Cuando el odio y el crimen político también impactaron en Misiones

El asesinato no ha estado ausente en la vibrante historia de los partidos políticos en Misiones. En los ´70 el firmamento de la actividad partidaria se vio enlutada por episodios de una singular violencia.  

Francisco Victoriano Ripoll murió baleado a sangre fría cuando se realizaba una reunión política del justicialismo. “Coco” Ripoll era precandidato a gobernador de la provincia. El agresor fue apresado enseguida, pero otros como su hijo Carlitos Ripoll consideran que la justicia nunca llegó a los autores intelectuales. 

Casi un año después el gobernador misionero Juan Manuel Irrazábal y su vice César Napoleón Ayrault, perdieron la vida junto a parte de sus familias, al caer envuelto en llamas el avión con el que aterrizaban en Puerto Iguazú. Hasta hoy, sus familias sostienen que fue un atentado, al parecer digitado por la Triple A liderada por José López Rega, alias “El Brujo” y ministro nacional. 

Esos episodios sangrientos, en el contexto del fallido magnicidio contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, adquieren una dimensión que lastima la vida institucional. Claro que duele todo crimen, en que un ser humano es masacrado a manos de uno o varios individuos. 

Tres veces intentaron matar a Raúl Alfonsín, la primera el 19 de mayo de 1986 en el Comando del Tercer Cuerpo de Ejército, en Córdoba, donde los esperaban con una trampa explosiva que fue desactivada a tiempo; la segunda en octubre de 1989, cuando bomba estalló en un edificio en el que habitaba y el último el 23 de febrero de 1991, cuando una persona intentó matarlo con un revolver, pero no consiguió hacerlo porque el arma se trabó. 

Contra Juan Domingo Perón también apuntaron con dos bombas que explotaron en Plaza de Mayo durante su discurso ante trabajadores. El más salvaje e inhumano fue el bombardeo sobre la misma plaza y la Casa Rosada por aviones de la Armada Argentina, pintados con la consigna “Cristo vence”.  

La consigna fue matar a Perón e instalar un triunvirato civil al frente del país. Se lanzaron más de 100 bombas, una de ellas sobre el Congreso de la Nación, pero sin explotar. Lo más trágico y aberrante fue la muerte de más de 350 civiles e incontables heridos.  

El atentado contra Ripoll 

En Posadas, el fatal escenario de la muerte de Ripoll ocurrió en la zona de “El Mástil”, donde se entroncan las avenidas Mitre y Uruguay. El congreso peronista se realizaba en el edificio partidario, aún existente, ocupado ahora por oficinas. Se proponían dos fórmulas Francisco Ripoll-César N. Ayrault y la de Ricardo Gíes-Miguel Ángel Alterach. (fuente: Argos.fhycs.UNaM) 

El matador, Avelino Grahl, pasó la madrugada de ese domingo 10 de diciembre de 1972 en el bar de la ochava sureste, frente a la antigua terminal, hoy un paseo cultural. Lo acompañaba, según un sindicalista de la madera, un dirigente de primera línea del PJ. Quien escribe esta nota pidió en varias oportunidades una entrevista con ese personaje, pero siempre recibió negativas. Su presencia o compañía no implica complicidad alguna con Grahl. Al parecer el asesino habría actuado como un “lobo solitario”, según otras fuentes. 

Grahl, cruzó la plazoleta del reloj, vecino al mástil. Ripoll conversaba en la vereda del edificio –sobre Avenida Mitre casi Junín- con Ricardo Gíes y dos periodistas. Uno de ellos, Miguel “Patacho” Barbero, un cordobés profesional de LT4, y el otro el reconocido periodista e historiador César “Fuma” Sánchez Bonifato, corresponsal de La Nación y hombre de El Territorio. 

Pasadas las 10,55 de ese domingo funesto –según la crónica de El Territorio– Ripoll yacía sin vida en el piso. También fue herido en una pierna el periodista Barbero. El PJ había perdido a un hombre de primera línea, por ejemplo en 1961, Ripoll logró la legalización del justicialismo junto a otros dirigentes como Ricardo Gíes, Juan Manuel Irrazábal, Miguel Angel Alterach y Balbino Brañas, entre otros. 

