El Papa Francisco dijo que “en el cristianismo no se condena el instinto sexual”

Durante la Audiencia General que encabezó este miércoles en el Vaticano, el papa Francisco advirtió que "en el cristianismo no se condena el instinto sexual" y criticó la "cosificación" y las relaciones tóxicas que produce la "lujuria".

«Atención: en el cristianismo no se condena el instinto sexual. Un libro de la Biblia, el Cantar de los Cantares, es un maravilloso poema de amor entre dos parejas de novios», planteó el pontífice durante la Audiencia General que encabezó este miércoles en el Vaticano.

La referencia directa del Papa al tema de la sexualidad se da en medio de los ataques que sufre el pontificado por su apertura a habilitar las bendiciones a las denominadas parejas «irregulares», entre las que entran las de personas del mismo sexo, y que provocó críticas de sectores conservadores de todo el mundo.

Para Francisco, «sin embargo, esta hermosa dimensión de nuestra humanidad no está exenta de peligros» y recordó palabras de la Biblia sobre «un manejo malsano de la sexualidad por parte de algunos cristianos».

 

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En ese marco, el Papa se refirió críticamente a la «lujuria»; considerada uno de los siete pecados capitales, «ante todo, porque devasta las relaciones entre las personas».

«Para documentar tal realidad, desgraciadamente bastan las noticias cotidianas. ¿Cuántas relaciones que comenzaron de la mejor manera se han convertido luego en relaciones tóxicas, de posesión del otro, carentes de respeto y de sentido de los límites?», se preguntó Jorge Bergoglio durante su catequésis en el Aula Pablo VI del Vaticano.

En su encuentro con cerca de 6.500 fieles, el Papa se refirió además a «una segunda razón por la cual la lujuria es un vicio peligroso».

«Entre todos los placeres del hombre, la sexualidad tiene una voz poderosa. Implica todos los sentidos; habita tanto en el cuerpo como en la psique; si no se disciplina con paciencia, si no se inscribe en una relación y una historia en la que dos individuos lo transforman en una danza amorosa, se convierte en una cadena que priva al hombre de libertad», sostuvo.

«El placer sexual se ve socavado por la pornografía: satisfacción sin relación que puede generar formas de adicción», lamentó de todos modos antes de plantear que «ganar la batalla contra la lujuria, contra la cosificación del otro, puede ser un empeño que dura toda la vida».

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