Fentanilo: de dónde sale y cómo se produce la droga que mata a más de 100 mil personas por año en EEUU

La Aduana anunció medidas de prevención. El rol de los carteles mexicanos. En Colombia ya detectaron la presencia de este opioide en una muestra de la droga conocida como “tusi”. Europa se blinda.

Unas 110.000 personas mueren por sobredosis cada año en Estados Unidos. Más de 300 víctimas por día. La mayoría de las muertes están vinculadas con el fentanilo. El consumo de este opioide sintético, hasta 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más potente que la morfina, convierte a los consumidores en “zombis”. Es la principal causa de muerte entre los 18 y los 49 años en ese país.

Estados Unidos vive hoy una verdadera epidemia de fentanilo. Zonas marginales de ciudades como Filadelfia están tomadas por adictos a esta droga mortífera. Los videos se viralizan en la web. La calle Kensington es testigo de cómo a diario deambulan cientos de consumidores. Algunos están virtualmente quebrados. Los cuerpos, encorvados, quedan inanimados durante horas, como en las películas de “muertos vivientes”. Parecen agazapados a la espera de un impulso para morder.

La situación está tan extendida que se viven episodios dramáticos, como el que sacudió a Nueva York a fines de septiembre, cuando un bebé de un año murió y otros tres resultaron intoxicados por exposición al fentanilo en una guardería de El Bronx. La policía halló un alijo con drogas en el patio de juegos.

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Pero el fentanilo no solo preocupa a los estadounidenses. A medida que se va saturando el mercado local, los traficantes buscan otros lugares. Europa está en alerta y secuestró un importante cargamento en Letonia. Teme un contagio. En tanto, en América Latina, el fentanilo tiene su feudo en México y ha tocado las puertas de Colombia, pero también mira de reojo a Ecuador, el nuevo hub de la droga en la región. En Argentina, la Aduana ya anunció la creación de un registro para operar en comercio exterior con esta sustancia.

Hace un año, a fines de septiembre de 2022, el organismo secuestró en el aeropuerto de Ezeiza 1276 gramos de fentanilo en un frasco de suplemento proteico que iba a ser enviado a Miami. Fue el primer hallazgo de este opioide para el tráfico en la Argentina.

En medicina, el fentanilo se administra por vía inyectable, en parches o en pastillas. Pero en el mercado ilegal “se vende en forma de polvo, en gotas sobre papel secante, en envases de gotas para los ojos o rociadores nasales o en comprimidos similares a los de opioides recetados”, explicó el especialista.

Liddle dijo que “el fentanilo se une a los receptores opioides del cerebro que controlan el dolor y las emociones de la misma manera que lo hacen otros opioides, generando un efecto depresor del sistema nervioso. Al presentar tanto efectos deseados como indeseados en dosis muy bajas, es una sustancia con alto riesgo de sobredosis. Por otro lado, con el consumo el cuerpo pierde rápidamente la sensibilidad a la sustancia, incrementando las posibilidades de generar una dependencia o adicción”, añadió.

Según el Departamento de Justicia estadounidense, los precursores usados para fabricar fentanilo proceden sobre todo de compañías químicas de China. En concreto, ocho empresas de ese país, según su investigación, suministran estas sustancias a los cárteles mexicanos, en especial los de Jalisco y Sinaloa.

El fiscal general del Estado, Merrick Garland, dijo que las empresas chinas anuncian la venta de estos precursores químicos (que tienen fines industriales o agrícolas) a través de distintas plataformas digitales. Para despistar, utilizan direcciones de devolución falsas, facturas fraudulentas, etiquetados truchos o envases para ocultar los productos, como bolsas de comida para perros. Los químicos suelen viajar escondidos en contenedores de alimentos. Los carteles mexicanos contactan a numerosos intermediarios para asegurarse un mayor flujo de estos precursores.

“Sabemos que esta cadena global de suministro de fentanilo comienza con frecuencia con compañías químicas en China”, dijo el fiscal.

Pero estos productos no solo provienen del mercado chino. Las principales rutas detectadas por Estados Unidos son las de Hong Kong y Shanghai, en China, pero también las de Bombay y Cehnnai, en la India.

Las cargas llegan a los puertos mexicanos de Veracruz, Ensenada, Manzanillo y Lázaro Cárdenas, según una investigación de la fundación Insight Crime. Los contenedores suelen pasar por Alemania y hasta por Brasil, antes de llegar a su destino en México. Pero las cargas también viajan por avión a Ciudad de México o Guadalajara. Incluso se han detectado en aeropuertos cargamento de pastillas (no de precursores) producidas en la India.

Este país amenaza con disputarle el reinado a China en materia de exportación ilegal de precursores. Su industria farmacéutica está entre las 15 más grandes del mundo. Pero hay algo que la hace más apetecible: carece de normativas nacionales sobre el comercio de fentanilo. En síntesis, el mercado indio tiene un enorme potencial para explotar en el mundo del narcotráfico.

En México, los precursores son utilizados para la producción en masa de fentanilo en laboratorios clandestinos del estado de Culiacán, bastión del cártel de Sinaloa. Su produccion no requiere de grandes inversiones. Los “químicos” los fabrican en pequeños centros en el desierto o en pueblos o ciudades cercanos a la frontera norte.

Desde allí, la droga con peligrosas dosis de fentanilo ingresa finalmente a territorio estadounidense en pastillas o polvo. Varias organizaciones “mayoristas” y un ejército de “dealers” se encargan de comercializarlo del otro lado de la frontera.

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El camino termina con un ejército de zombis deambulando por ciudades de Estados Unidos y cientos de víctimas diarias.

Estados Unidos vive su peor epidemia con las drogas

El “fetty”, como se denomina el fentanilo en la jerga de los adictos estadounidenses, llegó por primera vez en 2006 a Chicago. Se la conocía entonces como “inyección letal”. Venía de México, donde el químico Ricardo Valdez-Torres, conocido como El Cerebro, convenció al líder del Cartel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo, de dejar de lado la producción de efedrina y dedicarse a una nueva droga.

El Cerebro fue detenido a los pocos meses. Más tarde, los traficantes se dieron cuenta de que podían cortar las drogas tradicionales con fentanilo. Así decenas de miles de personas se hicieron adictas a un opiáceo sintético que ni siquiera conocían y que “engancha” muchísimo más a sus consumidores. La ecuación de los carteles es simple: mientras más adictos, más ganancias.

Casi dos décadas después, la producción de fentanilo es considerada masiva en México. Su producción y tráfico llena los bolsillos de los más poderosos carteles mexicanos y deja un tendal de cadáveres en las principales ciudades de Estados Unidos. Es barato de producir y fácil de ocultar. Hoy el fentanilo es el enemigo número uno de la DEA (la Administración para el Control de Drogas).

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