La tragedia aerea de Irrazábal y Ayrault

El desastre aéreo en el que fallecieron el gobernador Irrazábal y su vice Ayrault tuvo graves y tristes repercusiones en lo institucional, porque ambos viajaban con sus esposas y una hija del primer mandatario. El Beechcraft Queen Air, al comando del experimentado piloto Jorge Antonio Pirovani, sufrió una explosión a bordo y se incendió cuando se hallaba en descenso hacia el Aeropuerto de Iguazú. 

“Fuego en la cabina”, fue el mensaje de Pirovani a la torre de control, según la crónica de Aníbal Silvero, excelente escritor fallecido hace poco. Tras el impacto en medio de la selva de Puerto Península, fallecieron el gobernador y su vice. Esto, además de la dolorosa tragedia, causó un nudo institucional pues quedaba descabezado el poder ejecutivo. 

Todo fue muy sospechoso y hasta la familia de Pirovani también reclama que fue un atentado, planeado con cruel precisión. También fallecieron en el lugar Susana Claro de Irrazábal y Ana Ofelia Ruiz de Ayrault.  

Sobrevivió María Susana “Cuca” Irrazábal, hija de Juan Manuel y Susana. Sufrió graves quemaduras, fue trasladada al Hospital del Quemado porteño y, cuando estaba en plena recuperación, falleció. Su hermano “Canco” y demás deudos también consideraron sospechoso su deceso.  

“Cuca”, además de única sobreviviente era una testigo incómoda. “Fue una explosión tía, fue una explosión”, le contaba a sus tíos Horacio y Buchi Codani, ya en el Hospital porteño. Silvero relata otro dato superlativo: la joven Irrazábal “solo tenía un dos por ciento de quemaduras en su cuerpo” a principios del febrero de 1973.  

El 6 de febrero de 1974 su estado de salud se agravó en forma inexplicable, los médicos pidieron a sus tíos Codani una droga que no existía en farmacias porteñas, y cuando regresaron la chica había fallecido.  

A todo ello se suma la tenebrosa figura de José López Rega, el expolicía clavado en el entorno del presidente Juan Perón, y muy cercano a su esposa, la entonces vicepresidenta María Estela “Isabel” Martínez. López Rega debía llegar ese día 30 de noviembre de 1973 a Iguazú a presidir un acto con los mandatarios misioneros. 

“El Brujo” y creador de la sangrienta Triple A, sobrevuela lo ocurrido antes de la caída del avión. Desde la torre de control del aeropuerto de Iguazú, eran las 20,32 de ese viernes 30, ordenaron al piloto Pirovani dar una vuelta amplia porque se esperaba el avión de López Rega. 

El poderoso ministro de Perón no llegó. Pirovani debió sobrevolar Cataratas, girar hacia el Paraná y sobre el río encarar de nuevo hacia el aeropuerto, y cayó en la selva de Península, un área de jurisdicción militar. 

El comisario de Iguazú por entonces, Pedro Abdón Fernández, inició la búsqueda esa misma noche. El operativo se suspendió y continuó el sábado 1º de diciembre. La imperdible crónica de Aníbal Silvero, relató que el piloto del helicóptero se negó a continuar porque “no tenía combustuible”. 

A las 21 sobrevoló el sitio del impacto, regresó, pero informó mal sobre el lugar muy visible desde el aire porque se inició un incendio forestal. Las coordenadas que dio al grupo de rescate fue inexacta. En vez del kilómetro y medio desde la ruta donde ocurrió el siniestro, aseguró que los restos de la aeronave se encontraban a 4 kilómetros. 

“Cuca” apareció caminando entre los cadáveres de sus seres queridos y del matrimonio Ayrault, cuando el equipo del comisario Fernández arribó al avión calcinado. Silvero agregó en MisionesOnline que no hubo autopsia de la joven en el Hospital del Quemado y que la pericia de los restos del avión fue incompleta, sobre piezas que luego se perdieron. 

Se había producido un episodio de gravedad, no solo a nivel humano, sino también en lo institucional. De forma harto sospechosa se sumaron impericias a extraños errores que impidieron conocer la verdad. 

De allí el impacto del episodio sufrido por la expresidenta en dos períodos, exsenadora y exdiputada, además de actual vice del país. No hay argumento que sustente semejante delito. “Este viejo adversario, despide a un amigo”, dijo el radical Ricardo Balbín frente al féretro de Juan Domingo Perón. 

Aquí, en Posadas, en una conferencia que dio en el ex cine Sarmiento (hoy un comercio), Balbín confesó: “Perdimos (las elecciones del ´73); y cómo duele perder. Pero el que gana gobierna y el que pierde, ayuda”, señaló con su oratoria brillante. 

