicen querer combatir. Del mismo modo, en las provincias citadas se han registrado índices elevados de voto en blanco y/o nulos por la dificultad de completar todas las categorías electorales.

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