Durante la “Década Infame”, en el recinto de sesiones del Senado de la Nación, un expolicía y matón a sueldo, mató al senador electo por Santa Fe, Enzo Bordabehere. El tirador apuntó al demoprogresista y mentor suyo, Lisandro de la Torre. Era el 23 de julio de 1935.   

El ministro de Agricultura, Luis Duhau, era interpelado en la cámara por el negociado con los ingleses en el “Pacto Roca-Runciman”. La Prensa relata cómo Duhau empujó a De la Torre, quien cayó de espaldas y al auxiliarlo, Bordabehere fue víctima de uno de los crímenes más abyectos de la historia argentina.  

Por desgracia, el asesinato por motivos políticos, tiene una larga tradición en la vida argentina. La historia de los mismos no puede dejar de lado los Crímenes de Lesa Humanidad durante la dictadura de 1976/1983, los dictados por organizaciones armadas, incluso hacia adentro de sus propias filas por supuestas traiciones o inconductas.  

La historia manchada de sangre y su impacto político y social fue analizada por Isidoro Ruiz Moreno, miembro de la Academia Nacional de la Historia, en su libro “Crímenes políticos”, comentados por la periodista Laura Mafud. 

Ruiz Moreno analiza los asesinatos del gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego; el caudillo Riojano, Facundo Quiroga; el gobernador bonaerense Manuel Vicente y su hijo Ramón Maza; el periodista de “El Comercio del Plata”, Florencio Varela; el ex gobernador sanjuanino Nazario Benavídez, el caudillo federal correntino e interventor en San Juan, José Virasoro, el ex presidente de la Confederación Justo José de Urquiza y el gobernador de San Juan Antonino Aberastain. 

En Misiones, quizás sobrevivan testigos capaces de develar la trama que cubrió el asesinato de Ripoll. El autor de su muerte pasó en la cárcel un período más bien breve. Relatan testigos que tras los disparos (no se halla información sobre cuántos impactaron en el dirigente del PJ), el asesino caminó tranquilamente hacia un patrullero –inútil antes y en ese momento- para entregar su arma y darse por detenido.  

Gíes era abogado, profesor en la Comercio Nº1 y director delegado de la maderera Heller, que funcionaba en el Barrio Chaquito, hoy bajo las aguas en la cabecera del puente San Roque González de Santa Cruz.   

Ripoll fue maestro normal, escribano y abogado, intendente de Leandro N. Alem y diputado provincial, según la fuente citada correspondiente a una investigación de docentes de la Universidad Nacional de Misiones.  

Cuando le preguntaban a Grahl, el motivo u origen de su acción, respondió que se llevaría su secreto a la tumba y así lo hizo, al parecer. En el mismo congreso del ´72 renunciaron a sus candidaturas Alterach y Gíes, quien muy afectado por la muerte de su compañero y amigo, falleció el 27 de julio de 1973.  

Respecto al Beechcraft Queen Air caído en Iguazú, hace un par de años quien escribe recibió el testimonio notable de un testigo del día en que la aeronave voló por última vez. En una conversación privada con este periodista, el exdiputado nacional, exintendente de Campo Ramón, y un luchador de la política, Héctor Horacio Dalmau, relató que vio a personas extrañas debajo de la “panza” del avión en el hangar de Posadas. 

¿Cómo y por qué presenció esto? Dalmau, siempre militante del peronismo, ejercía entonces de maestro. Y con sus alumnos realizó un paseo de estudios desde Campo Ramón a Posadas. La emoción de los chicos fue enorme cuando les dijeron que, además de visitar el aeropuerto de Posadas, verían de cerca el “avión del gobernador”. 

Hubo un grito de asombro, cuando sus alumnos entraron al hangar y vieron la aeronave que esa noche explotaría en Iguazú matando a la mayoría de sus ocupantes. Fue entonces cuando Dalmau observó a estos “mecánicos” que revisaban el avión. “Está perfecto; a punto”, respondieron cuando se iniciaron las preguntas del maestro y los chicos menos tímidos. Al exdiputado le pareció extraña la situación y se dio cuenta de que los “mecánicos” no eran misioneros. Otra duda más como para considerar la muerte de Irrazábal y familia y de Ayrault y su esposa, como un episodio plagado de preguntas sin respuesta.

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